Carlos A. AndersonECONOMISTA
En las discusiones políticas, académicas y periodísticas de la situación del empleo en los EE.UU. no había figurado antes la palabra "underemployment". Se suponía que una persona que está en edad de trabajar y que quiere trabajar forma parte de la PEA o fuerza laboral. Si tiene trabajo, pues está empleado y si no lo está, pues está desempleado. Así de sencillo. El concepto "subempleado" simplemente carecía de mayor significado. Pero la crisis…ah, la crisis, amenaza con poner de moda este concepto laboral tan propio de los países en vías de desarrollo.
En efecto. Hasta ahora, cualquier comparación entre una economía industrializada y una emergente en temas relacionados con el empleo, el desempleo y la fuerza laboral requería de entrada una aclaración acerca del significado de los términos empleados. Por ejemplo, decir que el desempleo español de 25% es una situación mucho más calamitosa que el desempleo peruano de 7% exigía como suele hacerlo Condorito una necesaria aclaración: en el caso español, que dicha tasa de desempleo comprende a todas las personas en edad de trabajar que no tienen un empleo adecuado. Es decir, que de manera implícita, ese concepto incluye a los miles y miles de personas que trabajan en la economía subterránea, sumergida, en negro o como quieran llamar a la "economía informal". Y en el caso peruano, que dicha tasa se refiere a Lima Metropolitana y solo se refiere a los que no tienen ninguna forma de empleo, ni temporal, ni a tiempo parcial ni a los que se ganan "alguito" en el próspero océano de la informalidad, océano que en su totalidad es responsable de poco más de la mitad de la producción de bienes y servicios del país, el así llamado PBI.
En suma, la diferencia fundamental entre un 7% de desempleo a la peruana y un 25% de desempleo a la española reside en si contamos o no al ejército de trabajadores de la economía informal, donde habita de manera predominante el trabajador con un empleo inadecuado, el que teniendo preparación (contador, profesor, abogado) se dedica, sin embargo, a algo distinto (taxista) o el que queriendo un empleo a tiempo completo solo obtiene un trabajo por horas. ¿Y cómo se comparan ese 7% peruano, o el 25% español con el 7,8% de desempleo abierto en los Estados Unidos, la tasa de desempleo más baja desde que llegó el Presidente Obama al poder? Pues no se comparan porque la definición de desempleo de los Estados Unidos incluye únicamente a aquellos que queriendo trabajar no consiguen un trabajo como Dios manda, es decir con todos los beneficios de la ley. La definición norteamericana excluye a los que en Perú o en España serian subempleados y los esconde detrás de un concepto técnico llamado "tasa de participación".
Es decir, para las estadísticas norteamericanas, quienes quieren trabajar pero no encuentran un trabajo simplemente "se retiran" del mercado laboral. La dura realidad esa que todavía no capturan las estadísticas de empleo de los Estados Unidos es que no es tan fácil retirarse del mercado laboral, sobre todo cuando has visto como el valor de tus dos fuentes principales de recursos tu vivienda y tus acciones en empresas han prácticamente desaparecido de la noche a la mañana. Esta situación se complica todavía más en vista de la inexistencia de una red de seguridad social a la europea, con sus subsidios generalizados a la salud y la vivienda y un esquema de seguro de desempleo de largo plazo capaces de hacer suspirar al más pro capitalista de los trabajadores norteamericanos. El subempleo es una categoría laboral que se expande por todos los Estados Unidos, fenómeno que hace pensar a algunos que quizás efectivamente dicho país se va convirtiendo lentamente en un "país en vías de subdesarrollo".