La Convención Constitucional de Chile se encamina a discutir este martes los artículos de la Carta Magna legada por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90) y que será plebiscitada este año durante el mandato del presidente electo, el izquierdista Gabriel Boric.
Instalada caóticamente el 4 de julio, la Convención es hija de las protestas sociales del 2019 que jaquearon el modelo económico neoliberal que tornó a Chile en un país económicamente ejemplar en la región, pero quebrado por las desigualdades.
Las multitudes que tomaron las calles chilenas entonces señalaban a la actual Constitución como origen de la desigualdad y reivindicaban un nuevo modelo de Estado que garantizase la salud pública, la educación universal de calidad o una mejora de las pensiones.
La Constituyente “llega a instalarse un poco a tropezones entre medio de los otros poderes constituidos. La Convención Constitucional está en pie, funcionando, con todas sus instituciones internas plenamente conformadas y toda la orgánica interna necesaria”, dice su vicepresidente, Jaime Bassa, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Valparaíso.
El cuerpo está compuesto por 155 miembros elegidos por la ciudadanía en el 2021 de forma paritaria y con escaños reservados para pueblos indígenas, un hito “especial y único”, dice Bassa, en la historia democrática de Chile.
“Es una forma de ejercicio de un poder político para lo cual la institucionalidad no estaba preparada”, afirma el vicepresidente, quien junto a la presidenta, la académica mapuche Elisa Loncon, conforman la mesa directiva.
La Convención Constitucional tiene nueve meses que podrían prorrogarse hasta un año, según Bassa, para completar su cometido. En sus seis primeros se ha dedicado a construir una institucionalidad desde cero.
“Está marchando incluso sobre la expectativa o los primeros augurios que hubo sobre el proceso constituyente”, indica la profesora de Derecho de la Universidad Diego Portales, Leslie Sánchez.
Se crearon la directiva y las presidencias adjuntas, las comisiones y los reglamentos que las rigen y comenzó la recepción de propuestas de articulado.
Tanto ciudadanía como constituyentes han podido presentar propuestas que serán debatidas a partir ahora. Este 4 de enero, ecuador del trabajo de la Convención Constituyente, también se cambiará la mesa directiva.
Del simbolismo...
“Uno espera que el poder constituyente sea capaz de llevar adelante ese acto de reafirmación existencial que significa que un pueblo reclame para sí la titularidad del poder político”, destaca Bassa en sus últimos días como vicepresidente.
Loncon y él fueron elegidos por los 155 constituyentes el pasado 4 de julio para presidir la Convención. Ahora tienen que dejar su lugar a una nueva pareja que continúe con el trabajo de redactar una nueva Constitución.
“Lo hicimos con mucha fuerza, mucha autogestión, fuimos construyendo sobre la marcha y habiendo pasado los seis meses, luego de esos días, podemos mirar con mucha satisfacción el trabajo que se ha hecho”, explica Bassa.
“Loncon y Bassa son simbolismo”, afirma Sánchez. “Que haya paridad de hombre y mujer es relevante, que sea una mujer la presidenta, que ella además provenga de los pueblos originarios chilenos. Fueron todo señales simbólicas que fueron construyendo un relato a la Convención”, agrega.
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Los nuevos referentes deben continuar el trabajo hasta presentar dentro de seis meses la nueva Constitución, que será validada o no en un plebiscito de voto obligatorio.
“El trabajo que ahora viene es un poco más técnico, quizás menos simbólico que la instalación”, señala el abogado constitucionalista, Sebastián Zárate.
“Se deben mantener ciertos equilibrios de legitimidad política respecto al origen ideológico de cada uno de ellos, paritaria e idealmente representación de pueblos originarios”, explica Zárate sobre la nueva presidencia, que de nuevo será elegida entre los 155 constituyentes.
Presidente electo
Bassa confía que además del trabajo realizado en los primeros seis meses, la Convención Constituyente se beneficiará del nuevo presidente electo, el joven izquierdista de 35 años Gabriel Boric, quien asumirá el próximo 11 de marzo.
Se queja de que el vigente mandatario, el conservador Sebastián Piñera, “había estado más bien en contra” del proceso constituyente.
“Se abre a una etapa distinta en la etapa de cierre, con un presidente que apoyó el proceso constituyente y que va a garantizar también la autonomía de la Convención para poder llevar esto a buen puerto”, afirma Bassa.
El 15 de noviembre del 2019, en medio de las protestas más violentas de la revuelta social, que dejó 34 muertos, todo el Parlamento de Chile, salvo el Partido Comunista, acordó convocar un referéndum para decidir si se redactaba una nueva Constitución.
Boric lo firmó como diputado, lo que le valió críticas incluso de su propio partido. Su compromiso con el proceso institucional para cambiar la Carta Magna también quedó reflejado tras vencer el pasado 19 de diciembre en las elecciones.
“Esto es un tema de Estado, de largo plazo. Todos tenemos que poner lo mejor de nosotros mismos (...) si le va bien a la Convención le va bien a Chile”, dijo Boric al visitar la institución dos días después de su triunfo.