Cuando Roman De La Cruz se enteró de que parte de su deuda estudiantil podía ser condonada, lanzó “un enorme suspiro de alivio”.
“Estaba un poco preocupado”, dijo a la AFP este joven estadounidense de 27 años, tras la decisión del presidente Joe Biden.
Para poder pagar su préstamo, Román había planeado apretarse el cinturón, darse de baja de los servicios de streaming y refinanciar el préstamo que había contraído para comprarse un automóvil.
Pero, como gana menos de US$ 125,000 al año, verá borrados US$ 10,000 de lo que debe.
La medida tiene como objetivo aliviar la carga de la deuda que pesa sobre decenas de millones de estudiantes.
En Estados Unidos, las universidades pueden cobrar entre 10,000 y 70,000 dólares al año.
Los estudiantes salen con un diploma, pero, a menudo, con grandes deudas.
Graduado en el 2019 de la Universidad Appalachian State, Román estima que su educación universitaria le costó alrededor de US$ 55,000. Tuvo que pedir prestados casi la mitad, unos 27,000.
Con un trabajo como geólogo en los suburbios de Washington, sabía que podría pagar la totalidad de su deuda, pero temía deber hacer demasiados sacrificios. “Nadie quiere vivir así”, dijo.
- “Ansiedad y dudas” -
En la prestigiosa Universidad Howard de Washington, históricamente ligada a la comunidad afroamericana, los estudiantes también acogen con beneplácito el plan del gobierno pero esperan más.
“Pienso que los estudios superiores deberían ser gratuitos”, dice Amarie Betancourt, una estudiante de periodismo de 20 años.
A su lado, Vivian Santos-Smith asiente. “La deuda es algo que estresa a muchos estudiantes. Es como una carga que algún día caerá sobre nosotros”, afirma esta joven de 20 años, estudiante de ciencias políticas.
A Vivian le gustaría hacer un doctorado, pero debe considerar “el costo”. “Genera ansiedad, dudas”, lamenta.
En el campus de Howard, la deuda es “un tema recurrente de conversación”, apunta a su vez Betancourt.
“Muchos de nosotros estamos luchando para pagar la matrícula. La gente comienza a recaudar fondos en GoFundMe, otros tienen que abandonar, suspender sus estudios durante algunos semestres”.
Sin beca, un año de estudios en esta universidad cuesta más de US$ 40,000.
Con esa tarifa, Theodora Nkwogu, una estudiante de 19 años, deberá pedir prestados unos US$ 15,000 por año.
“Queremos tener garantías” de que los años dedicados a estudiar “no hayan sido en vano y de que no estaremos completamente arruinados cuando terminemos la universidad”, proclama.
Una vez que un estudiante se gradúa, explica, “quiere terminar, construir una carrera, avanzar en la vida. Pero con estos préstamos, es como si todavía uno debería permanecer apegado a este lugar”.