Por Karl Smith
Se espera ampliamente que la Reserva Federal de Estados Unidos eleve las tasas de interés en al menos 25 puntos básicos la próxima semana. Y si la inflación se mantiene alta, la Fed está “preparada para subirlas más que eso” en los próximos meses, dijo la semana pasada el presidente del banco central, Jerome Powell.
Eso sería un error. Después del aumento de la próxima semana, la Fed debería hacer una pausa durante al menos los próximos meses y posiblemente durante el verano, pese a que la guerra en Ucrania, sin duda, empeorará la inflación en Estados Unidos
No está claro qué tan grave será el conflicto, el efecto que tendrá en la región ni si conducirá a una recesión mundial este año. La probabilidad de que ocurra último es menor que las predicciones más extremas, pero no obstante es real.
Una Fed más agresiva podría usar una recesión como una oportunidad para reducir rápidamente la inflación al apegarse a su cronograma de aumento de tasas. Esa es una política arriesgada y que Powell parece no estar dispuesto a tomar. Si se produce una recesión, es probable que la Fed simplemente tenga que revertir las alzas de tasas que haya realizado en los meses anteriores.
Un patrón oscilante en las tasas debilitaría el impacto general de la política de la Fed. Considere, por ejemplo, la difícil situación de un constructor de viviendas que reduce la producción el próximo verano en respuesta al aumento de las tasas.
No es probable que aumente la producción inmediatamente si las tasas caen en diciembre, sino que querrá esperar una señal de que las tasas permanecerán bajas por un tiempo. Desde la perspectiva de la Fed, sería más efectivo dejar las tasas en paz y alentar a mantener alta la producción durante los próximos meses.
También hay riesgos a considerar más allá de la recesión total. Los costos directos del aumento de los precios de la energía y los alimentos reducirán los ahorros de los consumidores. Y lo que es aún más importante, es la probabilidad de que el incremento de los precios de los productos básicos haga mella en la confianza del consumidor que lleve a una reducción del gasto en otros artículos.
Otra consideración es el efecto de la guerra en los mercados en desarrollo de todo el mundo. Los precios más altos de los alimentos y la energía afectarán más fuertemente a sus economías. La incertidumbre global llevará a los inversionistas a mover fondos fuera de sus mercados hacia Estados Unidos. Eso podría causar una caída en la demanda de exportaciones de Estados Unidos, que están orientadas a bienes de inversión como maquinaria pesada. Eso reproduciría algunos de los efectos de la minirrecesión que asoló al Medio Oeste en el 2015 y 2016.
Al mismo tiempo, el dinero que fluye hacia Estados Unidos desde los mercados en desarrollo y Europa occidental hará que el dólar suba y los precios relativos de las importaciones bajen. A medida que el gasto de los consumidores se desplace hacia las importaciones, eso enfriará algunas de las presiones inflacionarias subyacentes en Estados Unidos.
El entorno a corto plazo es complejo. No está claro cuánto durará la guerra ni cuán extensos serán sus efectos. Sin embargo, la respuesta ideal de la Fed es sencilla: seguir adelante con el alza de tasas de la próxima semana. Pero debe dejar en claro que no habrá más durante al menos las siguientes dos reuniones, y luego solo cuando haya más certeza de las consecuencias de la guerra en Ucrania.