Si hay un caso emblemático del bálsamo que el actual gobierno de Estados Unidos ha entregado al sector corporativo del país, ese es Boeing Co.
Impulsado por la estrecha relación del máximo ejecutivo Dennis Muilenburg con el presidente Donald Trump, los pedidos de aviones de combate Super Hornet y los recortes del impuesto corporativo, el aumento del 146% que han registrado las acciones desde el día de las elecciones en el 2016 ha superado a todas las demás empresas del Promedio Industrial Dow Jones.
La caída del 3.5% que sufrieron las acciones el jueves después de que Trump dijera por Twitter que impondría aranceles a las importaciones de metales debería ser una señal de advertencia de que, más allá de los cielos despejados actuales, se avecina una tormenta.
Un riesgo obvio es el aumento de los costos. Alrededor del 80% del peso de un avión es aluminio, y la promesa de Trump de imponer gravámenes del 10% sobre las importaciones del metal representa una desventaja en términos de precio en la interminable batalla de Muilenburg por la participación de mercado con Airbus SE.
Al mismo tiempo, es probable que ese golpe sea amortiguado por el hecho de que administrar los costos de las materias primas es una parte esencial de ser un fabricante. Los precios del aluminio han subido o disminuido en un 10% o más todos los años, durante los últimos 30 años, excepto en ocho.
Boeing, además, no es un gran comprador directo de aluminio: la mayor parte de su suministro proviene de Arconic Inc., la unidad de productos especializados del antiguo negocio de Alcoa Corp. Las acciones de Arconic cayeron un 1.5% el jueves, una señal de que se espera que también reciba parte del golpe. El mayor riesgo depende de cómo se manejen los próximos días y meses.
Probablemente, ninguna empresa de EE.UU. esté en mayor riesgo de represalias comerciales de parte de China que Boeing. De las 10 empresas estadounidenses que declaran más de US$ 5,000 millones en ventas en el país, tres de ellas --Apple Inc., Las Vegas Sands Corp. y Procter & Gamble Co.-- dependen del gasto del consumidor, por lo que probablemente sean un tanto inmunes a los dictados del gobierno.
Otras seis están en el negocio de semiconductores y tecnología que China desea fomentar en el país, por lo que también deberían disfrutar de un cierto grado de protección.
En ese contexto, Boeing se destaca como una mosca en un vaso de leche. La mayoría de sus clientes más importantes en China son aerolíneas estatales y arrendadores afiliados a bancos controlados por el gobierno. Los pocos jugadores independientes podrían ser fácilmente recibir apoyo de las autoridades para aplazar los pedidos existentes.
China Inc. tiene una sólida razón de interés propio para emprender un camino agresivo. Commercial Aircraft Corp. of China Ltd., o Comac, espera lanzar su avión C919 como un competidor local del Boeing 737 y el A320 de Airbus, y anunció el mes pasado que haría su primera entrega en el 2021.
Usar una guerra comercial para poner a uno de los rivales del C919 a la defensiva parece ser la manera perfecta para abrir una fisura en el duopolio Boeing-Airbus y favorecer los intereses de los propios fabricantes chinos.
Si el actual ojo por ojo sobre el acero y el aluminio avanza en espiral hacia una guerra comercial, pocas empresas se encontrarán en una posición más precaria que Boeing.
Por David Fickling
Esta columna no refleja necesariamente la opinión de Bloomberg LP y sus dueños.
En el índice más amplio S&P 500, solo a los fabricantes de microprocesadores Nvidia Corp. y Micron Technology Inc., además del fabricante de aparatos dentales Align Technology Inc., les ha ido mejor.
Caterpillar Inc. y United Technologies Corp., que el jueves cayeron un 2.9% y un 3.3%, respectivamente, también podrían estar en esa categoría. Pero no detallan qué parte de sus ingresos en Asia-Pacífico, por aproximadamente US$ 9,000 millones en cada uno, proviene específicamente de China.