En un departamento de una habitación en un vecindario de bares, clubes y lugares para almorzar en Washington, Janelle Jones está ocupada tratando de arreglar el mercado laboral de Estados Unidos, revisando reportes económicos con alguna pausa para jugar Mario Kart.
El Gobierno de Joe Biden nombró a la afrodescendiente de 36 años como economista jefe del Departamento de Trabajo, un puesto poco conocido que influirá en el futuro de millones de personas. Mientras trabaja en interminables hojas de cálculo, pasa horas en videoconferencias y analiza montones de datos económicos, Jones toma el control de su videojuego favorito para aclarar la mente.
Jones, la primera mujer negra en dicho puesto, es la economista de los trabajadores estadounidenses en un momento en que 10 millones de ellos están desempleados e industrias enteras están maltrechas por la recesión pandémica.
Criada en la zona industrial de Ohio, Jones se graduó de la universidad en medio de la crisis financiera del 2008; ahora se encuentra en el círculo de poder de Washington y tiene un conocimiento profundo de los complejos estratos de la economía estadounidense.
“Hay mucho trabajo por hacer para asegurarnos de que no solo devolvamos a los trabajadores a donde estaban en enero del 2020 o hace cuatro años”, dijo Jones por teléfono desde su departamento, donde trabaja de forma remota durante la pandemia. “Hemos visto a los trabajadores sufrir un gran impacto en la última generación”.
El COVID-19 expuso una crisis que se estaba gestando durante décadas en el mercado laboral de EE.UU., el motor de la economía. Incluso durante la expansión récord de 128 meses que terminó hace un año, los salarios se estancaron a pesar del aumento de la productividad, las ganancias de las empresas y de los costos de vida. La afiliación a sindicatos, un refugio para los trabajadores, disminuyó a medida que aumentaba el trabajo informal.
En la pandemia, la desigualdad de ingresos en Estados Unidos, que ya era la peor entre naciones pares, siguió ampliándose: la mayoría de los 20 millones de puestos de trabajo desaparecidos en el primer mes del COVID eran puestos de servicio con salarios bajos en restaurantes, tiendas y hoteles. El aumento astronómico en la riqueza de los más ricos continuó incluso cuando se esperaba que los trabajadores restantes ganaran el mismo salario mínimo.
“Estamos a punto de ver una perspectiva completamente nueva”, dijo Anna Gifty Opoku-Agyeman, cofundadora de Sadie Collective, una organización sin fines de lucro de Washington que apoya a las mujeres negras en la economía. Ella conoce bien el trabajo de Jones. “Tengo esperanza, porque ella es el tipo de persona que entiende que la recuperación económica para algunos no es la recuperación económica para todos”.
Durante más de una década en organizaciones gubernamentales y de investigación, Jones se ha centrado en descubrir por qué la comunidad afrodescendiente se estaba quedando atrás en el mercado laboral. Ella acuñó la frase “Las mujeres negras son las mejores” para dejar clara la idea de que si se elaboran políticas para ayudar a este grupo históricamente desfavorecido, estas ayudarían a todos los trabajadores.
“Cuando veo que la economía tardará entre cuatro y cinco años en volver al pleno empleo, pienso que para los trabajadores negros tomará entre 10 y 12 años”, dijo Jones. “Mi papel aquí será pensar en ese tipo de cosas, dar una mirada a los trabajadores sindicalizados, trabajadores con salarios bajos, diferentes tipos de trabajadores que no suelen estar en el centro de la atención”.
Históricamente, las mujeres han estado subrepresentadas en la economía. Y las mujeres negras ocupan solo alrededor del 1% de los puestos de trabajo en esta profesión. La administración Biden ha nombrado a varias para ocupar puestos de alto nivel: Cecilia Rouse será la primera líder negra del Consejo de Asesores Económicos; Angela Hanks es consejera de la secretaria de trabajo; Joelle Gamble es asistente especial del presidente para política económica; y Lisa Cook es una candidata potencial para la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal.
La mayoría apoya las redes de seguridad social, un salario mínimo más alto y favorece a los trabajadores marginados por encima de los intereses comerciales. Eso ha generado críticas de economistas y legisladores republicanos que argumentan que un crecimiento más rápido y mayores ganancias fomentan la contratación.
Es un debate clásico de los conservadores fiscales contra aquellos que abogan por la protección y el apoyo a los estadounidenses a cualquier precio. El paquete de estímulo de Biden de US$ 1.9 billones es un ideal campo de batalla, con incluso los demócratas moderados resistiéndose al costo y disposición de un salario mínimo de US$ 15 por hora.
Larry Summers, un economista que formó parte de dos administraciones demócratas anteriores, dijo que el paquete trae “grandes riesgos” de inflación. Pero Groundwork Collaborative, un grupo de expertos en el que Jones trabajó antes de unirse al gobierno, está presionando por una ayuda de US$ 4 billones.
Los republicanos, en gran parte marginados del debate pero casi uniformemente opuestos al plan de Biden, dicen que los fondos específicos son más efectivos.
Si bien Jones llega al servicio público en momentos que se cuestionan las suposiciones sobre la economía estadounidense, ella aporta sutileza a un amargo debate. Jones tuitea sobre conversaciones con su madre y pensamientos sobre MC Hammer, junto con estadísticas de desempleo.
Nacida en Dakota del Norte y criada en Lorain, Ohio, una ciudad de aproximadamente 60,000 habitantes en las afueras de Cleveland, gravitó a temprana edad entre números. Su padre, Darnell Jones, trajo a casa un libro de matemáticas de Kmart cuando Jones estaba en tercer grado y ella lo terminó en dos días. Él compró uno más avanzado y ella también lo superó.
“Tiene una ética de trabajo tremenda. Simplemente está motivada”, dijo Darnell Jones, un veterano de la Fuerza Aérea y controlador de tráfico aéreo retirado.
A los 13 años, Jones vio de primera mano cómo funciona la clase económica en Estados Unidos, cuando su madre consiguió un trabajo en Ford Motor Co. y se unió a un sindicato después de años de trabajar en el mostrador de McDonald’s y Dairy Queen.
“Fue día y noche...”, dijo Jones, cuya madre todavía trabaja en la planta de Avon, colocando soportes en tres camiones diferentes durante 10 horas al día, cuatro días a la semana. “Ver no solo aumentar sus ingresos, sino ver la estabilidad y lo que eso hizo por ella como madre. Se involucró más en todas las cosas que hacía después de la escuela. Realmente me enseñó que un trabajo es mucho más que un salario”.
El primer trabajo de Janelle Jones fue atender mesas en una pizzería por US$ 2.13 la hora más propinas, “el mismo salario mínimo que tenemos hoy”, dijo.
Dejó Ohio para ir a Spelman College, una escuela tradicionalmente para mujeres negras en Atlanta. Un profesor la motivó a seguir la carrera de economía y la presentó a otros analistas negros. Después de graduarse, Jones se ofreció como voluntaria durante un año con una organización sin fines de lucro en Sacramento a través de AmeriCorps, conduciendo 40 horas por todo el país en su Mazda 3 rojo.
Jones asistió a la Universidad Estatal de Illinois para obtener su maestría en economía aplicada, con una etapa final en Lunahuaná, Perú, donde se ofreció como voluntaria durante dos años en el Cuerpo de Paz, trabajando con artesanos para comercializar y vender sus productos y enseñar inglés.
Allí también consiguió su primer trabajo en Washington, como investigadora asociada en el Centro de Investigaciones Económicas y de Políticas, después de conducir varias horas a Lima para obtener “buena [señal de] Internet” para una entrevista por Skype. Pasó más de una década en think tanks, incluido el Economic Policy Institute y Groundwork Collaborative.
“Hay muchas personas como Janelle en Washington que tienen habilidades técnicas y experiencia en políticas, pero muy pocas tienen el tipo de visión que ella tiene y una increíble habilidad para enmarcar temas”, dijo John Schmitt, vicepresidente del Economic Policy Institute. “Ella entrará en una situación e inmediatamente verá cuál es el problema central”.
Algunos colegas quieren asegurarse de que tenga la oportunidad no solo de identificar esos problemas, sino de abordarlos.
“Preocupa que una administración llegue y diga: ‘Nos importa el tema racial’, pero no respalden esa intención con personas o políticas”, opina Olugbenga Ajilore, un economista recientemente nombrado asesor sénior del Departamento de Agricultura que se ha unido a Jones en los paneles.
“Veremos qué sucede con las políticas, pero hasta ahora está respaldado por personas. Eso es lo emocionante: gente como ella, esperamos, podrán tomar las decisiones y ser capaces de impulsar las cosas”.
Jones afirma estar lista para ejercer esa fuerza. “Puedo ser un poco intrépida”, dijo. “Desde que nací, mis padres y mi familia me han inspirado con una noción de ‘puedes hacer lo que te propongas’”.