Inmigrantes que no hablan inglés dicen que sienten que no pueden participar plenamente en la educación de sus hijos por las barreras idiomáticas, las cuales fueron exacerbadas por la pandemia y por la vuelta a las clases en persona.
Declararon que los niños deben hacer de traductores, a pesar de que eso está prohibido por las leyes federales; que hay traducciones malas en conversaciones telefónicas y mala comunicación en relación con episodios de bullying.
Expertos afirman que el fenómeno no se limita a Filadelfia y que las escuelas de muchos distritos no tienen buenos sistemas para satisfacer las necesidades de las personas que no hablan inglés.
Las autoridades educativas de Filadelfia dicen que han registrado progresos, como el envío de notificaciones en los idiomas de los padres y la contratación de decenas de intérpretes, llamados “asistentes culturales bilingües”. Aseguran asimismo que el distrito tiene directivas acerca de cómo solicitar ayuda con el lenguaje de cada persona.
El problema, sin embargo, persiste. Una inmigrante que se identificó solo como Mandy y pidió que no se usase su apellido, dijo que tuvo problemas para enviar de nuevo a su hijo de diez años, con necesidades especiales, a las clases en persona, pero decidió que la educación virtual no ofrecía apoyo suficiente a los padres que no hablan inglés.
Indicó que sus problemas principales surgieron durante las reuniones sobre educación especial en la vieja escuela de su hijo. Todavía se pasa horas traduciendo notificaciones al mandarín porque la escuela ofrece pocas traducciones de sus materiales.
Durante una reunión, un traductor telefónico dijo que ella no estaba bien informada acerca de la educación especial y se negó a traducir, por lo que Mandy comenzó a llevar a una amiga bilingüe para que la ayudase. En otra ocasión, un traductor le dijo a Mandy que se le iba a enseñar a su hijo a “comer carne”, ante lo que su amiga intervino y aclaró estaban hablando de una terapia para la alimentación.
“Parece algo cómico, pero fue muy frustrante, realmente”, declaró Mandy en mandarín, a través de un intérprete. “Daría la impresión de que los padres inmigrantes son excluidos deliberadamente y marginados”.
Jenna Monley, subjefa de la Oficina de Enlace con las Familias y la Comunidad del distrito escolar, indicó que esa dependencia instruyó al personal de la escuela que empezase a ofrecer intérpretes en persona para las reuniones sobre educación especial siempre que fuese posible.
Agregó que el personal es capacitado para manejar estas situaciones, pero que los cursos anuales de repaso y actualización no son obligatorios para la mayoría de los maestros.
“Creo que siempre va a haber éxitos aislados. Pero hay algunas áreas en las que hay que mejorar”, manifestó Monley.
Juntos, una organización de activistas latinoamericanos de Filadelfia, hizo un estudio acerca del impacto de la pandemia del coronavirus en el 2020. Su directora ejecutiva Erika Guadalupe Núñez comentó que, aparte de las necesidades básicas, la educación era una gran preocupación, incluida la comunicación con maestros que solo hablan inglés.
Acotó que la educación es una preocupación permanente, incluido el hecho de que se pide a los hijos que traduzcan a los padres.
“Queremos que los niños sean niños. Que estén en las clases y tengan las mismas oportunidades de aprender inglés que tienen los chicos que hablan inglés”, expresó Núñez.
La Oficina de Derechos Civiles del Departamento de Educación recibe decenas de quejas de padres inmigrantes relacionadas con el lenguaje todos los años.
En el 2015 emitió orientaciones acerca de la obligación legal de comunicarse con los padres en su idioma, subrayando que ni los alumnos ni el personal que no es bilingüe deben hacer de traductores.
Monley comentó que su distrito tiene 101 asistentes culturales bilingües tras contratar otros 45 en los últimos años. Sirven a 108 de 224 escuelas, pero muchos van de una escuela a otra.
La concejala de Filadelfia Helen Gym, defensora de los derechos a la educación y la inmigración, dice que quiere que haya intérpretes en todas las escuelas, todos los días.
“Falta mucho para que se cumplan las reglas claramente delineadas sobre el acceso a otros idiomas”, manifestó.
Gym dijo que las familias de inmigrantes a menudo no son tomadas en cuenta y que la cantidad de asistentes culturales bilingües fue reducida a la mitad alrededor del 2011, luego de que se hiciesen profundos cambios en la fórmula para asignar fondos a la educación.
Los asistentes culturales bilingües siguen siendo el único personal bilingüe de las escuelas, según Gym, y a veces resuelven situaciones afuera de las escuelas. Pero su sueldo básico es de apenas US$ 24,000 anuales, añadió.
Olivia Ponce, de 46 años, dice que en una ocasión trató de hablar con un consejero escolar cuando otra estudiante golpeó a su hija, Olivia Vázquez. No había un intérprete a mano y el consejero le pidió a la niña que hiciese de traductora.
En otra oportunidad, Ponce fue a la escuela porque un chico había mordido a su hijo. La maestra no pensaba llamarla, pero otra madre la alertó.
“No sabía que tenía ciertos derechos y que no podían sacar a un estudiante de su clase para que nos tradujese. Ni que estaban obligados a conseguir a alguien para que nos ayudase. Nunca nos lo dijeron”, declaró Ponce en español.
Monley dijo que el distrito no puede hacer comentarios sobre denuncias específicas y que los padres a menudo no presentan quejas. Muchos padres, por su parte, dijeron que el personal escolar nunca les informó que había un procedimiento formal para radicar quejas.
Expertos dicen que los distritos escolares de todos lados han registrado un aumento en la cantidad de alumnos y padres que no hablan inglés. Dominic J. Ledesma, investigador del tema, dijo que muchos distritos tratan de ofrecer los servicios contemplados por las leyes sin pensar en hacer que las escuelas sean un sitio más receptivo para las familias de inmigrantes.
“El acatamiento de las leyes y de los derechos civiles”, sostuvo, “es tan importante como los temas de igualdad. Esos temas son de naturaleza generalizada y sistémica, y no se limitan a Filadelfia”.
Vázquez, quien hoy tiene 27 años y está a punto de recibirse de maestra en el Swarthmore College, dice que quiere ayudar a que los estudiantes extranjeros tengan más apoyo.
“Quiero hacerlo por mi experiencia y porque yo necesité alguien que tuviese el mismo aspecto físico que tengo yo, que me dijese que todo estaba bien y me hiciese sentir orgulloso de mis raíces”, expresó Vázquez.