El Gobierno alemán busca fórmulas para compensar al ciudadano por la previsible subida del gas, derivada del bloqueo del gasoducto germano-ruso Nord Stream 2 como respuesta a Vladímir Putin, mientras la industria alerta de sus efectos a medio plazo.
El ministro alemán de Economía, el verde Robert Habeck, defendió este miércoles el bloqueo del gasoducto Nord Stream 2, que en su opinión y la de su partido no debería haberse construido nunca, mientras trataba de calmar los ánimos ante un alza de la factura del gas que reconoce como inevitable.
“Paliaremos la subida momentánea del precio del gas y sus cargas sobre el ciudadano y las empresas por otro lado”, afirmó Habeck, vicecanciller en el Gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz, en declaraciones a la radio pública alemana Deutschlandfunk.
Habeck, al frente del superministerio de Economía y el Clima desde el relevo en el poder, el pasado diciembre, garantiza que Alemania tiene suficiente gas y que su suministro está asegurado, ya que se han tomado las medidas oportunas para que así sea.
Según avanzaba estos días “Spiegel”, hay reservas suficientes para lo que queda de invierno. El vicecanciller sostiene, incluso, que Alemania puede prescindir por completo del gas ruso, aunque admite que ello acarrearía un alto coste.
Para Habeck, como para su correligionaria y titular de Exteriores, Annalena Baerbock, la suspensión de la licencia para la entrada en funcionamiento de Nord Stream 2 es una especie de victoria compleja. Por un lado, porque ya desde antes de la escalada del conflicto ucraniano su partido rechazaba ese gasoducto; por el otro, porque acentúa los temores de ciertos sectores a que bajo los Verdes todo se encarece.
Para Habeck, Nord Stream 2 nunca debería haberse construido, por ser “un enorme factor de riesgo en el Báltico”. El ahora ministro alertó siempre de que ese gasoducto implicaba una fuerte dependencia de Moscú.
El adiós a la ambigüedad de Scholz
Scholz anunció ayer la suspensión del proceso de certificación del gasoducto, cuya construcción culminó el año pasado. El reconocimiento de las repúblicas separatistas del Donbás ucraniano por parte de Rusia convertía en insostenible su entrada en funcionamiento, como le habían advertido tanto el presidente de EEUU, Joe Biden, como sus socios verdes.
Ello supone un giro de 180 grados en la política frente a Rusia tanto de su antecesora conservadora, Angela Merkel (2005-2021), como del socialdemócrata Gerhard Schröder (1998-2005).
El Nord Stream 2, de 1.235 kilómetros, fue construido para transportar gas ruso directamente a Alemania sin pasar por Ucrania, lo mismo que el Nord Stream 1, en funcionamiento desde 2011.
El gran proyecto había sido suscrito por Schröder y el presidente Putin en abril de 2005, unos meses antes de la llegada al poder de Merkel.
Las relaciones entre la líder conservadora y Moscú fueron mucho más dificultosas que bajo Schröder, quien dio a Putin trato de amigo y sigue defendiendo esa relación. Pero pese a las sucesivas tensiones entre Moscú y Berlín o la anexión de Crimea, Merkel defendió el Nord Stream 2 como necesario para la transición energética hacia las renovables.
El bloqueo al nuevo gasoducto se produce en el año en que Alemania debe cerrar sus tres últimas centrales nucleares, de acuerdo al plan de abandono de esa fuente de energía impulsado por el gobierno roji-verde de Schröder y asumido por Merkel.
Las alertas del sector
El Instituto de la Economía Alemana (IW) advierte de que Alemania debe incrementar su almacenamiento de gas hasta el próximo invierno ante un posible corte del suministro por parte de Rusia y recomienda, asimismo, agilizar el desarrollo de las renovables
“En un caso normal, Alemania está bien cubierta a corto plazo por sus infraestructuras de almacenamiento y una buena conexión con terminales de gas licuado en países vecinos como Holanda”, señala IW en un estudio.
No obstante, la situación podría ser problemática si los depósitos no están lo suficientemente llenos, como recientemente ha ocurrido, o si el invierno resulta particularmente frío, advierte el informe.
“No es posible predecir en qué medida es posible desviar gas licuado a Europa en un caso de crisis”, señalaba Andreas Fischer, autor del estudio.
El IW recordaba ahí que Alemania importa más de la mitad del gas que consume de Rusia. Y también que Alemania es el principal receptor de ese gas: alrededor del 25 % de las exportaciones de gas ruso tiene como destino Alemania.
En tanto, el consejero delegado de la compañía alemana de suministro energético E.on, Leonhard Birnbaum, advirtió de que una suspensión total de los suministros de gas ruso podría afectar a la industria alemana a medio plazo.
“A día de hoy, algunas empresas quedarían desconectadas del abastecimiento”, dijo en declaraciones al semanario “Zeit”. El impacto actual no sería tan drástico, ya que pronto acabará la temporada de frío, “pero el próximo invierno, la industria energética probablemente no podría abastecer sin más a una serie de clientes”, advirtió.