Las demandas presentadas por el Gobierno de Estados Unidos y 46 estados buscan obligar a Facebook a desprenderse de Instagram y WhatsApp, algo que desde la empresa calificaron este jueves de “revisionismo histórico” y que los expertos indican que tiene pocas posibilidades de prosperar.
El elemento que más morbo ha suscitado de las dos querellas presentadas el miércoles contra Facebook por prácticas contrarias a la competencia es la petición a la Justicia de que se deshaga de Instagram y WhatsApp, un extremo nada habitual y que plantea importantes preguntas legales acerca de cómo proceder en una operación de estas características.
Las compañías fueron adquiridas por la red social en el 2012 y 2014, respectivamente, en sendas operaciones aprobadas en su momento por los mismo reguladores -la Comisión Federal del Comercio de Estados Unidos (FTC por su sigla en inglés)- que ahora quieren dar marcha atrás.
Posible, pero poco probable
“Es posible, pero es muy poco probable. Solo ha ocurrido un puñado de veces y es difícil hacerlo bien”, apunta sobre una hipotética “desinversión” (término usado en la demanda) la profesora de la Escuela de Derecho de la Universidad Vanderbilt Rebecca Haw Allensworth.
Aun así, la especialista en leyes antimonopolio sostiene que no hay ninguna norma que diga que el hecho de que una operación fuera aprobada por los reguladores en el pasado la proteja ante posibles investigaciones y nuevas medidas, especialmente si estas han derivado, en contra de lo previsto, en situaciones de monopolio.
El hecho de que las operaciones contaran en su momento con el respaldo de los reguladores se vislumbra ya como una de las principales líneas de defensa de Facebook.
La jefa legal de la compañía, Jennifer Newstead, no duda en calificar la decisión de “revisionismo histórico”.
“No es así cómo las leyes antimonopolio tienen que funcionar. La FTC y los estados no hicieron nada durante años, mientras Facebook invertía miles de millones de dólares y millones de horas para hacer de Instagram y WhatsApp las aplicaciones que los usuarios disfrutan a día de hoy”, escribió la abogada en el blog oficial de la firma.
Un divorcio muy complicado
Precisamente estas inversiones y la evolución de las aplicaciones a lo largo de los años serían una complicación mayúscula a la hora de proceder a su separación de Facebook en caso de que así lo dictaran los tribunales.
Instagram y WhatsApp son a día de hoy diferentes respecto a cuando fueron adquiridas hace 8 y 6 años, respectivamente, por lo que de forma inevitable surgen cuestiones como qué ocurrirá con la tecnología propiedad de Facebook usada por estas dos aplicaciones.
“Es una tarea hercúlea. Sería como deshacer un revuelto de huevos”, asegura el profesor de Derecho Empresarial en la Escuela Kellogg de la Universidad Northwestern Mark McCareins, quien durante más de 30 años trabajó como abogado para empresas en fusiones y adquisiciones.
“Encuentro particularmente problemático, y no solo desde el punto de vista de Facebook, sino desde el de toda la comunidad empresarial, que una adquisición que fue abiertamente aprobada pueda ser puesta en jaque años después porque el acuerdo tuvo efectos anticompetitivos no deseados según el Gobierno”, apunta el especialista.
El escollo de TikTok
Las querellas también deberán hacer frente a otro escollo de parecida magnitud: justificar que Facebook mantiene una situación de monopolio en el mercado de las redes sociales, pese al reciente y vertiginoso éxito de TikTok, que en Estados Unidos ya cuenta con unos 100 millones de usuarios.
Si, como sostiene el Gobierno federal y los estados, la firma que dirige Mark Zuckerberg ha logrado crecer a costa de adquirir potenciales rivales cuando estos eran más pequeños, impidiendo así que apareciera un competidor serio, el auge de TikTok supone una excepción en esa estrategia que sin duda Facebook usará a su favor.