China, primer importador de petróleo, y Venezuela, con sus colosales reservas de oro negro, parecían hechos uno para el otro, pero la crisis política amenaza ahora los US$ 50,000 millones que Pekín ha invertido en el país sudamericano.
Hace poco más de una década China había autorizado a Venezuela sus primeros préstamos reembolsables con barriles de petróleo.
El gigante chino buscaba una especie de seguro para sus préstamos, y el país sudamericano, dueño de las mayores reservas del mundo, era un país particularmente atractivo.
En la actualidad, "otros países de la región ven en Venezuela un modelo sobre la forma de hacer negocios con China", comentó Margaret Myers, investigadora del grupo de reflexión estadounidense Inter American Dialog.
En una década, China multiplicó sus préstamos, inversiones en infraestructura y compras de títulos europeos de deuda venezolana, mientras hacía referencia a una relación "mutuamente benéfica".
En el 2010, el Banco de Desarrollo de China (estatal) ofreció a Caracas US$ 20,000 millones en préstamos en condiciones ventajosas. Ese mismo año, el presidente venezolano Hugo Chávez anunciaba con bombos y platillos inversiones china por unos US$ 16,000 millones.
Pero la situación se descarriló después de la muerte de Chávez, en el 2013: los precios del petróleo pasaron a oscilar violentamente, la caída de los ingresos hizo estallar la deuda externa de Venezuela a US$ 150,000 millones, incluyendo los US$ 20,000 millones adeudados a China.
China, ¿factor de la crisis?
Seguidamente, el escenario se complicó todavía más con el estallido de una violenta crisis política, hiperinflación, dificultades alimentarias y, por sobre todo, el caos en la producción petrolera, que se encuentra su más bajo nivel de tres décadas a causa de equipos mal mantenidos.
Con este contexto, la crisis política "puede poner en riesgo las entregas petroleras prometidas a China, desorganizar las operaciones de empresas estatales chinas en Venezuela", dijo Benjamin Gedan, consejero del centro de reflexiones estadounidense Wilson Center.
Finalmente, "nuevas fuerzas políticas podrían llegar al poder" y decidir no honrar los compromisos con China, añadió.
En una analogía, el caso venezolano ilustra los peligros de la Ruta de Seda, el gigantesco programa de infraestructura lanzado por China a través de Asia, Europa y África, mediante colosales préstamos a países ya endeudados.
En la visión de Gedan, "al tener tal rol central en Venezuela, Pekín termina por validar la tesis del gobierno estadounidense, para el que los financiamientos chinos agravan la corrupción y enferman las economías emergentes".
Para Matt Ferchen, del centro Carnegie-Tsinghua sobre Política Global, en Pekín, Venezuela es testimonio de los obstáculos de la "diplomacia del yuan": China facilita "las malas decisiones de política económica en Caracas, especialmente de cara a la crisis financiera".
Por ello, apunta Ferchen, Venezuela puede rechazar las instituciones financieras internacionales y prefiere buscar el soporte de Rusia y China, a quienes no debe rendir cuentas.
Fondos evaporados
"Los préstamos chinos exigían pocas condiciones y responsabilidades. En Venezuela, miles de millones de dólares se han gastado en proyectos con motivaciones políticas o se han evaporados", dijo Myers.
Las autoridades chinas expresa su apoyo al presidente Nicolás Maduro pero sin promesas, mientras espera tener un panorama más claro sobre la solvencia de Caracas.
En tanto, un informe del Inter American Dialogue afirma que los bancos chinos de desarrollo no han acordado ningún financiamiento a Venezuela en el 2017.
Igualmente, China se dice preparada para trabajar con quien asuma el poder en Venezuela. El opositor Juan Guaidó, por su parte, ya adelantó que él honrará los pagos a China.
En otras partes del mundo, los colosales préstamos chinos en obras de infraestructura ya sienten el peso de la nueva realidad.
En octubre Sierra Leona abandonó un proyecto de construir un aeropuerto de US$ 400 millones, al tiempo que Malasia confirmó en enero la suspensión de proyectos ferroviarios de costo faraónico.
En la visión de Ferchen, China parece hacer creer que puede "comprender mejor las necesidades de otros países en desarrollo".
Pero en el caso venezolano, "China ha visto a su socio, con el que tenía una 'relación especial', hundirse en una crisis política, económica y humanitaria. Y China no hace nada", apuntó.