Un año después de su última guerra contra Israel, el movimiento islamista Hamás se enfrenta a un gran dilema: seguir su resistencia armada o bajar la intensidad para concentrarse en la reconstrucción de la Franja de Gaza.
El 10 de mayo del 2021, semanas de enfrentamientos entre las fuerzas israelíes y los palestinos en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén Este, anexada por Israel, desató una guerra de 11 días.
Un aluvión de cohetes fue disparado desde la Franja de Gaza, algunos de los cuales cayeron en ciudades israelíes y los restantes fueron interceptados. Esa misma noche, la fuerza aérea israelí atacó Gaza.
La guerra destruyó partes de Gaza, mató a 260 palestinos, incluyendo combatientes y niños. Catorce personas murieron en Israel, incluido un soldado y dos menores.
Más de mil unidades residenciales y edificios de Gaza fueron dañados o destruidos por el bombardeo israelí.
Pero un año después, el esfuerzo de reconstrucción apenas ha comenzado. Torres destruidas en la ciudad de Gaza no han sido reconstruidas y varias carreteras necesitan reparaciones urgentes.
“Para mediados de este año deberíamos haber completado la reconstrucción de 500 casas”, aseguró Naji Sarhan, subsecretario del ministerio de Obras Públicas de Gaza.
“Nuestra prioridad es reconstruir los apartamentos de las familias de bajos ingresos”, indicó Sarhan, cuyo ministerio está en manos de Hamás.
Señaló que recibieron ayuda para la reconstrucción de Egipto y Qatar, dos países árabes que mediaron en la tregua entre Hamás e Israel.
Hamás dividido
Israel ha buscado reducir las tensiones al aliviar las restricciones económicas contra Gaza, donde el desempleo alcanza cerca de 50%.
El número de permisos de trabajo para que habitantes de Gaza trabajen en Israel aumentó a 12,000 a inicios de abril, y podría subir a 20,000 si persiste la calma.
Este ofrecimiento plantea un dilema para Hamás, que en las últimas semanas aplaudió seis ataques mortales contra Israel y amenazó con una “gran batalla” si Israel continúa su “agresión” contra los fieles palestinos en la mezquita Al Aqsa.
Hamás también invitó al líder de la Guardia Revolucionaria de Irán, Hossein Salami, a dirigirse por videoconferencia a un estadio en Gaza.
“Hamás está dividido. Los líderes en Gaza intentan evitar una mayor escalada y les entusiasma la decisión del gobierno israelí de darle más a Gaza mientras Gaza esté en calma”, comentó Ofer Zalzberg, experto en Oriente Medio del Instituto Herbert C. Kelman.
“Pero hay dirigentes de Hamás fuera de Gaza, como Saleh al-Arouri, quien piensa más en términos ideológicos y cree que la estrategia no debe estar centrada en Gaza”, agregó.
Para el economista palestino Omar Shaban, la reconstrucción y desarrollo de Gaza no pueden depender solo de donaciones de países extranjeros y permisos de trabajo otorgados por Israel.
“Necesitamos un proceso político real que plantee la cuestión del reconocimiento de la entidad que administra Gaza”, declaró en referencia a Hamás, calificada como organización “terrorista” por Estados Unidos, la Unión Europea (UE) e Israel. “Sin eso, no habrá cambio”, advirtió Shaban.