Bill Gates “creó el COVID-19”, quiere “despoblar la Tierra” o bien “implantar chips electrónicos a la gente”, son algunas de las afirmaciones falsas que se comparten por millones en internet contra el célebre magnate y filántropo.
El cofundador de Microsoft se convirtió en el blanco favorito de los complotistas, cuya visibilidad aumentó con la pandemia.
Gates “es una especie de muñeco vudú en el que complotistas de todo tipo plantan sus teorías”, explica Rory Smith, director de investigación de First Draft, una red de medios que actúa contra la desinformación.
Como un “espantapájaros”, abunda Whitney Philips, de la universidad estadounidense de Siracusa, respecto al multimillonario que desde hace 20 años financia campañas de vacunación y de lucha contra las epidemias con su Fundación Bill y Melinda Gates.
Por ejemplo, un video que acusa al estadounidense de querer "eliminar al 15% de la población" mundial mediante las vacunas y de implantar chips electrónicos en la gente, acumuló casi dos millones de visualizaciones en YouTube en menos de dos meses.
Estas acusaciones “se dispararon” entre enero y abril, según Smith. Hasta el punto de que la desinformación en inglés contra Bill Gates es ahora la más viral de todas las relativas al COVID-19, indica el New York Times.
“Aprovechado”
Pero también existen en muchas otras lenguas y en aplicaciones como Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp y fórums como 4chan y Reddit.
La AFP desmontó más de una docena de publicaciones virales al respecto en inglés, francés, español, polonés o checo.
Montajes de videos, fotos, descontextualizaciones... todo vale para acusar a Gates de dar una vacuna envenenada a los africanos, de haber provocado parálisis en miles de niños, de poseer la Organización Mundial de la Salud (OMS), de usar el cerebro para crear criptomonedas e incluso de ser satanista.
Todas las afirmaciones tienen un punto en común: asegurar que el magnate quiere aprovecharse de la situación, como en una guerra, para subyugar al mundo o enriquecerse vendiendo vacunas.
"Es preocupante" porque estas teorías pueden "reducir la confianza de la gente en las organizaciones de salud y provocar que se vacune menos", según Smith.
"Como ha criticado a la administración Trump y es un magnate de la tecnología convertido en filántropo y en ferviente promotor de la vacunación", Gates es "el chivo expiatorio perfecto" de esta crisis, resume la investigadora Kinga Polynczuk-Alenius, en un blog de la Universidad de Helsinki.
“Estrella del complot”
El cofundador de Microsoft es la estrella de los complots "desde hace mucho tiempo", explica Sylvain Delouvée, investigador en psicología social en la Universidad francesa de Rennes.
Ya fue acusado de estar detrás de la epidemia del zika y de ser una criatura reptiliana.
La Fundación Gates abandera numerosos proyectos humanitarios en África, donde proliferan las teorías en su contra. Como financia además numerosas empresas privadas y es el segundo donante de la OMS, esto da pie a muchos rumores.
Desde hace tiempo, es blanco también de los antivacunas, muy activos en las redes sociales, especialmente en periodo de pandemia.
Quienes afirman que creó el COVID-19 alegan que posee la “patente” y que “previó la epidemia” en una conferencia en el 2015.
En realidad, un instituto de investigación que había recibido fondos de la Fundación Gates había depositado una patente concerniente a un coronavirus animal, sin relación con el SARS-CoV-2.
Y como parte de la comunidad científica, Gates había avisado de la probabilidad de que surgiera una pandemia en los años venideros.
Más allá de los tintes políticos
Estas informaciones también son compartidas por personalidades como la actriz francesa Juliette Binoche y superan las divisiones políticas.
Así, Gates fue blanco de las acusaciones de la ultraconservadora estadounidense Laura Ingraham por querer "rastrear" a la gente con las vacunas, y también de Robert Kennedy Jr, sobrino del expresidente demócrata, anti-Trump y antivacunas.
Su riqueza y liderazgo en el sector tecnológico hacen de él un "sospechoso a la fuerza" de la extrema izquierda, mientras que la extrema derecha repudia su influencia internacional, explica Delouvée.
Sin embargo, desmontar las informaciones falsas no equivale a exonerar a sus víctimas de cualquier culpa, afirma Delouvée, para quien por ejemplo es legítimo interrogarse sobre el uso de datos personales por parte de los grupos tecnológicos.
La Fundación es además objeto de críticas por falta de transparencia en su gestión y su financiación, por ejemplo en la prestigiosa revista científica The Lancet.