El COVID-19 redujo más de dos años la esperanza de vida en 16 estados de Estados Unidos durante el último año, y los peores daños se concentran en las regiones del Cinturón del Sol y las Grandes Llanuras.
En Texas, el COVID-19 provocó una reducción implícita de la esperanza de vida al nacer de 2.6 años, a 76.4, en los doce meses que terminaron en septiembre, según un análisis de las estadísticas de mortalidad del profesor de sociología de la Universidad de California en Los Ángeles, Patrick Heuveline, una actualización de los datos publicados originalmente en la revista BMJ Open.
En Arizona, la disminución fue de 2,6 años a 77.2 y en Dakota del Sur, de 2.5 años a 76.8. Se trata de un cambio drástico respecto al primer año de la pandemia, cuando los estados del noreste encabezaban la lista.
El COVID-19 ha figurado sistemáticamente entre las principales causas de muerte en EE.UU., pero la métrica de muertes per cápita, ampliamente utilizada, puede llevar a veces a conclusiones erróneas porque no considera el efecto que tiene la edad de la población en los resultados. El virus es mucho más letal para los ancianos que para los jóvenes, pero los datos de Heuveline tienen en cuenta la edad y el género para poder hacer comparaciones.
A nivel nacional, el COVID redujo la esperanza de vida en 1.5 años a 78.7 en los doce meses que terminaron el 30 de septiembre, según los datos de Heuveline.
El COVID-19 ha causado más de 721,000 muertes en EE.UU., más que cualquier otra pandemia, y el mayor número de víctimas que cualquier país.