Un grupo de científicos europeos, entre ellos cuatro ganadores de premios Nobel, ha ideado al “homo galapaguensis” como un humano respetuoso de la naturaleza, consciente de la crisis climática y comprometido con salvar a los océanos de la amenaza de los residuos plásticos.
Ese postulado es uno de los compromisos que la Real Academia Europea de Doctores (RAED) ha plasmado en un manifiesto para la defensa de los océanos, elaborado tras un proceso de debate que tuvo lugar en las paradisíacas Islas Galápagos, en el oeste de Ecuador.
Se debe “cuidar este tesoro ecológico y permitir que siga siendo el gran laboratorio desde el que Charles Darwin se inspiró para cambiar la historia de la biología y el concepto de evolución”, se señala en el manifiesto firmado este lunes en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).
Entre los suscriptores se destacan el biólogo israelí Aaron Ciechanover, premio Nobel de Química en el 2004; el alemán Erwin Neher, Nobel de Medicina en 1991; el británico Richard John Roberts, Nobel de Medicina en 1993; y el estadounidense Richard Schrock, Nobel de Química en el 2005.
También el español Alfredo Rocafort, presidente de la Real Academia Europea de Doctores (RAED), y más de 90 prestigiosos biólogos, juristas y economistas que desde el pasado 26 de agosto participaron en la “Primera Expedición Científica y Cultural a las Islas Galápagos y a Ecuador”.
El encuentro fue organizado por la RAED, la Fundación Quo Artis, la organización My Planet First, con el apoyo de la Fundación Fidal y la Universidad San Francisco de Quito.
El llamado “Manifiesto de Galápagos”, firmado por los científicos, recoge los puntos de vista y propuestas frente a los problemas ambientales que afectan a este archipiélago ecuatoriano.
Sin embargo, el manifiesto va más allá y describe las principales amenazas que acechan al planeta, sobre todo las que tienen un origen antropogénico; es decir, causados por el hombre.
“La contaminación plástica es perpetua, persistente y omnipresente. Es un problema global creciente, particularmente para las islas aisladas”, precisa el documento.
Asimismo, solicita al mundo “dar figurativamente un salto evolutivo y pasar del ‘homo sapiens’, que vistos los problemas que provocamos en el planeta cada vez lo somos menos, a convertirnos en ‘homo galapaguensis’; término que representaría una convivencia respetuosa y armónica entre los seres humanos y el medio natural”.
Declara a la educación como “piedra angular para preservar nuestra riqueza biológica” y exhorta a que se considere “el uso universal de internet como un derecho humano fundamental para el libre acceso a la cultura y la formación, sin que estos dependan de variables económicas”.
También sugieren que organizaciones filantrópicas, gobiernos e instituciones internacionales promuevan la creatividad humana en la búsqueda de “soluciones efectivas y viables para la preservación de los mares y océanos”, para que las corrientes marinas que recorren el planeta “lleven vida y no basura”.
“La manera más efectiva de reducir los efectos de la contaminación plástica y su impacto en la salud humana y animal es prevenir su llegada al océano. Para ello es imprescindible el uso de la ciencia para encontrar soluciones efectivas”, apunta el manifiesto.
“Creemos fundamental que se cree una comisión global para la mitigación de los efectos de la contaminación plástica en los océanos”, añade.
Finalmente, sugiere a la Unión Europea (UE) que establezca “una oficina especial para la preservación de los mares y las fuentes de agua potable”, con el fin de “enderezar un rumbo que por el momento va directo a una tormenta cuyas consecuencias pueden comprometer seriamente nuestro futuro y el de las generaciones futuras”.