El presidente Joe Biden anunció que se sostienen discusiones sobre la posibilidad de reducir los aranceles comerciales de Estados Unidos a China impuestos por su predecesor, el republicano Donald Trump.
“Estamos discutiendo eso en este momento”, dijo después de un discurso sobre la inflación. “Te lo digo, lo estamos discutiendo y no se ha tomado ninguna decisión al respecto”, agregó.
Biden aseguró que “la inflación es su principal prioridad nacional”, en momentos en que el alza de precios pesa en los presupuestos familiares y en su popularidad. “Quiero que cada estadounidense sepa que tomo la inflación muy en serio”, destacó.
Sostuvo que algunas de las “raíces de la inflación” están “fuera de (su) control”, a saber, la pandemia de COVID-19 o los efectos de la guerra de Rusia contra Ucrania.
“Es por eso que asistimos a una inflación histórica en el mundo entero”, insistió al señalar que no se trata de un problema exclusivo de Estados Unidos.
En marzo, 60% de la inflación en el país proviene del alza de la gasolina provocada por el conflicto en Ucrania, lanzó.
Su mensaje se conoce en momentos en que los precios de la gasolina -un factor altamente sensible en la economía de los estadounidenses- alcanzaron un nuevo récord este martes y un día antes del anuncio del índice de inflación de abril.
Los economistas esperan una inflación menos fuerte en abril, luego de un récord en 40 años en marzo.
Gasolina por las nubes
El martes, el precio promedio del galón (3.78 litros) de gasolina era de US$ 4,374, según la asociación de conductores AAA.
Supera así el récord precedente del 11 de marzo pasado, luego de la invasión rusa a Ucrania y el inicio de las sanciones contra Moscú, cuando se ubicó en US$ 4,33. El precio promedio del galón de nafta hace un año era de US$ 2,967.
“El costo de la gasolina sigue el aumento de los precios del petróleo crudo, en momentos en que el mundo busca encontrar una fuente de abastecimiento alternativa al petróleo ruso”, explicó Andy Lipow, de Lipow Oil Associates.
“Herramientas” contra inflación
En marzo, la inflación alcanzó 8.5% en 12 meses en Estados Unidos, según el índice CPI sobre el que están indexadas las jubilaciones.
La disparada de los precios de la gasolina y la alimentación por la guerra en Ucrania, contribuye grandemente al aumento generalizado. Sin estos dos ítems más volátiles, la inflación subyacente alcanza igualmente 6.5%, y se mantiene en máximos en 40 años.
En tanto en el mismo mes, el índice PCE subyacente fue de 5.2% interanual, y del 6.6% si se consideran todos los precios. La Reserva Federal, el banco central estadounidense que fija la política de tasas de interés, toma el PCE como guía.
Ambos índices se calculan en base a metodologías y una canasta de bienes distintas, por eso la disparidad de porcentajes.
Los republicanos recuerdan que la inflación comenzó a escalar mucho antes de la guerra en Ucrania.
Para combatir las subidas de precios, la Reserva Federal (Fed) aumenta sus tasas de referencia. Eso incrementa de forma general el costo del crédito que los bancos dan a sus clientes, y frena el consumo y la inversión.
La Fed “tiene las herramientas adecuadas” y debería actuar “rápidamente” para frenar la inflación, con un nuevo aumento de tasas, declaró John Williams, presidente de la filial neoyorquina del ente monetario.
“Espero que el FOMC (Comité de Política Monetaria) actúe rápidamente para que las tasas directrices vuelvan a niveles más normales este año”, es decir, alrededor de 2%-2.50%, frente al 0.75%-1% actual, expresó en una conferencia en Alemania del Bundesbank y la Asociación Nacional de Economía Empresarial (NABE).
La Fed subió las tasas un cuarto de punto porcentual a mediados de marzo y otro medio punto el 4 de mayo, su mayor aumento desde el año 2000.
El FOMC estimó que otros aumentos de medio punto porcentual estarán “sobre la mesa en las dos próximas reuniones”, el 14-15 de junio y el 26-27 de julio.
“Tenemos una ventaja con respecto a anteriores episodios inflacionistas -sostuvo Williams-: nuestras herramientas de política monetaria son especialmente potentes en los sectores en los que observamos mayores desequilibrios y signos de sobrecalentamiento, como los bienes duraderos y la vivienda”.