Rusia anunció el martes que registró 737 muertes por COVID-19 en las últimas 24 horas, un récord desde el inicio de la pandemia en este país en el se propaga la variante Delta.
Es la primera vez que Rusia, quinto país más afectado del mundo por el número de casos, supera la marca de 700 muertes diarias debidas al coronavirus.
El país también registró 23.378 nuevos casos, las cifras más altas desde mediados de enero, cuando salía de una segunda ola. Desde el comienzo de la epidemia, Rusia registró más de 5,6 millones de infecciones.
Durante los últimos ocho días el país estableció seis récords de mortalidad, y su lucha contra el virus se complica por una campaña de vacunación muy poco seguida.
Lanzada en diciembre, hasta ahora sólo convenció a 26,1 de los 146 millones de rusos, es decir, algo menos del 18% de la población. De ellos, 18,2 millones de rusos (12,5%) recibieron las dos dosis según el sitio Gogov, que agrega los datos de las regiones y medios de comunicación por falta de estadísticas oficiales.
Población escéptica
La población sigue siendo muy escéptica con respecto a las vacunas, y una encuesta del centro independiente Levada publicada esta semana muestra, por ejemplo, que 54% de los rusos no planea vacunarse.
En varias regiones del país, entre ellas Moscú, las autoridades han tomado medidas para incitar a la población a vacunarse, por ejemplo mediante la introducción de un pase sanitario para ir a un restaurante.
El alcalde de la capital, Serguéi Sobianin, también ordenó que 60% de los trabajadores del sector de los servicios estén vacunados de aquí a mediados de agosto, bajo la amenaza de suspender a los que la rechacen.
El Kremlin, que reconoció no poder alcanzar su objetivo del 60% de vacunados de aquí a agosto, se niega por ahora a todo confinamiento nacional para preservar una economía frágil.
La pandemia causó hasta la fecha 139.316 muertes en Rusia, según las cifras oficiales. La agencia de estadística Rosstat, que tiene una definición más amplia de las muertes relacionadas con el coronavirus, había contabilizado 270.000 muertes a finales de abril.