Después de dos años de restricciones de viajes por la pandemia, Ámsterdam ha vuelto a ser la que era: turistas en masa arrastrando maletas por el carril bici, y vecinos hartos que buscan vecindarios acogedores a las afueras de la capital neerlandesa. Quieren reducir un turismo que, en realidad, arregla las cuentas a las arcas del municipio.
Ámsterdam recibió casi 200 millones de euros más de lo que gastó el año pasado debido, en gran parte, al retorno masivo y rápido del turismo tras la pandemia, según las cuentas anuales presentadas esta semana por la concejal de Finanzas, Hester van Buren. La ciudad esperaba un déficit de 37 millones para 2022.
Además del turismo, señala el diario local Het Parool, el municipio recibió 3,700 millones de euros del gobierno central, 430 millones más de lo previsto. Esta contribución anual varía en línea con el gasto nacional, y como se gastó más dinero en Defensa por la guerra en Ucrania y en apoyo a los negocios tras la pandemia, la partida de Ámsterdam también incrementó.
Pero ahorrar 200 millones de euros es también motivo de “preocupación” para el municipio: “La escasez de personal está ejerciendo presión sobre la organización y, en última instancia, también sobre los resultados”, señaló Van Buren.
La escasez de mano de obra impide llenar vacantes de trabajo necesarias para invertir esos ingresos en proyectos de vivienda, transporte, transición energética, mantenimiento, atención y educación.
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Turismo molesto
Pero el turismo también es un problema para Ámsterdam. La alcaldesa, Femke Halsema, lanzó una campaña contra lo que denomina “turismo molesto”, destinada a hombres británicos de entre 18 y 35 años que acuden a la capital para “desmadrarse”, en particular en De Wallen, el antiguo centro de la ciudad que incluye el Barrio Rojo.
La campaña se dirige por ahora a personas de Reino Unido que usen términos en internet como “despedida de soltero en Ámsterdam”, “hotel barato en Ámsterdam” y “recorrido de bares en Ámsterdam”, a los que saltarán anuncios en los motores de búsqueda instándolos a evitar la ciudad si sus planes son “portarse mal y causar molestias”.
Uno de los videos muestra a un joven desmayado en un banco, mientras un paramédico le coloca una máscara de oxígeno para llevarlo al hospital en ambulancia.
“Llegar a Ámsterdam a consumir droga + perder el control = un viaje al hospital + daño de salud permanente = familia preocupada”, dice el texto. “Mejor no vengas”, añade.
La ciudad también está tratando de llevar a cabo una serie de cambios para hacer que el casco antiguo sea más agradable para residentes y menos atractivo para turistas.
Esto incluye acortar horarios de apertura de bares, “coffeeshops”, tiendas y ventanales de la prostitución, y está estudiando una prohibición de fumar cannabis y alcohol en ciertos vecindarios.
Habrá carteles con advertencias de que “está prohibido orinar en público, estar borracho y ser problemático, causar contaminación acústica y comprar drogas” a distribuidores en las calles, dice el municipio.
Además, Halsema está en plena batalla con los residentes del norte y sur de Ámsterdam por elegir su zona como posible localización de un nuevo centro erótico, un plan por el que quiere alejar la prostitución del corazón de la capital, pero que los vecinos temen que les traiga a sus puertas problemas que hoy sufre el centro histórico de la ciudad.
Los expatriados
En 2021, casi 74.000 personas abandonaron la región metropolitana de Ámsterdam, que hoy tiene una población de 921.000 personas. En particular, los treintañeros se están yendo de la ciudad al formar una familia porque buscan más espacio y cohesión social en su vecindario.
El turismo, sobre todo, pero también los residentes extranjeros están haciendo de la ciudad un tanto inhabitable, denunciaron los propios locales en un informe de Rabobank a mediados de abril.
Muchos residentes culpan a sus vecinos internacionales de “aumentar los alquileres” o comprar viviendas a precios altos, desplazar a los lugareños, y hacer que el inglés domine las calles de ciertas áreas.
Halsema contestó a ese informe con una entrevista en la emisora local AT5 instando a los extranjeros a “echar raíces, ocuparse de hacer cosas por su barrio, y participar en la comunidad”, en lugar de “vivir en una burbuja”. Entre los ejemplos, propone aprender neerlandés y hacer voluntariado.
Pero, una investigación de la Plataforma Asesora de la Comunidad Internacional sugirió que, en realidad, la mayoría de los expatriados en Ámsterdam tratan de aprender neerlandés de forma activa y aprecian tener buenos vecinos, aunque, denuncian, han sufrido discriminación por motivos de origen al menos una vez, y los proveedores de servicios les cobraban más por ser extranjeros, lo que se extiende a precios del alquiler.
Fuente: EFE
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