Considerada una de las economistas más influyentes de los últimos años, Mariana Mazzucato, sostiene que la pandemia del coronavirus es una gran oportunidad para cambiar el capitalismo y, con ello, la economía global.
Es profesora de Economía de la Innovación y el Valor Público en la University College London (UCL), en donde también es la directora fundadora del Instituto para la Innovación y Propósito Público (IIPP, por sus siglas en inglés).
Ha escrito los libros The Entrepreneurial State: debunking public vs. private sector myths (El Estado emprendedor. Mitos del sector público frente al privado) y The Value of Everything: making and taking in the global economy (El valor de las cosas: quién produce y quién gana en la economía global). Esta última obra del 2018 tuvo un impacto significativo no solo entre los círculos de economistas, según señala la BBC Mundo.
Es admirada por Bill Gates y el papa Francisco, quien el 28 de marzo le dirigió a Roberto Andrés Gallardo, presidente del Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Humanos, una carta en la que señala que “sobre el futuro económico, es interesante la visión de la economista Mariana Mazzucato, docente en el University College London (”Il valore di tutto”; “chi lo produce e chi lo sottrae nell’ economía globale” La Haya 2018). Creo que ayuda a pensar el futuro”.
La economista considera que el capitalismo se puede orientar hacia un futuro “innovador y sostenible que funcione para todos nosotros”, según indica la organización Ted, donde ha ofrecido tres charlas. Asimismo, cree que la crisis desatada por la pandemia del nuevo coronavirus es una oportunidad para “hacer un capitalismo diferente”.
En una reciente entrevista con BBC Mundo, reafirmó que “no podemos volver a la normalidad. Lo normal es lo que nos metió no solo en este caos, sino también en la crisis financiera y la crisis climática”.
“Esas palabras tienen un significado especial para América Latina, una región con un alto nivel de desigualdad y pobreza, que está luchando contra el cambio climático y con muchas de sus comunidades duramente golpeadas por la pandemia del coronavirus”, comentó al respecto.
Agregó que la crisis nos ha mostrado las deficiencias en las capacidades de los estados y también ha demostrado que la forma en que se ha pensado el rol del Estado en el último medio siglo ha sido “completamente inapropiada”.
“Desde la década de 1980, se les ha dicho a los gobiernos que pasen a un segundo plano y que permitan que las empresas dirijan y creen riqueza y que intervengan sólo para solucionar los problemas cuando surjan. El resultado es que los gobiernos no siempre están adecuadamente preparados y equipados para hacerle frente a crisis como la del COVID-19 o la emergencia climática”, sostuvo.
Según explicó, si los gobiernos asumen que tienen que esperar hasta que se produzca un gran shock sistémico para intervenir, cuando esto ocurre las medidas tomadas sobre la marcha resultan insuficientes.
Desde su punto de vista, es clave para América Latina que su agenda se centre tanto en la creación de valor como en la redistribución de valor.
“Los altos niveles de desigualdad y pobreza significan que hay poblaciones vulnerables que tienen el potencial de enfrentar enormes dificultades económicas en el contexto de una crisis como la que estamos experimentando ahora”, comentó.
Además, el que las economías latinoamericanas se caractericen por su grandes niveles de informalidad contribuye a exacerbar la situación.
Sostiene también los estados que no están preparados destinan menos recursos para financiar los servicios públicos. Además, también tienen menos opciones para ayudar al sector informal, lo que resulta desastroso para los sectores más vulnerables.
“Por lo tanto, los estados deben crear valor invirtiendo e innovando para encontrar nuevas formas de proporcionar servicios públicos a las poblaciones vulnerables en la economía informal. Cuando los estados pasan a un segundo plano y no se preparan para las crisis (lo que ha sucedido en muchos países, no solo en América Latina), su capacidad para ofrecer servicios públicos se ve severamente entorpecida”, opinó.
Dichos servicios públicos -señala- deben ser parte de un sistema de innovación: las ciudades verdes y el crecimiento inclusivo requieren innovación social y tecnológica.
A nivel global, hay una “triple crisis del capitalismo” en este momento, según señala:
-Una crisis sanitaria: la pandemia global ha hecho que la mayoría de la población mundial esté confinada y es claro que sólo somos tan saludables como nuestros vecinos, a nivel local, nacional e internacional.
-Otra crisis económica: la desigualdad es tanto una causa como una consecuencia de la pandemia de COVID-19.
-La tercera es la crisis climática: no podemos volver a “business as usual” (aquí no pasa nada). A principios de este año, los medios de comunicación estaban llenos de imágenes aterradoras de bomberos abrumados (tratando de apagar incendios forestales), no de personal de atención médica desbordado.
Por ello, considera que esta crisis y la recuperación necesaria generan la oportunidad de comprender y explorar cómo hacer el capitalismo de manera diferente.
“Esto amerita repensar para qué están los gobiernos: en lugar de simplemente corregir las fallas del mercado cuando surjan, deberían avanzar activamente hacia la conformación y la creación de mercados para hacerle frente a los desafíos más urgentes de la sociedad. (...) Cuando las empresas privadas solicitan rescates de los gobiernos, debemos pensar en el mundo que queremos construir para el futuro y la dirección de innovación que necesitamos para llegar a él y, sobre la base de eso, agregar condiciones a esos rescates para beneficiar el interés público, no solo el privado”, manifestó.