En el puerto de Los Ángeles la Navidad llegó en junio cuando los importadores corrieron a adelantarse al atasco causado por la pandemia, que ha trastornado el transporte marítimo mundial, y ahora el trabajo es de 24 horas.
El puerto, la mayor terminal de contenedores de Norteamérica, comenzó a trabajar las 24 horas del día el jueves luego de que la Casa Blanca intervino para subsanar cuellos de botella que complican el comercio y aumentan los precios.
Aun así, una docena de buques con miles de contenedores siguen anclados en la bahía esperando un espacio en los colmados muelles. Algunos esperan más de diez días.
A medida que minoristas y fabricantes luchan por sortear los bloqueos en los puertos, algunos recurrieron a Rickenbacker, un aeropuerto dedicado a la carga cuya ubicación en Columbus, Ohio, ofrece acceso rápido a las principales carreteras, lo que permite a los camioneros llegar a casi la mitad de la población de Estados Unidos y a un tercio de los de Canadá en un día.
“Estamos ocupados”, dijo Gene Seroka director ejecutivo del puerto de Los Ángeles. Los estadounidenses “no van a los juegos de pelota. No vamos al cine ni a la ópera. Estamos comprando productos. Ya sea en nuestros grandes minoristas o en línea, esos productos necesitan reponerse”.
Cadenas cortadas
Las economías cerradas durante parte del último año por gobiernos que intentaban frenar el coronavirus están reabriendo y la demanda está en auge, pero la oferta lucha por ponerse al día
La globalización generó cadenas de suministro que se extienden desde la extracción de recursos en lugares como Australia hasta la producción en fábricas asiáticas y compradores en Occidente
En cada etapa, las mercaderías son cargadas en contenedores y transportadas en barcos, trenes y camiones a través de puertos y estaciones.
Si un eslabón falla, toda la cadena se detiene. Durante la pandemia le ocurrió a casi todos. Y a medida que Estados Unidos empieza a normalizarse, los efectos persisten.
“Todo está demorado. Todos los buques están en el océano”, dijo Tony Nguye, conductor de camiones desde hace casi diez años. “Este año es terrible. Nunca vi esto antes”, añade.
Debido a los cuellos de botella los importadores estadounidenses, iniciaron temprano sus preparativos para la temporada de compras de Navidad. Cuando la gente se preparaba para el verano boreal, cargaban artículos navideños y juguetes.
“Los importadores comenzaron a cargar las compras de Navidad en junio; dos meses y medio antes”, señaló.
“El importador estadounidense formó gran parte de su inventario durante la época de vacaciones, antes de lo que hemos visto en años pasados”, explicó Seroka a CNN a principios de este mes.
Impacto mundial
El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió el martes que las alteraciones en las cadenas de abatecimiento están encareciendo los productos. En Estados Unidos los precios al consumidor subieron más de 5% en 12 meses a setiembre.
Existen muchos factores detrás de la falta de materias primas y bienes terminados que afecta a los comerciantes minoristas.
También influyen los cierres forzados de fábricas debido a las restricciones por el COVID-19, un inesperado aumento de la demanda de algunos bienes, cambios en la conducta de los consumidores y falta de trabajo.
Pero el retraso de los puertos estadounidenses ha sido un hecho preponderante.
En ninguna parte eso es más evidente que en los puertos vecinos de Los Ángeles y Long Beach, las principales puertas de entrada a Asia, donde miles de contenedores se apilan, procesan y organizan todos los días.
Cada año un cuarto de billón de dólares en bienes pasa por el puerto de Los Ángeles.
“Lo que ocurre en Los Ángeles y otros puertos de la costa oeste reverbera en todo el país”, explicó Peter Friedmann, director ejecutivo de Agriculture Transportation Coalition.
El Banco Mundial estima que 8.5% de los contenedores del mundo está detenido en esos puertos, o en sus cercanías.