China replicó a lo que considera “mentiras” e “informaciones falsas” de los países occidentales sobre su trato a la minoría uigur, y convocó al embajador de la Unión Europea (UE).
Según estudios de institutos estadounidenses y australianos, al menos un millón de uigures han sido internados en “campos” en la región china de Xinjiang (noroeste) y algunos fueron sometidos a “trabajos forzados” y “esterilizaciones”.
China niega categóricamente estas dos últimas acusaciones y afirma que los “campos” son “centros de formación profesional” destinados a alejar a la población del extremismo religioso y del separatismo, tras una serie de atentados atribuidos a los uigures.
En respuesta, la UE impuso el lunes sanciones contra cuatro dirigentes pasados o actuales de Xinjiang. El Reino Unido y Canadá siguieron su ejemplo.
En cuanto a Estados Unidos, que ya sancionaba a dos de esos líderes desde el 2020, añadió los otros dos a su lista.
Pekín tomó represalias sancionando a diez personalidades europeas, entre ellas cinco miembros electos del Parlamento europeo, todos ellos acusados de “difundir mentiras” basadas en estudios que China considera sesgados.
Los europeos y sus familias tendrán prohibida la entrada a China continental, Hong Kong y Macao.
Cuatro fundaciones europeas también están en el punto de mira de Pekín, entre ellas la Alianza de las Democracias, una institución danesa dirigida por el ex secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen.
“Lecciones” de la UE
Pekín anunció el martes que había convocado “durante la noche” al embajador de la UE en China, Nicolas Chapuis, para “condenar en los términos más enérgicos” las sanciones europeas “basadas en mentiras e informaciones falsas”.
“La UE no está capacitada para dar lecciones a China sobre derechos humanos”, le dijo el viceministro de Asuntos Exteriores, Qin Gang.
“China insta a la UE a reconocer la gravedad de su error, corregirlo y poner fin a la confrontación, para no causar más daños a las relaciones sino-europeas”, añadió.
El ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, también salió al paso de las acusaciones el martes durante una reunión en China con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov.
“En los últimos días, una minoría de potencias occidentales se ha pronunciado para difamar y criticar a China”, dijo Wang.
“Sin embargo, deben saber esto: los días en que podían inventar historias o fabricar una mentira para interferir en los asuntos internos de China pertenecen al pasado definitivo”, añadió.
Las sanciones occidentales decididas este lunes podrían ser una señal de fortalecimiento de los lazos entre Estados Unidos y sus aliados frente a Pekín, tras la relativa desunión observada durante el mandato del expresidente Donald Trump.
Visita a Xinjiang
Los puntos de fricción entre los países occidentales y China siguen siendo numerosos, desde la represión contra la oposición en Hong Kong al acceso al mercado chino, pasando por las inversiones chinas en Europa, el Mar de China Meridional o Taiwán.
La salida de Trump podría haber iniciado una distensión entre Pekín y Washington, pero el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, retomó el calificativo de “genocidio” para evocar el trato a los uigures, un término ya utilizado por su predecesor Mike Pompeo.
Los periodistas extranjeros pueden ir a Xinjiang, pero están muy vigilados por las autoridades. Esto les dificulta confirmar o desmentir las informaciones sobre la región.
Los uigures, mayoritariamente musulmanes y de lengua turca, son uno de los 56 grupos étnicos de China. Constituyen algo menos de la mitad de los 25 millones de habitantes de Xinjiang.
Varios embajadores de países de la UE llevan meses pidiendo que se les permita visitar la región libremente, pero la visita está en punto muerto, indicaron la semana pasada fuentes diplomáticas.
Según la misma fuente, el bloqueo se debe a una petición para que pueda acceder a la región Ilham Tohti, un académico uigur condenado en el 2014 a cadena perpetua por “separatismo” y acusado de apología de atentados.