El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, demostró su capacidad para mover los hilos del Partido Republicano y manejarlo a su voluntad con la expulsión de la poderosa congresista Liz Cheney del liderazgo del partido.
En una votación a puerta cerrada, los conservadores destronaron a Cheney, hasta ahora “número tres” de los republicanos en la Cámara de Representantes, por haber refutado las mentiras de Trump sobre un fraude en las elecciones presidenciales de noviembre, en las que ganó el actual mandatario estadounidense, el demócrata Joe Biden.
El voto muestra que las críticas a Trump en este momento son inadmisibles porque el Partido Republicano cree que necesita el fervor que despierta entre los votantes de cara a las elecciones legislativas del 2022.
La legisladora, hija del exvicepresidente republicano Dick Cheney (2001-2009), decidió enfrentarse a Trump porque considera que dejarle mentir sobre las elecciones de noviembre supone un ataque para la democracia y para el Partido Republicano, además de poder incitar a nuevos episodios violentos como el asalto al Capitolio.
No hubo una votación individual, sino que el líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, eligió un voto a “viva voz” en el que ganan aquellos que gritan más fuerte “sí” o “no”.
Nada más conocerse el resultado, Cheney afirmó que planea liderar la lucha por conseguir un Partido Republicano “fuerte” en el futuro y subrayó que hará todo lo que esté en sus manos para que Trump no vuelva a acercarse al Despacho Oval.
Añadió que su partido debería asegurarse de elegir como líder y próximo candidato a la Presidencia a alguien que esté comprometido con la Constitución, algo que no ocurre, en su opinión, en el caso de Trump.
Ya el martes, sabedora de que esta votación se iba a producir hoy, la legisladora pronunció un solemne discurso en la Cámara Baja en el que criticó duramente a los dirigentes del partido por su fidelidad al exmandatario.
“No me quedaré sentada a mirar en silencio mientras otros llevan a nuestro partido por un camino que abandona el Estado de Derecho y se unen a la cruzada del expresidente para socavar nuestra democracia”, dijo Cheney en el hemiciclo.
Los líderes republicanos, incluido McCarthy, habían argumentado en los últimos días que las críticas de la legisladora se habían convertido en una distracción y era necesario unir al partido.
Sin embargo, Trump demostró este miércoles que solo le interesa unir al partido en torno a su figura y que no tolerará ninguna insubordinación.
En un comunicado, el exmandatario celebró la destitución de Cheney, a la que describió como “un ser humano amargado y horrible”, “mala” para el Partido Republicano y que “no tiene personalidad ni nada bueno que aportar a la política o al país”.
Además, se refirió a ella como una “belicista” por el papel que su padre jugó en las guerras de Irak y Afganistán y la acusó de utilizar el mismo discurso que los demócratas en todos los temas, desde la crisis de la frontera hasta la “destrucción de la economía”.
Por su parte, los demócratas alabaron a Cheney a pesar de que ideológicamente tienen muy poco en común con ella.
En concreto, los demócratas caracterizaron la expulsión de Cheney como un punto de inflexión en el espíritu del Partido Republicano y en la vida política de Estados Unidos.
“Ahora hay dos partidos: los patriotas y los traidores”, sentenció el legislador demócrata Hakeem Jeffries, citando al que fuera presidente de Estados Unidos entre 1869 y 1877, Ulysses S. Grant.
Asimismo, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, consideró perturbador ver cómo cualquier líder, sin importar el partido, es atacado simplemente por decir la verdad. “Como dijo el presidente la semana pasada, es difícil de entender”, añadió.
Se espera que Cheney sea sustituida por la legisladora Elise Stefanik, que representa al distrito 21 de Nueva York y que, aunque en el pasado se perfiló como una política moderada, en los últimos meses ha intentado demostrar su lealtad a Trump con declaraciones incendiarias y entrevistas en medios de ultraderecha.
Trump y el liderazgo republicano ya han expresado apoyo a su candidatura, por el momento la única para el puesto que ocupaba Cheney.
El voto para confirmar a Stefanik como “número tres” del Partido Republicano en la Cámara Baja podría producirse el viernes.