El Banco Central Europeo advirtió que la mayoría de los prestamistas que supervisa aún tienen que elaborar planes concretos que muestren cómo cambiarán sus estrategias comerciales para tener en cuenta el cambio climático.
Si bien alrededor de la mitad de las 112 instituciones supervisadas por el banco central con sede en Fráncfort están “contemplando establecer objetivos de exclusión para algunos segmentos del mercado, solo unas pocas mencionan una planificación activa para dirigir sus carteras en una trayectoria compatible con el Acuerdo de París”, dijo el lunes Frank Elderson, miembro de la junta ejecutiva del BCE en una entrada de blog.
Elderson señaló que una propuesta de la Comisión Europea para introducir un requisito legal para que los prestamistas desarrollen planes de transición para sus negocios hacia la neutralidad de carbono era “bienvenida” y que el BCE ayudaría a monitorear el progreso de los bancos en esa transición. El BCE ha criticado previamente a la industria por el débil estado de preparación para los riesgos vinculados al cambio climático.
Los planes de transición de los bancos hacia la neutralidad de carbono “deberían resaltar la alineación de los prestamistas y las posibles divergencias de los objetivos de política relevantes a través de los cuales la UE implementa el Acuerdo de París en cualquier momento desde ahora hasta el 2050″, dijo Elderson. “Deben ser parte del establecimiento de estrategias de los bancos y estar estrechamente vinculadas a su modelo y plan comercial”.
El supervisor planea realizar el próximo año una prueba de resistencia exhaustiva de los riesgos climáticos de los bancos, en la que analizará la intensidad de carbono de los libros de préstamos y las operaciones comerciales, así como la capacidad de la industria para hacer frente a las consecuencias físicas del cambio climático en los valores de los activos.
Los bancos que tengan un mal desempeño en la prueba de resistencia climática del próximo año pueden enfrentar mayores requisitos de capital, lo que erosionaría su capacidad para devolver las ganancias a los accionistas.
El entorno regulatorio más estricto se produce en medio de advertencias cada vez más fuertes de que el mundo lamentablemente está atrasado en la reducción de emisiones de carbono, lo que aumenta la presión sobre los Gobiernos y las empresas para que entreguen planes climáticos más ambiciosos.