Mario Draghi logró mantener unido al euro en el punto álgido de la crisis de la deuda soberana, pero no logró mantener a raya a los partidos políticos italianos, justo al tiempo que la eurozona se enfrenta a una nueva crisis energética e inflacionaria.
El primer ministro renunció este jueves después de que tres aliados de la coalición retiraron el apoyo a su Gobierno, rompiendo la unidad que lo había llevado al cargo en febrero del 2021.
El momento no podría ser peor. Su dimisión se produjo el día en que el Banco Central Europeo que una vez dirigió elevó su tasa de interés clave en 50 puntos básicos, su primer aumento en 11 años. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, y sus colegas también dieron a conocer una herramienta que esperan garantice que los mercados no aumenten los costos de endeudamiento de manera demasiado agresiva en economías vulnerables.
Los bonos italianos, que retrocedieron tras la dimisión de Draghi, se hundieron tras la decisión del BCE. La economía europea se enfrenta a una inflación récord, una desaceleración del crecimiento y escasez de energía después de que la invasión de Ucrania por parte de Rusia pusiera nerviosos a los inversionistas.
Irónicamente, su salida del poder se produce poco antes del décimo aniversario de su promesa del 26 de julio del 2012 de hacer “lo que sea necesario” para preservar la moneda única.
Cuando se convirtió en primer ministro, Draghi ofreció tranquilidad a los mercados porque aportó un ímpetu para las reformas y una estabilidad temporal a la política notoriamente inestable de Italia. El nuevo brote de turbulencia en los bonos italianos dificultará que el BCE endurezca la política monetaria sin crear nuevas tensiones dentro de la unión monetaria.
El hombre de 74 años fue elegido por el presidente Sergio Mattarella para encabezar el Gobierno número 67 de Italia desde la Segunda Guerra Mundial después de que los partidos no lograran resolver un estancamiento político. Draghi rápidamente se dispuso a renovar una economía estancada que aún necesitaba recuperar el terreno perdido por el COVID-19.
Gastar con sensatez
Bajo su dirección tecnocrática, Italia se embarcó en una reforma inicial ligada a un esfuerzo por gastar el dinero del fondo de recuperación de la Unión Europea de manera sensata. La economía creció en el primer trimestre de este año más rápido de lo que predijeron los economistas y superó a sus pares europeos en el segundo trimestre.
Todo eso ahora se cuestiona después de semanas de crecientes tensiones políticas que comenzaron cuando el Movimiento Cinco Estrellas, un aliado clave de la coalición, se negó a respaldar a Draghi en un voto de confianza el 14 de julio. El clímax fue una sesión del Senado de un día de acalorado debate en la que Draghi trató de imponer nuevamente su autoridad, estableciendo sus términos para continuar en el poder antes de que sus antiguos socios lo abandonaran.
El propio primer ministro pareció sentir la crisis que se avecinaba cuando habló en una cena con la prensa extranjera en Roma el 12 de julio. De pie bajo majestuosos pinos en los jardines de una villa del siglo XVII, enumeró sus esfuerzos para cambiar Italia, una especie de testimonio de su año y medio en el cargo liderando la tercera economía más grande de la eurozona.