El Banco de Pagos Internacionales (BPI) considera que la subida de los precios de la electricidad, por el elevado precio del gas natural, va a dañar la producción industrial.
En un artículo del informe trimestral del setiembre del BPI, publicado hoy, los economistas Fernando Avalos y Wenqian Huang dicen también que es difícil sustituir el petróleo ruso porque incrementará mucho los precios del crudo y de derivados como la gasolina y el diésel, que ya han llegado a máximos históricos.
Subida del gas natural y la electricidad frena el crecimiento
Debido al aumento de los precios del gas, el precio de la electricidad mayorista se ha quintuplicado desde mediados de 2021, según cifras del BPI.
La subida de los precios de la electricidad puede, incluso, aumentar más para los usuarios finales, algo muy negativo para la producción industrial y la actividad económica general.
Un corte del gas natural en Europa podría reducir el producto bruto interior (PBI) de Alemania entre el 0.5 y el 3% en el 2022.
Los países en Europa Central y del Este podrían afrontar una caída del PBI de hasta el 6 %, según el BPI.
“Después de muchos años de estabilidad, los precios del gas subieron extraordinariamente desde mediados del 2021, en gran parte por desequilibrios en los mercados de la Unión Europea (UE)”, según Avalos y Huang.
La UE es el segundo consumidor global de gas y depende de suministros del exterior, mientras que Estados Unidos es autosuficiente con el gas de esquisto.
Durante décadas, una tercera parte o más de los suministros en la UE procedía de la región, especialmente del yacimiento de gas de Groninga en Holanda, que en el 2013 producía 53,000 millones de metros cúbicos anuales, cantidad que representaba el 40% de la producción de gas natural de la UE.
Pero desde que se paró la extracción de gas en Groninga a comienzos del 2014, la producción de gas en la UE cayó rápidamente y aumentó el suministro de Rusia, que aumentó su cuota en el consumo de gas total de la UE hasta el 35% en el 2020.
El parón repentino de la economía global en el 2020 por la pandemia creó un exceso de oferta que redujo los precios a mínimos históricos, pero desde mediados de 2021 suben.
El gas natural holandés Title Transfer Facility (TTF), que es la referencia para el resto de Europa, subió a finales del 2021 a 60 dólares, ocho veces más que el precio medio en los diez años anteriores.
Las tensiones en los precios se contagiaron a los mercados globales como se vio en los precios del Japan Korea Marker (JKM), referencia para Japón, Corea del Sur, China y Taiwán.
Las tensiones en los mercados de gas de la UE se volvieron más agudas con la guerra de Rusia en Ucrania y después de que Rusia dejara de suministrar gas.
Durante el 2022, la UE incrementó sus importaciones de gas natural licuado de Estados Unidos a máximos históricos, lo que contribuyó a la subida del precio Henry Hub, la referencia en Estados Unidos, aunque de forma moderada.
Es difícil sustituir el petróleo de Rusia
La subida de los precios del petróleo se puede moderar en parte con el incremento del uso de biocombustibles, pero esto también aumentará los precios del maíz y las semillas oleaginosas que se usan como materia prima para producir etanol o biodiésel.
El incremento de los precios de estas materias primas agrícolas también generará rápidamente aumentos del precio de otros alimentos.
Desde el comienzo de la guerra de Rusia en Ucrania en febrero del 2022, los precios del trigo y del aceite de girasol se han disparado porque ambos países son grandes exportadores.
Para muchas economías “será difícil compensar” grandes restricciones o la retirada de las exportaciones rusas de petróleo porque “los productores alternativos no parecen tener suficiente capacidad libre para llenar el hueco”, apostillan los autores del artículo.
Además, la inversión en nuevas capacidades de producción es limitada, especialmente la de empresas de economías avanzadas, cuya inversión se prevé vaya a caer un 30% respecto al nivel del 2019, una tendencia a la baja que se observa, al menos, desde el 2015.