La conferencia sobre el cambio climático de Glasgow (COP26) prolongará sus negociaciones el sábado, informó la presidencia británica, tras una jornada de intensos debates en torno a puntos conflictivos como la financiación.
Los delegados de 194 países se disponían a pasar una larga noche de consultas técnicas, en un momento decisivo de la lucha contra el calentamiento del planeta.
La COP26 es la cita que debe desarrollar el histórico Acuerdo de París de hace seis años, elevando el nivel de ambición, imponiendo más recortes en la emisión de gases de efecto invernadero, planeando un cambio radical del modelo energético, y, punto espinoso, fijando las modalidades de ayuda financiera y de compensación por daños y pérdidas.
La conferencia debería publicar un tercer borrador de sus conclusiones el sábado a las 08H00 (GMT), informó la presidencia británica. Normalmente tras ese documento se abre una sesión plenaria, en la que todas las partes exponen sus quejas o satisfacciones, antes de dar por concluida la conferencia.
Las decisiones de las conferencias de la ONU sobre el cambio climático no son obligatorias, pero la urgencia climática ha ido calando en los gobiernos progresivamente, ante los informes alarmistas de los científicos de la ONU, que aseguran que el mundo se dirige a un aumento de la temperatura “catastrófico”.
“Definición de la locura”
La jornada del viernes fue de nuevo prolija en declaraciones solemnes de los responsables políticos, y reacciones encontradas en torno al nivel de ambición del documento final.
Subvencionar las energías fósiles es una “locura”, lanzó el estadounidense John Kerry en la larga sesión plenaria que examinaba el segundo borrador de la presidencia.
“Tenemos que ver dinero sobre la mesa para ayudar al mundo en desarrollo a realizar los cambios necesarios” y “tiene que ocurrir en las próximas horas”, urgió el anfitrión de la conferencia, el ministro británico Boris Johnson, durante una visita en el sureste de Londres.
Uno de los grandes temas son los US$ 100,000 millones anuales prometidos desde 2009 a las naciones en desarrollo. No solo en 2021 esto seguía sin cumplirse sino que ahora gran número de países pide mucho más, sumas que van hasta US$ 1.3 billones al año, a partir de 2025.
Entre los observadores, Vanessa Pérez-Cirera, responsable de la oenegé ecologista WWF, sugirió por ejemplo que para reunir esta suma “se supriman los billones que se gastan anualmente en subvencionar los combustibles fósiles”.
Ante la asamblea plenaria, Kerry, enviado especial para el clima, denunció precisamente los “billones de dólares en subsidiar los combustibles fósiles” gastados por Estados Unidos “en los últimos cinco o seis años”.
“Eso es la definición de la locura”, afirmó el diplomático. “Esos subsidios tienen que desaparecer”, insistió.
Además de subsidiar a las compañías petroleras, el gobierno federal estadounidense impone luego un impuesto a los consumidores, con el que en 2016 recaudó más de US$ 36,000 millones, según datos del Departamento de Transporte.
“Ineficaces subvenciones”
Buscando un acuerdo, el segundo borrador de resolución pedía a los países “la supresión progresiva de la energía producida con carbón sin mitigación y de las ineficaces subvenciones a los combustibles fósiles”.
Las centrales eléctricas a base de carbón “sin mitigación” son aquellas que no utilizan tecnología de captura de CO2 para compensar parte de los gases que emiten a la atmósfera.
Se trata de una mención sin precedentes a estos combustibles, ampliamente responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el calentamiento del planeta.
Pero ese borrador era un retroceso respecto a la primera versión, algo habitual en la compleja arena de las negociaciones del clima.
Más ambición para 2022
Lamentando que “el borrador revisado haya retrocedido en áreas claves”, Pérez-Cirera se congratuló de que “el aumento a corto plazo de los compromisos climáticos para 2022 siga figurando en el texto, aunque todavía sea insuficiente para el objetivo de +1,5 ºC”.
Según un mecanismo establecido en 2015, los países deben revisar sus objetivos cada cinco años, la próxima vez en 2025.
Pero, desde su llegada a Glasgow, las naciones más vulnerables insistieron en que las revisiones se hagan anualmente.
Hay que hacer más
Las emisiones de gases de efecto invernadero desde la Revolución Industrial ya provocaron un aumento la temperatura de +1,1 ºC y sus catastróficas consecuencias, incluidas sequías e inundaciones, no harán más que agravarse, advierten los expertos.
En los primeros diez días de la COP26 no cesaron de llover pomposos anuncios: nuevos objetivos de India -cuarto emisor mundial-, promesas de cesar la deforestación en 2030 y emitir un 30% menos de metano, gas con 80 veces más efecto invernadero que el CO2.
Incluso China y Estados Unidos, primer y segundo emisores mundiales, acordaron inesperadamente reforzar conjuntamente la lucha contra el cambio climático pese a sus profundas desavenencias en otros campos.
Sin embargo, la ONU advirtió que con todo esto el planeta sigue encaminado a un “catastrófico” calentamiento de +2,7 ºC y que se debe hacer más.