Jack Branning es un próspero empresario de Mississippi, con intereses comerciales que se extienden desde Hattiesburg hasta Baton Rouge, Luisiana. Ha visto muchos acuerdos en sus 89 años, pero pocos tan curiosos como el que le ofrecieron en el 2013.
Fue entonces cuando un silvicultor entró en su oficina en Vicksburg y le preguntó sobre 1,700 acres de antiguos campos de soja que tenía cerca. El hombre trabajaba para GreenTrees LLC, una pequeña compañía que dice que combate el cambio climático mediante la reforestación de miles de acres de tierras de cultivo a lo largo del río Mississippi. GreenTrees dice que paga a los propietarios para convertir sus tierras de cultivo en bosques, contabiliza el carbono que calienta el planeta absorbido por esos árboles y luego vende créditos por las reducciones de carbono a las grandes corporaciones que quieren compensar sus propias emisiones de gases de efecto invernadero.
GreenTrees no pudo reforestar las tierras de Branning, porque ya había plantado árboles allí hacía más de una década, gracias a un programa de conservación del gobierno. Pero el ingeniero forestal dijo que la tierra aún calificaba para los pagos de carbono. En efecto, GreenTrees estaba ofreciendo pagar a Branning por hacer algo que ya había hecho, y luego tomar el crédito por ello.
“Funcionaba bien para un tipo como yo”, dice Branning, quien ha recaudado miles de dólares del acuerdo hasta ahora. “Tenía los árboles allí de todos modos, y no se iban a ir”.
GreenTrees se autodenomina el mayor proyecto de reforestación de carbono en América del Norte. Ha firmado contratos con más de 550 propietarios desde su creación hace 13 años, y afirma que sus pagos hacen que propietarios como Branning planten y luego protejan los bosques, y así se atribuyan el dióxido de carbono absorbido por sus árboles.
GreenTrees luego vende estos créditos, conocidos como compensaciones de carbono, a algunas de las corporaciones más grandes del mundo, incluidas Royal Dutch Shell, Duke Energy, Norfolk Southern, United Airlines, y Walt Disney Co. Los compradores corporativos pueden usar los créditos para decir que han reducido sus propias huellas de carbono. Bank of America, MetLife, Salesforce.com, Microsoft, y Boston Consulting Group se encuentran entre las compañías que han comprado compensaciones de GreenTrees para dar la imagen de que sus operaciones son “neutrales en carbono”, lo que significa que han reducido a cero sus contribuciones al calentamiento global.
Pero entrevistas con 17 propietarios participantes, así como un examen de cientos de páginas de contratos y documentos de proyectos, revelan que GreenTrees generalmente atribuye el crédito a árboles que ya se habían plantado, o se habrían plantado de todos modos. Debido a que los pagos de GreenTrees no están causando la mayor parte del secuestro de carbono, los beneficios climáticos reclamados por el proyecto están inflados. Eso significa que las corporaciones que compran compensaciones de GreenTrees no están realmente reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero tanto como sostienen.
Es otro ejemplo de cómo las compensaciones de carbono, una herramienta cada vez más popular utilizada por miles de empresas para declarar un mejor desempeño ambiental, a veces no están a la altura de sus grandes afirmaciones. The Nature Conservancy, el grupo ambientalista más grande del mundo, ha desarrollado proyectos de compensación que generan millones de dólares en ingresos para preservar bosques que no están en peligro de ser talados. A diferencia de los proyectos de The Conservancy en el centro de una investigación de Bloomberg Green, que sostienen que están protegiendo los árboles existentes, GreenTrees se atribuye la plantación de nuevos bosques.
Ambos casos ilustran cómo las reglas débiles y la falta de supervisión pueden afectar al mercado de compensaciones, mientras muchas corporaciones y formuladores de política intentan aumentar su oferta para ayudar a cumplir objetivos agresivos de cambio climático. La industria global de las aerolíneas, por ejemplo, está lista para lanzar un programa el próximo mes que eventualmente gastará miles de millones de dólares en compensaciones de carbono para ayudar a aplanar las emisiones netas de los viajes aéreos internacionales. Algunos créditos de GreenTrees y The Conservancy serán elegibles para este programa.
Al menos un operador está teniendo dudas. United Airlines, que compró créditos de GreenTrees en el 2015, dijo este mes que se está alejando de las compensaciones de carbono y que en cambio invertirá millones en una compañía que extrae CO₂ del aire y lo entierra bajo tierra.
“Las compensaciones presentan un atajo muy atractivo para que las empresas reduzcan sus emisiones”, dice Kyle Harrison, analista de BloombergNEF, una firma de investigación de energía limpia. “Pero si este mercado va a seguir aumentando, debe haber reglas firmes”.
GreenTrees, en efecto, está aprovechando los programas del gobierno. En lugar de influir en las personas para que cultiven árboles, como afirma hacer, muchos propietarios dicen que GreenTrees solo proporciona unos cuantos ingresos adicionales por algo que ya habían decidido hacer.
Los ejecutivos de GreenTrees declinaron ser entrevistados para esta historia, pero la compañía señaló en una declaración escrita que auditores independientes han verificado repetidamente que el proyecto cumple con las reglas establecidas por American Carbon Registry, una institución líder en el establecimiento de normas. Además, dijo, los propietarios de tierras que participan en programas de conservación del gobierno tienen derecho a recaudar ingresos de carbono, una ardua tarea que GreenTrees les ayuda a cumplir. Los ingresos, agregó, alientan a los propietarios a dedicar superficie adicional a los árboles. “Necesitamos que estos propietarios usen sus tierras para causar un impacto, y los incentivos creados por este mercado ayudan a impulsar la participación y maximizar los esfuerzos”, escribió un representante de la compañía.
Pero los expertos en política climática dicen que las compensaciones de carbono funcionan solo si desencadenan una reducción de carbono que de otro modo no habría ocurrido. En otras palabras, el dinero de las corporaciones que compran las compensaciones tiene que ser la razón por la que los árboles se están plantando o protegiendo.
“Hay que poder demostrar que comprar las compensaciones causó este beneficio”, dice Danny Cullenward, profesor de Stanford y director de políticas de CarbonPlan, una organización sin fines de lucro que analiza soluciones de carbono. Si los proyectos de compensación pagan a las personas que ya estaban reduciendo las emisiones por otras razones, dice, “solo están vendiendo aire caliente”.
A lo largo de un camino de tierra muy accidentado, a pocos kilómetros de la ciudad más cercana en el sureste de Arkansas, Allen Gilliam se apoya contra la plataforma de su camioneta para ver más de cerca su propiedad. Era solo un niño de 10 años obsesionado con Mickey Mantle y los Yankees de Nueva York cuando se mudó aquí con su familia en 1960. Trabajaban la tierra para plantar arroz y algodón, y criaban ganado y cerdos. Años más tarde, Gilliam colocó estanques masivos para criar bagres. Pero en esta calurosa tarde de octubre, asiente con aprobación ante su superficie transformada, ahora un denso bosque con álamos de 5 metros de altura, robles a la altura del pecho y una espesa zarza de hierbas de vara de oro amarillo brillante que tiemblan con la brisa.
Gilliam decidió pasarse a los árboles alrededor de 2012, después de que comenzó a sentir el costo físico de la agricultura. Su superficie había sido aceptada en el Programa de Reserva de Conservación (CRP, por sus siglas en inglés), una iniciativa federal que otorga a los agricultores pagos anuales para reemplazar los cultivos con hábitat natural (árboles, en el caso de Gilliam) durante 10 a 15 años. El CRP acordó pagarle US$110 por acre cada año. Poco después de recibir la oferta del gobierno, GreenTrees lo llamó para invitarlo a inscribirse simultáneamente en su programa de carbono. Gilliam aceptó, a pesar de que generaría menos de 1/20 de los ingresos del CRP.
“No me malinterpreten, nos complace recibir los US$300 o US$400 adicionales”, dice Gilliam. Pero, agrega, “incluso si GreenTrees no estuviera disponible, habríamos seguido adelante con el programa de árboles del gobierno”.
Los otros 16 propietarios participantes entrevistados por Bloomberg también dicen que sus acuerdos con GreenTrees no tuvieron impacto en sus decisiones de cultivar bosques. Los 17 dicen que habían inscrito la misma superficie en programas gubernamentales que requieren la plantación de árboles y pagan significativamente mejor que GreenTrees.
El CRP es solo uno de estos programas. Otro esfuerzo del gobierno generalmente paga a los propietarios una considerable suma, que en ocasiones supera el US$1 millón, para poner servidumbres permanentes en los humedales. Estas transacciones le dan el control de la tierra al gobierno, que a menudo la restaura con árboles.
Cinco de los propietarios, incluido Gilliam, dicen que se inscribieron en GreenTrees aproximadamente al mismo tiempo que fueron aceptados en un programa gubernamental. GreenTrees incluso ayudó a plantar sus árboles jóvenes. En estos casos, la compañía está creando un beneficio climático adicional, ya que planta árboles que crecen más rápido que los de un bosque típico del gobierno. Pero GreenTrees no se está dando crédito por este aumento adicional de carbono. Está reclamando crédito por todo el CO₂ absorbido por el bosque, incluidos los árboles de crecimiento más lento que de todos modos habrían sido plantados.
Quizás lo más preocupante es que otros 12 propietarios dijeron que sus árboles fueron plantados años antes de que supieran algo sobre los créditos de carbono o GreenTrees. Cuando GreenTrees más tarde inscribió estas propiedades, no agregó nuevos árboles. Más bien, comenzó a medir –y vender crédito para– los árboles existentes financiados por los contribuyentes.
GreenTrees declina decir cuántos de sus propietarios inscribieron árboles existentes, pero parece ser la mayoría. Un informe del proyecto del 2017 que enumera las fechas de siembra de 380 extensiones de tierra que participan en el programa de carbono indica que se sembraron 258 (o 68%) antes de que el proyecto GreenTrees comenzara en 2008. “Es difícil ver el beneficio climático en eso”, dice Royal Gardner, profesor de derecho en la Universidad de Stetson que estudia los mercados ambientales.
La compañía defiende su reclutamiento de árboles ya existentes señalando el lenguaje que aparece en los contratos de los propietarios. En general, los firmantes atestiguan que la perspectiva de futuros ingresos por carbono ha influido en sus decisiones de plantar árboles, dijo la compañía. “El intento de capturar carbono está claramente articulado”, escribió el representante de la compañía.
Un propietario de tierras de Mississippi, que solicitó el anonimato, se inscribió en GreenTrees nueve años después de que el gobierno le pagara más de US$1 millón para plantar y proteger árboles permanentemente. Aunque su contrato con GreenTrees en los archivos de la oficina del secretario del condado establece que los ingresos de carbono fueron una “determinación importante” en su decisión de renunciar a los cultivos y plantar árboles, dice que no recuerda esa cláusula. “Había plantado los árboles; luego, más tarde, escuché sobre los créditos de carbono de un amigo”, dice.
Las dudosas compensaciones de carbono ponen en tela de juicio los elevados reclamos ambientales de las empresas que los compran. Bank of America declaró en enero que se había convertido en carbono neutral, en parte mediante el uso de compensaciones para cancelar sus emisiones. GreenTrees proporcionó 15.000 toneladas, o aproximadamente el 19% de las compensaciones que utilizó. Bank of America declinó hacer comentarios.
La mayoría de las compañías que compraron créditos de GreenTrees señalaron la aprobación del proyecto por parte de un registro de carbono líder y su validación por auditores independientes. Microsoft, que ha utilizado a GreenTrees para ayudar a borrar sus emisiones de calentamiento global, reconoció en una declaración que “la financiación del carbono y los mercados de carbono no están completamente desarrollados” y pidió normas más uniformes. Pero también defendió el modelo de GreenTrees, diciendo que incentiva a los propietarios a mantener los árboles en pie durante más tiempo que algunos contratos gubernamentales.
De hecho, la compañía garantiza que los árboles permanecerán en su lugar en la propiedad durante 40 años, a pesar de que la mayoría de sus acuerdos con propietarios de tierras duran solo 15 años. Esto significa que GreenTrees estaría en peligro si la superficie se limpia antes de esa fecha, y la compañía deduciría tales pérdidas de los créditos que venda en el futuro.
Pero el beneficio de esa garantía de 40 años es limitado. Primero, no afecta a numerosos propietarios de tierras, como Branning, que firmaron contratos gubernamentales para proteger permanentemente sus tierras. Para los demás, la tala de bosques es un gasto significativo, y muchos cuyos acuerdos de conservación federales que expiran pueden renovarse.
Incluso GreenTrees a veces ha minimizado el riesgo de que los propietarios puedan volver a los cultivos después de que expiren sus contratos con el CRP. En el 2010, Page Gravely, entonces ejecutivo de GreenTrees, dijo a la publicación comercial Delta Farm Press: “Cuando se miran los datos estadísticos de los propietarios de tierras, un porcentaje muy pequeño volvería a dar otro uso a esa tierra”.
Otras compañías, como Shell, han utilizado los créditos de GreenTrees para comercializar lo que describen como productos neutrales en carbono. En un comunicado de prensa el año pasado, la petrolera promocionó a GreenTrees, entre otros proyectos, por ayudarla a alcanzar emisiones “netas cero” en Países Bajos y el Reino Unido. Shell dijo en un comunicado que compra créditos solo si cumplen con estándares reconocidos y son examinados por terceros.
Los auditores, de hecho, han confirmado repetidamente que GreenTrees cumple con las normas establecidas por American Carbon Registry, uno de los varios organismos que establecen normas para gobernar el mercado de carbono. ACR, uno de los registros más antiguos y más utilizados, es administrado por Winrock International, una organización sin fines de lucro con sede en Little Rock, Arkansas.
En una declaración escrita, ACR defendió a GreenTrees y dijo que la compañía “aprovechó con éxito” los programas de conservación del gobierno para plantear ofertas más atractivas para los agricultores. “ACR no duda de la integridad de las compensaciones de GreenTrees”, agregó.
Durante más de dos décadas, los cofundadores de GreenTrees, Chandler Van Voorhis y Carey Crane, han predicado sobre el poder de los mercados para resolver problemas ambientales como el cambio climático. A principios de la década de 2000, el dúo presentó un programa de radio ambiental, llamado GreenWave Radio, que hablaba de una economía futura que “no produzca desperdicios ni contaminación, mientras maximiza las ganancias”.
Una clave de esta “próxima revolución industrial”, como la describieron, era la fijación de un valor financiero a activos naturales como los árboles y el agua. “En este momento, un árbol no aparece en el balance hasta que se corta”, dijo Van Voorhis en un video años después. “Pero ese árbol está produciendo un valor que no se está midiendo o reconociendo”.
Los cofundadores señalan a la madre de Crane, Maggie Bryant, una heredera industrial y cazadora de zorros, como inspiración. Hace décadas, Bryant se convitrtió en propietaria de un pedazo de tierra firme en Mississippi después de la muerte de su esposo. Llamó a la propiedad “Tara”, como la plantación en “Lo que el viento se llevó”, y administró la tierra como un destino sostenible para cazadores y observadores de aves.
Cuando Van Voorhis y Crane comenzaron a explorar el concepto detrás de GreenTrees en 2003, se sintieron atraídos por el mismo terreno: las vastas llanuras de inundación del Valle Aluvial del Mississippi. Los 24 millones de acres de tierra abarcan siete estados y alguna vez estuvieron llenos de bosques. Desde finales de 1700, alrededor del 80% de los árboles han sido talados, y gran parte de la tierra fue arrasada para la agricultura en los años 50 y 60.
Si pudieran persuadir a los agricultores para que conviertan sus acres nuevamente en árboles, el impacto en el clima sería sustancial, razonaron, maximizando los ingresos de carbono y replantando bosques. En lugar de poner solo maderas duras de crecimiento lento, como los robles, que tardan décadas en madurar y absorber carbono, se mezclan álamos de rápido crecimiento, que pueden brotar más de 3 metros en un par de años. Los álamos devorarían el carbono durante un par de décadas, generando ingresos a través de la venta de créditos de carbono, antes de ser talados para dar paso a las maderas duras de crecimiento más lento.
“Piense en nuestro diseño como el chip Intel para la reforestación”, escribió Van Voorhis en un artículo años después. “Podemos cultivar un bosque de madera dura ocho veces más rápido que cualquier otro diseño”.
Para el 2009, mientras el Congreso contemplaba un gigantesco proyecto de ley para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, GreenTrees llamó la atención de grandes contaminadores preocupados por las nuevas y costosas regulaciones.
La compañía eléctrica Duke Energy invirtió ese año. Como parte del acuerdo, GreenTrees plantaría más de 1 millón de árboles en 1,700 acres y Duke recibiría compensaciones de carbono. Dos años después, Norfolk Southern invirtió US$5,6 millones para plantar 6 millones de árboles y generar 1 millón de créditos de carbono para el ferrocarril (Norfolk Southern y Duke dicen que aún no han usado sus créditos de GreenTrees para reclamar reducciones en sus emisiones).
A pesar de su trabajo con grandes corporaciones, GreenTrees siguió siendo una operación eficiente. Incluso hoy, la compañía, con sede en The Plains, Virginia, incluye solo nueve empleados en su sitio web, incluidos Van Voorhis, Crane y un par de experimentados en bosques que trabajan con propietarios de tierras en el Delta del Mississippi. Su empresa matriz, C2I, también fundada por Van Voorhis y Crane, opera un par de pequeñas empresas complementarias, incluido un vivero de álamos que suministra esquejes a GreenTrees.
Cuando GreenTrees comenzó a suscribir propietarios de tierras a principios de 2008, parece haber buscado propiedades específicas sin bosques. Los primeros 22 tramos, enumerados años después en su informe de proyecto, se plantaron de 2008 a 2010. Toda su superficie temprana se inscribió “conjuntamente” en el CRP, según otros documentos del proyecto. La estrategia, tal como se describe en una versión archivada de su sitio web desde 2008, era agregar un incentivo además de los pagos de conservación del gobierno para persuadir a más propietarios de tierras para que cambiaran a árboles. “La adición de ingresos basados en el carbono y otros incentivos de GreenTrees”, señala el sitio web, “está diseñada para inclinar la balanza económica de los propietarios”.
Pero después de un par de años, GreenTrees parece haber cambiado su enfoque para reclutar muchas propiedades con árboles en pie. “Los propietarios ahora tienen una nueva oportunidad de vender carbono forestal de bosques jóvenes y existentes”, explicó la compañía en un artículo de 2012 publicado en Arkansas Out-of-Doors. Alentaba a las personas que se habían inscrito en programas federales de conservación en los seis años anteriores a llamar.
A veces, la compañía inscribía a propietarios que habían plantado sus árboles incluso antes. Larry King decidió hace casi dos décadas tirar la toalla en sus esfuerzos para cultivar algodón y soja en 636 acres de propiedades propensas a inundaciones a unos 70 kilómetros de Jackson, Miss. “No era propicio para la agricultura”, dice.
Entonces King inscribió la tierra en el CRP. Siete años después de que se plantaran sus árboles, se enteró de los créditos de carbono y GreenTrees por un artículo en el periódico local. King dijo que llamó para preguntar sobre la inscripción de estos mismos árboles financiados por los contribuyentes en su programa de carbono. Después de un par de años, GreenTrees estuvo de acuerdo. “Era una obviedad para mí”, dice King, quien utiliza los ingresos del carbono para ayudarlo a pagar sus impuestos a la propiedad. “Ya tenía los árboles y no tuve que hacer nada más”.
La práctica de reclamar crédito por árboles plantados hace mucho tiempo preocupa a algunos en el mercado de carbono. Por ejemplo, Climate Action Reserve, otra norma para las compensaciones de carbono que compite con ACR, no permite que los proyectos inscriban a propietarios que plantaron árboles hace más de un año. “He tenido incalculables llamadas de ese tipo en mi carrera”, dice Craig Ebert, presidente de CAR. “No quieren hacer nada nuevo. Solo tienen una cantidad permanente de carbono. Dame algunos créditos. Esa no es una actividad acreditable si no hay cambio de comportamiento”.
Para Mark Trexler, es una historia que ha visto una y otra vez. Trexler escribió la primera metodología de compensación de carbono hace 30 años, y desde entonces ha trabajado en docenas de proyectos de compensación como consultor. Los proveedores de compensaciones de carbono forestal a menudo comienzan con las mejores intenciones; quieren ayudar al planeta y construir un negocio rentable, dice. Pero los precios de los créditos de carbono siguen siendo demasiado bajos, a menudo de US$8 a US$10 por tonelada, para impulsar cambios importantes y atraer a cientos de propietarios. Entonces, los desarrolladores de proyectos comienzan a buscar formas creativas de construir su negocio e inscribir acres.
“Comienzas a encontrar buenas excusas para cortar esfuerzos”, dice Trexler. “Y terminas en un lugar donde nunca quisiste estar”.
Hay indicios de que algunos de los participantes que rigen el mercado de compensación están ajustando sus directrices. ACR, el registro que ha aprobado el programa GreenTrees, señaló en un correo electrónico que ha cambiado sus reglas para que proyectos más nuevos “cumplan con las normas emergentes del mercado de carbono y promuevan nuestro compromiso continuo con la calidad y la credibilidad”. Las nuevas reglas incluyen límites en la cantidad de tiempo que puede transcurrir entre la plantación de árboles en una propiedad y su inscripción para créditos de carbono.
En efecto, el cambio en la regla es un repudio sutil al modelo de negocio de GreenTrees, lo que significa que el proyecto no podría aprobarse hoy a menos que excluya a decenas de propietarios como Jack Branning. Eso decepcionaría al octogenario de Mississipi, cuyos esfuerzos de conservación fueron reconocidos con un premio nacional en el 2004, y que ha estado utilizando los ingresos adicionales de GreenTrees para aumentar esos esfuerzos. Pero como señala Branning, sus árboles estarán aquí mucho después de que se haya ido, independientemente de cualquier dinero que obtenga por ese carbono. “Es como lo que se escucha en la televisión de vez en cuando”, dice. “¿Qué demonios hay que perder?”.