Después de dos años de pandemia, el COVID-19 se propaga nuevamente a toda velocidad debido a la muy contagiosa variante ómicron. Pero a pesar de todo se mantiene la esperanza de que el coronavirus se convierta en el 2022 en una enfermedad endémica con la cual la humanidad aprenda a convivir.
Las olas de contagios se suceden y se parecen unas a otras, con su desfile de restricciones y reaperturas -a menudo prematuras- que dan la impresión de “un día que nunca termina”.
“Tenemos un muy duro invierno delante nuestro”, advirtió el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Pese a la explosión de casos, sobre todo en Europa y Estados Unidos, numerosos expertos en sanidad pública consideran que el mundo dispone ahora de las herramientas y la pericia para dominar el virus. Pero poderes públicos y sociedad deben tomar decisiones difíciles y a veces discutidas.
“La evolución de esta pandemia está en nuestras manos”, insistió Maria Van Kerkhove, encargada de la lucha contra el COVID-19 en la Organización Mundial de la Salud (OMS), en primera línea desde la aparición de la enfermedad a finales de 2019 en China.
¿Podemos “alcanzar un estadio en que controlemos la transmisión en 2022? ¡Absolutamente!”, exclamó.
Un año después de su llegada al mercado, las vacunas demostraron su eficacia contra las formas más graves de la enfermedad, aunque no frenan completamente su transmisión, lo que permite apariciones de nuevas variantes como la delta o la reciente ómicron.
La producción mundial debe alcanzar los 24,000 millones de dosis en junio, una cantidad en teoría más que suficiente para inmunizar a toda la población mundial.
Por ahora se han administrado 8,500 millones de dosis, pero sobre todo en países ricos que, pese a los discursos solidarios, distribuyen vacunas para sus niños y de refuerzo, mientras naciones menos favorecidas siguen con amplios porcentajes de población desprotegidos.
Refuerzo sin discernimiento
Los primeros vacunaron de media a un 67% de la población, mientras que los segundos no alcanzan el 10%, según cifras de la ONU.
Decenas de países ya aplican programas de refuerzo de dosis o de vacunación de niños. Otros luchan para poner en marcha sus planes de vacunación, incluyendo el personal sanitario y las personas más vulnerables.
“Ningún país podrá superar la pandemia con vacunaciones de refuerzo y éstas no significan una luz verde para celebrar como lo habíamos previsto”, indicó el doctor Tedros. “Estos programas de refuerzo indiscriminados incluso podrían prolongar la pandemia en vez de acabar con ella”, agregó.
Cuanto más circule el virus, más probable es que emerja una variante más contagiosa, más mortífera o más resistente a las vacunas.
Los rostros del COVID
Por todo el mundo se han repetido escenas de pacientes intubados o postrados en camas en los pasillos por falta de espacio, atendidos por un personal médico exhausto. Y en las calles de países como Brasil o Indonesia se han visto colas interminables de familiares buscando oxígeno.
Las imágenes de cientos de piras improvisadas para incinerar las víctimas del COVID-19 en India reflejó la magnitud de la tragedia: oficialmente más de 5.5 millones de personas, aunque la OMS estima que puede ser dos o tres veces más.
Ningún país ha registrado tantas víctimas como Estados Unidos, con 800,000 decesos por la pandemia. El flujo constante de breves necrológicas en la cuenta @FacesofCovid (Rostros del covid) humaniza esta cifra impersonal.
“Christopher Mehring, 56 años, de Dillon, Montana, muerto de COVID-19 el 2 de noviembre del 2021. Las palabras son inútiles para describir su amor por sus nietos”.
Y Europa, que parecía haber pasado página con el amplio despliegue de vacunas, volvió a la realidad pandémica a finales del 2021 con una virulenta quinta ola que ha forzado a los gobiernos a hacer nuevamente equilibrios entre libertades y restricciones.
En este tiempo, el movimiento antivacunas y antirestricciones se ha radicalizado, con disturbios en Países Bajos, Francia o Bélgica.
O todos o nadie
Aun así, los expertos confían que la etapa de “pandemia” puede llegar pronto a su fin.
Como en el caso de la gripe, el mundo podría continuar conviviendo con el covid como una enfermedad endémica pero controlable, asegura Andrew Noymer, epidemiólogo de la Universidad de California Irvine.
Pero la desigualdad en el acceso a las vacunas sigue siendo un desafío y se suma a los desequilibrios preexistentes entre países ricos y pobres.
Como repite hasta la saciedad Tedros Adhanom Ghebreyesus: “Nadie está seguro si no lo está todo el mundo”.
Los países ricos demostrarían “miopía pensando que vacunándose ellos se libran del problema”, adviritó Gautam Menon, profesor de biología y física en la universidad Ashoka en India.
Una hipótesis de escenario catastrófico recientemente elaborado por la OMS como advertencia plantea una pandemia del COVID-19 fuera de control provocada por mutaciones cada vez más peligrosas, que se junta a otra pandemia tipo zika.
En este escenario, la confusión, la desinformación y las crisis migratorias desencadenadas por las enfermedades reducen a la nada la confianza en las autoridades políticas y científicas y hunden los sistemas sanitarios.
Es un planteamiento todavía más inquietante considerando que “tenemos un virus en el origen de la pandemia actual y numerosos candidatos para la siguiente”, señaló Michael Ryan, director de la OMS para las situaciones de urgencia.
“No es ciertamente el último de los patógenos peligrosos”, apuntó Jamie Metzl, especialista en las ciencias y la salud.
Sea como sea que evolucione el COVID-19, “está claro que nosotros ya jamás nos podremos desmovilizar”, agregó.