Varios cientos de neoyorquinos antivacunas, pertrechados con todo tipo de carteles negacionistas, atravesaron el lunes el emblemático puente de Brooklyn al grito de “Nuestro cuerpo, nuestra opción”, en protesta por la prohibición de acudir a las aulas a los profesores no vacunados contra el COVID-19, medida que entró en vigor el martes pasado.
Maestros y trabajadores del sector sanitario; blancos, negros, laicos, creyentes y conspiranoicos se dieron cita en esta marcha entre lemas como: “Nosotros, el pueblo, no cumpliremos (el mandato de vacunarse)”, “Nuestro cuerpo, nuestra opción”, “Que pongan fin al apartheid médico” o “Que les jodan a (presidente Joe) Biden y a (alcalde de Nueva York, Bill) de Blasio”.
“No se nos permite estar en nuestros edificios con nuestros estudiantes, y eso que hemos estado ahí durante el último mes, y no ha habido brotes”, asegura Rachel, profesora de un instituto del distrito de Staten Island y que no pudo ir a trabajar porque se niega a vacunarse.
Rachel, que lleva una camiseta en la que se puede leer: “Si hay riesgo, debería haber elección”, sostiene que las autoridades ocultan información y se muestra contraria a que se estén suprimiendo informaciones aparecidas en las redes sociales, que las plataformas eliminan por considerarlas desinformación, pero que ella interpreta que las han retirado para esconder datos sobre las vacunas.
Por su parte, Alisha, que asegura que pasó el coronavirus en marzo del año pasado, porta un cartel en el que se puede leer: “Hemos dado al Departamento de Educación todo, y ahora nos quedamos sin nada”.
Al igual que Rachel, Alisha se ha acogido a la oferta de las autoridades a los últimos irredentos antivacuna de acogerse a un año de baja sin sueldo, pero que incluye beneficios médicos.
“No sé qué voy a hacer. Estoy dándole vueltas a distintas cosas, pero no sé”, dice Alisha, que asegura que no contempla la opción de vacunarse para volver a las aulas.
Como muchos de los presentes, sostiene que la campaña de vacunación se está llevando a cabo sin datos suficientes, a pesar de que la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA, en inglés) de Estados Unidos ya ha dado la aprobación definitiva de las vacunas más extendidas en Estados Unidos.
Un 95% de los trabajadores vacunados
El alcalde de Nueva York aseguró el lunes que el 95% de los cerca de 150,000 trabajadores de los colegios ha recibido al menos una dosis de la vacuna, incluido el 99% de los directores, el 96% de los profesores y el 94% del resto de trabajadores del sector educativo.
“Estos mandatos funcionan y vamos a considerar en los próximos días qué más cosas tiene sentido aplicar”, afirmó De Blasio.
Desde que se anunció la obligatoriedad de inocularse, el pasado 23 de agosto, el ritmo de vacunación entre los funcionarios se ha acelerado, según las autoridades, que han informado de que se han administrado 43,000 dosis desde entonces, 18,000 de ellas solo en la última semana.
El pasado lunes entró en vigor un mandato similar en el sistema de salud de la ciudad que emplea a otras 50,000 personas y que obligó a la contratación de personal extra para suplir las bajas de los que decidieron no dar el paso hacia la inmunización.
Contra las autoridades australianas
Entre cantos patrióticos y soflamas denunciando un supuesto trato discriminatorio, comparado por algunos participantes con el que la Alemania nazi practicó contra los judíos, la marcha del lunes tenía como destino final el consulado australiano en Nueva York, para denunciar las medidas impuestas por las autoridades de ese país contra quienes se niegan a vacunarse.
Blandiendo un altavoz, ondeando una bandera australiana, coronada con una guirnalda de flores y vestida con una camiseta contra el pasaporte COVID, Jo Rose encabezaba la marcha hacia la misión diplomática.
“Están siendo encerrados, esto se está volviendo tiránico y no podemos cambiar nuestra libertad por nuestra seguridad, porque el Gobierno ha ido demasiado lejos”, dijo esta activista antivacunas, de cuya camiseta cuelga también una pequeña chapa con una jeringuilla tachada.