En los primeros 100 días de gobierno del presidente estadounidense Joe Biden, la mayoría de los países de Latinoamérica no han aparecido en su agenda.
La atención ha estado focalizada en Centroamérica y México. La migración de miles de personas hacia la frontera estadounidense se ha convertido en una “vulnerabilidad política”, dicen los expertos, y enfrentarla pasa por intentar contenerla en los lugares de origen.
Así, las profundas diferencias con Brasil en cuanto al Amazonas y el cambio climático han quedado en el tintero. Tampoco se ha notado aún ningún acercamiento con Cuba y la atención en Venezuela está puesta en la ayuda humanitaria.
La migración “ha tomado todo el aire de la sala y el esfuerzo es para prevenir que la crisis migratoria de centroamericanos se convierta en un tema político electoral” en los comicios legislativos del 2022, dijo Cynthia Arnson, directora del Programa de Latinoamérica del Wilson Center, un centro de investigaciones con sede en Washington. “Existe la sensación de que el resto del hemisferio está descuidado”.
Las condiciones de pobreza y violencia en los países de América Central, sumadas a las expectativas creadas por un nuevo gobierno en Estados Unidos, han incrementado la migración. En marzo las autoridades recogieron cerca de 19,000 menores no acompañados en la frontera con México, la mayor cantidad mensual que se haya registrado, de acuerdo con estadísticas oficiales.
Salvo un paquete de ayuda económica y anuncios relacionados con la migración de centroamericanos, el gobierno casi no se abocado al resto de los países. Una excepción ha sido invitar a ocho naciones de la región a la Cumbre Global de Cambio Climático, un indicio de que en la relación con América Latina los temas ambientales ocuparán un lugar prominente.
En cambio, Biden se ha focalizado en la crisis provocada por la pandemia del nuevo coronavirus y en las medidas económicas para impulsar la economía nacional.
“Son los primeros 100 días y la prioridad era poner la casa en orden”, explicó Arnson.
Biden ha nominado al actual embajador en Zimbabue, Brian A. Nichols, como subsecretario de Estado para Asuntos Occidentales pero aún tiene que ser confirmado por el Senado.
Migración y Triángulo Norte
El presidente prometió un paquete de ayuda económica de 4.000 millones de dólares para atacar las causas de la migración proveniente de Centroamérica. Su objetivo es generar condiciones favorables que alienten a la gente a quedarse en sus países.
“Están haciendo todo dentro de la óptica ‘vamos a ir a sus países a trabajar con ustedes’”, expresó Eduardo Gamarra, experto en temas latinoamericanos de la Universidad Internacional de la Florida. “Le han dado mucha prominencia a este esfuerzo, pero requiere una inmensa inversión del gobierno de Estados Unidos”, dijo tras explicar que ambas cámaras del Congreso deben aprobar la ayuda.
En el Capitolio el oficialismo demócrata tiene una ajustada mayoría y requerirá del apoyo de al menos algunos legisladores de la oposición republicana.
Biden ha propuesto que la primera entrega de ese monto sea este año, unos US$ 861 millones.
El mandatario designó a la vicepresidenta Kamala Harris para ser la interlocutora con la región y al hondureño Ricardo Zúñiga como enviado especial a los países del Triángulo Norte -Honduras, Guatemala y El Salvador-.
Una reciente visita de Zúñiga a estos dos últimos países se focalizó en temas de migración, al igual que una serie de encuentros con funcionarios hondureños en Estados Unidos.
“El compromiso nuestro es de corto, mediano y largo plazo”, expresó Zúñiga tras su viaje. “Los problemas profundos en Centroamérica representan problemas profundos para los Estados Unidos... nuestras sociedades están tan vinculadas que cuando algo va mal en un lugar nos afecta a todos”, dijo en una rueda de prensa.
Con Guatemala, Estados Unidos acaba de acordar que entrenará a miembros una fuerza especial encargada de proteger las fronteras. Harris, asimismo, se reunió con el presidente guatemalteco Alejandro Giammattei y anunció un incremento de US$ 310 millones en la asistencia a la región.
Pero lidiar con el resto de los países del Triángulo Norte no es fácil para Estados Unidos en estos momentos. Fiscales neoyorquinos han dicho repetidamente que el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, está ligado al narcotráfico y han aumentado las críticas hacia el gobierno de El Salvador, al que ha calificado de autoritario.
Otro enfoque con México
La relación entre el presidente mexicano Manuel López Obrador y Biden empezó fríamente, con López Obrador tardando más de un mes en felicitar a Biden después de que se conociera su victoria electoral en noviembre del 2020.
El presidente mexicano se había llevado bien con Donald Trump, quien le pidió que frenara el flujo de centroamericanos que viajaban hacia el norte. A cambio, Trump no se interponía en otros asuntos.
“Eso funcionó para ambos. Pero Biden es distinto y su agenda es mucho más amplia”, dijo Michael Shifter, presidente del Inter-American Dialogue, una organización de análisis y apoyo a la democracia en Latinoamérica. “El Partido Demócrata en general está preocupado por lo que ocurre en México con temas de corrupción y derechos humanos y cambio climático. Así que es mucho más complicado”.
A fines de marzo Biden y López Obrador se reunieron de forma virtual para hablar sobre la migración, la pandemia y el calentamiento global y emitieron comunicados diciendo que cooperarían en esas áreas. Estados Unidos compartió el mes pasado cuatro millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca con México y Canadá y el mes que viene el mandatario mexicano se reunirá con la vicepresidenta Harris para hablar sobre migración.
También abordarán un cuestionado programa de México para la plantación de árboles a gran escala. López Obrador busca que Estados Unidos aporte recursos a fin de ampliar el programa hacia Centroamérica, como alternativa para frenar la migración. Hay muchos asuntos sobre la mesa y la relación podría ser compleja, dijo Shifter.
“Yo no creo que haya altos niveles de confianza entre López Obrador y Biden”, concluyó el experto.
Sin cambios con Cuba
Biden dijo antes de llegar a la Casa Blanca que implementaría al menos una parte de la política de acercamiento a Cuba iniciada por el expresidente Barack Obama, como fomentar los vínculos familiares a uno y otro lado del estrecho de Florida. También dijo, entre otras cosas, que eliminaría las restricciones a las remesas y viajes y visitas de cubano-estadounidenses a la isla. Pero nada de eso ha pasado.
“Creo que el presidente ha dejado bastante claro que (Cuba) no es una prioridad”, dijo Shifter. “Creo que Biden va a ser muy reacio a relacionarse con Cuba de la forma que lo hizo Obama. Creo que el enfoque allí será probablemente el de intentar aliviar algo del sufrimiento y la crisis humanitaria en Cuba permitiendo remesas y viajes familiares y cosas así. Pero creo que no es probable que haya ningún tipo de compromiso político serio”.
Para Venezuela, ayuda humanitaria
El gobierno de Biden analiza la política estadounidense hacia Venezuela pero Washington no ha levantado de momento las sanciones que impuso Trump contra el gobierno de Nicolás Maduro.
El enfoque de la nueva administración demócrata ha sido aliviar la crisis humanitaria que vive el país.
La Agencia Estadounidense de Desarrollo Internacional (Usaid) celebró recientemente el acuerdo entre Caracas y el Programa Mundial de Alimentos de la ONU para llevar asistencia alimentaria a cientos de familias y niños venezolanos. Estados Unidos es el país que más contribuye financieramente a las Naciones Unidas. Por otro lado, Biden concedió otorgar un estatus temporal migratorio, conocido como TPS, a los venezolanos que se encuentran en Estados Unidos en situación irregular.