Estados Unidos está convencido de que la guerra iniciada por Rusia se prolongará y quiere ayudar a Kiev a resistir, pero siempre limitando el conflicto a Ucrania para evitar que degenere en una “Tercera Guerra Mundial”.
La estrategia militar de Washington consiste en ceñirse a esas exigencias, según declaraciones de líderes estadounidenses y entrevistas realizadas por la AFP a funcionarios que han pedido permanecer en el anonimato.
La guerra en Ucrania “podría no terminarse pronto”, estimó el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, durante una gira por Europa.
La inteligencia estadounidense temía inicialmente una guerra relámpago que provocaría la caída de Kiev en cuestión de días.
Pero el Pentágono constató rápidamente “retrasos” en los planes de batalla, debido a problemas logísticos y a una “resistencia” más “creativa” de lo esperado.
Los militares estadounidenses son bastante pesimistas a corto plazo, debido al efecto masivo del asalto ruso. Porque “no debemos subestimar” la “potencia de fuego” de Moscú, resume un funcionario de defensa estadounidense.
Putin “condenado a perder”
La situación “empeorará probablemente antes de mejorar”, advirtió Antony Blinken. Pero Vladimir Putin “está condenado a perder”, zanjó.
En privado, los funcionarios estadounidenses van más lejos y no dudan en afirmar que el presidente ruso ya ha perdido. Y en función de ello adaptan su estrategia.
La prioridad: seguir ayudando masivamente a la resistencia ucraniana para que aguante, aunque las ciudades empiecen a caer.
Los estadounidenses han establecido un “intercambio considerable de información y de inteligencia con Ucrania”, explica un diplomático, sobre todo para permitir que la defensa antiaérea frustre algunos de los ataques rusos.
Ya se entregó una ayuda militar sin precedentes de US$ 350 millones (322 millones de euros) anunciada a finales de febrero, en gran parte al ejército ucraniano en forma de misiles antitanque Javelin y misiles antiaéreos Stinger.
Estados Unidos desembolsará ahora una nueva partida de al menos US$ 10,000 millones (9,200 millones de euros), que incluye un apartado económico y otro humanitario, así como más armas y municiones.
Será una ayuda militar “sin límite” siempre que no se trate de armamento pesado, promete un funcionario estadounidense.
Porque el gran temor de los estadounidenses es que Putin se sienta “provocado” y extienda la guerra más allá de Ucrania, con el riesgo de una confrontación directa, potencialmente nuclear, con Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Por lo tanto, se trata de “contener al presidente ruso”, aseguran varios funcionarios estadounidenses.
Línea roja
Otro funcionario resume así esa línea roja: “No queremos la Tercera Guerra Mundial”.
Incluso antes de la invasión rusa, el presidente Biden había advertido de que cualquier participación directa en Ucrania provocaría “una guerra mundial” y dio órdenes para evitarlo, lo que limita la capacidad de intervención estadounidense.
Washington se centra, por lo tanto, en los despliegues preventivos y disuasorios de soldados en los países aliados a las puertas de Rusia y descarta cualquier opción que Putin pueda interpretar como un escalamiento para evitar que un país de la OTAN sea considerado por Moscú como “cobeligerante” con Ucrania.
Si los rusos atacan las fuerzas de un Estado miembro de la Alianza Transatlántica, todos los demás, incluido Estados Unidos, tendrían que acudir en su ayuda militar en nombre del sacrosanto artículo 5 del tratado que Biden se ha comprometido a respetar.
Tanto Estados Unidos como la OTAN descartan establecer una zona de exclusión aérea sobre el país atacado, que el presidente ucraniano Volodimir Zelenski pide a gritos.
Y es que para imponerla, los aviones de la Alianza deberían derribar a los cazas rusos, y “esto podría conducir a una guerra total”, explicó Blinken.
Por la misma razón, Estados Unidos no parece muy convencido ante la posibilidad de que países de Europa del Este como Polonia entreguen a Kiev aviones de combate de fabricación soviética que las fuerzas ucranianas saben manejar.
“Puertas de salida”
El equipo de Biden, inicialmente reacio a esta hipótesis, acabó aceptando, ante la insistencia ucraniana, que la va a examinar “activamente”, pero sin calendario ni un compromiso firme.
Algunos temen que esto baste para que la guerra degenere, sin que ello cambie notoriamente la relación de fuerzas en el aire.
Es probable que aumenten las demandas de intervención más directa a medida que las imágenes de las víctimas civiles conmocionen a la opinión pública, pero Washington insiste en mantener su posición.
Es decir, aumentar la presión sobre el Kremlin a golpe de sanciones, con la esperanza de que Putin llegue a la conclusión de que continuar con la guerra es más costoso para él que retirarse.
Para ello, es necesario mantener abiertos los canales diplomáticos para ofrecerle “puertas de salida”.
Los estadounidenses han cesado los contactos de alto nivel con los rusos desde el 24 de febrero, pero quieren que otros lo hagan.
Es lo que explica el intento de mediación de Israel o la llamada de Blinken al ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, en un momento en el que China, que presume de su amistad “ilimitada” con Rusia, no descarta mediar.