A pocos kilómetros de los relucientes pórticos y columnatas de arenisca de la Casa Blanca, el funcionario electo más improbable de Washington tiene su propia oficina ejecutiva: una celda en la cárcel del Distrito de Columbia.
Joel Caston -condenado por asesinato cuando era adolescente hace un cuarto de siglo- está encontrando la redención a través de la política tras convertirse en el primer preso de la capital estadounidense que ha sido elegido para un cargo público.
Todos los días se levanta antes del amanecer para estudiar, hacer ejercicio y telefonear a su madre, a la que llama “la reina”.
Luego, como cualquier otro dirigente local, se embarca en una jornada de resolución de problemas para sus electores en la cárcel y sus alrededores.
Como miembro de la Comisión de Asesoramiento Vecinal (ANC) local, este hombre de 45 años tiene una influencia real en la definición de políticas públicas para mejorar la vida de la gente.
“Represento a todas las personas encarceladas del planeta”, dijo Caston a la AFP en una reciente entrevista en vídeo desde su improvisada oficina en la prisión.
“Si se nos da una oportunidad, podemos participar en el proceso político. Podríamos ser un activo, no un lastre para nuestra comunidad”.
Caston, que creció en Washington, fue condenado por asesinato y encarcelado de por vida por matar a tiros a un compañero de 18 años hace 27 años en el aparcamiento de un local chino de comida para llevar en el sureste de la ciudad.
Dice que desde entonces ha trabajado duro para dar un giro a su vida y ha desarrollado una estricta rutina de estudios bíblicos y económicos, yoga y tutoría.
Habla cinco idiomas, entre ellos el árabe y el chino, y ha escrito una serie de libros de educación financiera.
En verano, cuando Washington acababa de extender el derecho de voto a los presidiarios, Caston sumó otro éxito al vencer a cuatro compañeros de prisión para convertirse en comisario de la ANC en el distrito 7 de Washington.
“¡Cariño, ganaste!”
“Llamé a mi reina. Me dijo: ‘¡Cariño, ganaste!”, contó Caston recordando que un día de junio lo despertaron los guardias a las 5 de la mañana para comunicarle su victoria electoral.
“Estaban más emocionados que yo. Yo ni siquiera sabía que había ganado”.
Los comisarios de las ANC, juntas de gobierno elegidas localmente y creadas en la década de 1970, actúan como intermediarios entre los residentes, el gobierno local y las agencias federales.
Vestido con una camisa rosa abotonada y una corbata a rayas a juego para su videollamada con la AFP, Caston dice que se inspira en la autobiografía de Nelson Mandela que documenta 27 años de prisión.
“Empecé a tomar el ejemplo del comportamiento de Mandela. Él nunca sucumbió a su entorno”, dijo Caston, que ha estado tras las rejas durante el mismo lapso y cumplió condena en 16 instalaciones diferentes antes de regresar a Washington en 2016.
Caston dice que se ha sumergido en el mundo de los negocios y las finanzas, una pasión de larga data que comenzó cuando era un niño vendiendo dulces para obtener dinero de bolsillo.
En 2018 fundó el programa Young Men Emerging, una iniciativa de tutoría que empareja a jóvenes recién encarcelados con reclusos mayores para ofrecerles asesoramiento y fomentar la comunidad.
“No he pasado 27 años esperando para volver a casa”, dijo Caston, a quien apodan “Obama” por las cualidades de liderazgo que ha mostrado en las sesiones de tutoría.
“Los he pasado preparándome para no volver a la cárcel”.
Trabajar desde la cárcel
El camino de Caston hacia los cargos electos comenzó en julio del año pasado, cuando legisladores locales votaron a favor de conceder a los presos el derecho a votar desde la cárcel.
Se asoció con miembros del Consejo de DC para producir un podcast en el que animaba a sus compañeros a participar en el proceso democrático y a concienciar sobre la lucha por el derecho al voto de los presos.
Esto llamó su atención sobre la ANC y las elecciones que pronto tendrían lugar.
“Cuando lo descubrí, se me encendió un bombillo en el cerebro”, recuerda.
Caston hizo campaña a través de YouTube y de un manifiesto en línea promocionado entre los electores fuera de la cárcel, incluidos los residentes de un refugio para mujeres sin hogar y de un edificio de apartamentos.
El mayor reto técnico al que se enfrenta para servir a su comunidad es el más obvio: no puede pasear por el barrio ni visitar a los vecinos de puerta en puerta para conocer sus necesidades.
Pero ha conseguido la ayuda de grupos de defensa de derechos humanos y simpatizantes en el terreno, que actúan como sus ojos, oídos y portavoces.
Mientras tanto, los presos más jóvenes de los que es mentor lo han puesto al día en materia tecnológica para que pueda reunirse con los electores por videollamada desde un ordenador portátil.
El periodo de dos años de Caston podría terminar antes, ya que ha estado buscando la libertad anticipada en virtud de una ley que permite a los reclusos condenados cuando eran adolescentes solicitar una reducción de la condena después de 15 años.
“Si mi escaño sirvió sólo para inspirar a otras personas a participar en asuntos de compromiso cívico”, dice, “entonces he cumplido mi propósito”.