El diluvio de informaciones sobre la invasión rusa contra Ucrania coloca a los medios frente al desafío de evitar volverse transmisores partidistas de una guerra informativa que se desarrolla en paralelo al conflicto y los obliga a buscar nuevos métodos de trabajo.
“Esto fue un diluvio (de imágenes, de informaciones) desde las primeras horas” del conflicto, contó Shayan Sardarizadeh, periodista del equipo de la BBC a cargo de la desinformación.
El reportero cita otros dos momentos donde el volumen de información para clasificar fue de esta magnitud: la pandemia del COVID-19 y las dos semanas en torno a las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre del 2020.
El bombardeo del teatro de Mariúpol, un puerto asediado por las fuerzas rusas, ilustra la dificultad para los medios para informar sobre los hechos que se producen en un terreno donde el acceso es casi imposible.
Fue el ayuntamiento de este puerto ucraniano el primero en publicar en Telegram una imagen del teatro mostrando la estructura central totalmente destruida, y también fueron las autoridades locales quienes afirmaron que temían que el bombardeo hubiera dejado un saldo de cerca de 300 muertos, citando a testigos.
Desde los primeros días del conflicto, un incidente en las Isla de las Serpientes fue retomado por muchos medios, sin citar ninguna otra fuente que las autoridades ucranianas.
Después de que el gobierno ucraniano elogiara como “héroes” a los soldados muertos, finalmente las autoridades indicaron que estaban muy contentos de que estuvieran “vivos”, después de que el ejército ruso informó sobre el retorno de estos efectivos ucranianos a tierra firme.
Esto refleja “la niebla informativa en torno a la guerra” y “voluntad que hay de hacer propaganda” en los dos bandos, señaló Arnaud Mercier, experto en comunicación en la Universidad de Paris-II Panthéon-Assas y autor de la obra “Armes de communication massive” (Armas de comunicación masiva), que analiza el caso de la guerra de Irak.
“Se ve de todo”
Las precauciones tomadas por los medios no evitan el escepticismo del público. Al inicio del conflicto, el diario alemán Bild y el medio holandés RTL Nieuws fueron acusados, injustamente, de engañar a sus lectores difundiendo imágenes falsas del conflicto.
Entre las imágenes y las informaciones por verificar “se ve de todo”, reveló Shayan Sardarizadeh, citando videos de conflictos antiguos, ejercicios militares reciclados y también imágenes verdaderas, pero presentadas de una forma engañosa.
Otros elementos que circulan mucho en las redes sociales, como por ejemplo las “humillaciones” sufridas por los ucranianos que colaboraron con los rusos, por otra parte son imposibles de verificar, ya que no se puede identificar el lugar o la fecha dónde tuvieron lugar.
Y tampoco puede olvidarse el rol de los internautas, entre los cuales hay perfiles conocidos en los círculos complotistas o antivacunas, que ahora son adeptos al Kremlin y que aprovechan para atizar la desconfianza frente a los medios tradicionales, cambiando logos y gráficos de cadenas como la gigante estadounidense CNN.
Desde hace años, varias publicaciones instalaron unidades de verificación de la información, conocidas como “fact checking”, para ayudar a separar la paja del trigo, pero estos códigos también han sido imitados por los rusos.
Un portal destacado por las autoridades en las últimas semanas afirma librar una guerra “contra las falsedades” en línea, en base a acusaciones, a veces infundadas, que favorecen al Kremlin.
Para contraatacar, los medios tradicionales desarrollan técnicas de investigación digital. A principios de marzo, los periodistas del diario francés Le Monde pudieron constatar el uso de armas de racimo en zonas civiles de Ucrania, gracias al análisis de videos disponibles en internet.
La unidad de investigación visual del diario estadounidense New York Times y del medio en línea Bellingcat, que son referencias en análisis con fuentes abiertas, estudiaron los desplazamientos de tropas rusas hasta antes de la invasión contra Ucrania, con imágenes satelitales y de cámaras de vigilancia.
Y otras imágenes, como la de la empresa estadounidense Maxar Technologies que mostró un enorme convoy de vehículos militares rusos dirigiéndose a Kiev o las del teatro de Mariúpol, conmocionaron.
Bellingcat analiza también todos los días, si se usaron armas de racimo, con las imágenes que encuentra en internet.
Todo esto con la esperanza, de que al final, esta documentación pueda ser utilizada ante la justicia en varios tribunales nacionales e internacionales que abrieron investigaciones sobre posibles crímenes de guerra en Ucrania.