Las enormes minas de cobre de Chile están recurriendo al mar a medida que escasean los suministros de agua dulce. Pero un nuevo informe muestra que la tendencia viene con un considerable costo en la forma de consumo energético.
Las minas en Chile, que se dirigen a aumentar su producción en un 21% para el año 2032, reducirán el uso de agua continental en un 45% y aumentarán el consumo de agua de mar en un 165%, según un informe publicado el lunes por la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco). Se espera que el desglose para el 2032 sea 68% de agua de mar y 32% de agua continental, según la agencia gubernamental.
Se trata de una buena noticia dado que Chile está sufriendo una sequía que se arrastra desde hace más de una década y está agotando los suministros de agua subterránea, lo que en conjunto está impulsando una iniciativa para reemplazar un sistema de asignaciones favorable a los inversionistas por un modelo que prioriza el consumo humano y la preservación.
La desventaja es que extraer más agua de mar, tanto salada como desalinizada, para transportarla a las minas en lo alto de los Andes contribuirá a aumentar el consumo eléctrico de la minería, que se espera que se eleve un 31% para el año 2032.
El agua de mar se ha convertido en una alternativa clave para evitar el agotamiento de los acuíferos y otras fuentes de las que dependen las comunidades, pero su uso está en conflicto con otros objetivos de sostenibilidad.
El dilema es que los chilenos exigen que la minería, su sector más importante, se vuelva más ecológica mientras el mundo cuenta con ella para producir los metales necesarios para esa misma transición energética.
Sin duda, Chile está trabajando para limpiar su red mientras las empresas mineras han dado grandes pasos hacia la obtención de energía más sostenible.