FOTOGALERÍA. El teletrabajo es bueno, o debería serlo. Dependiendo del nivel de experiencia, cuando trabajamos desde cada tendemos a ser más productivos. Así lo ponen de relieve numerosos estudios, como uno realizado en Harvard Business Review donde se concluía que trabajar desde casa favorece a los trabajadores de oficina y los digitales a “concentrarse en el trabajo que realmente importa”, según el portal emprendedores.
El peligro aquí es saber qué hay que entender por “el trabajo que realmente importa”. Intuimos que se refieren solo al resultado final, a la productividad diaria a lo que, comúnmente llamamos foco. Pero ver el trabajo solo así es un peligro.
Silvia Rivela, arquitecta y fundadora de Dowe, se ha especializado en diseño, gestión del cambio a nuevas formas de trabajar e innovación aplicada los espacios físicos de trabajo. En esta línea, desde 2016 viene ayudando a empresas y startups -especialmente en fase de scaleup- a adaptar transformar sus espacios laborales habiendo trabajado, entre muchas otras, con compañías de la talla de Spotahome, Deliveroo en España o Citibox.
Cuando todo se convierte en foco
Fue a raíz de la pandemia cuando la inmensa mayoría de los trabajadores se vieron obligados a convertir sus casas en oficinas. Vale que, con todos en casa, los ambientes no eran de lo más propicio para alcanzar lo que se conoce como el estado del flow laboral, esto es, productividad y felicidad.
Pero tampoco nadie nos enseñó a teletrabajar de manera eficaz. Sencillamente nos limitamos a habilitar un pequeño hueco de la casa y tratar de replicar el máximo posible los hábitos de trabajo que aplicábamos en la oficina, pero con algunas diferencias fundamentales: que no socializábamos ni aprendíamos de los compañeros. Al fin y al cabo, como dice Silvia Rivela, somos seres gregarios y aprendemos mucho conversando con otros. “Con el teletrabajo todo se convirtió en foco, foco y foco”
Con el propósito de ayudar a las compañías a mantener su continuidad y a todas aquellas personas que, de la noche a la mañana, se vieron trabajando en el salón de su casa diseñó Rivela un curso titulado ‘Hackea tu casa para trabajar mejor en remoto’.
Convencida de que el espacio de trabajo impacta en las personas sobre tres tipos de bienestar: el físico, el mental y el emocional conviene buscar el equilibrio entre estas tres dimensiones. Para ello, propone la incorporación de una serie de prácticas y dinámicas en cada una de estas tres vertientes que te ayudarán a trabajar mejor desde casa.
Buenas prácticas para el nivel físico
Algunas, como la de la silla ergonómica, son bien conocidas, pero otras no tanto. Estas son algunas de las prácticas que recomienda la especialista para preservar nuestra salud física.
Dolor lumbar, hernias, contracturas…son solo algunas de las dolencias que puede desencadenar el hecho que permanecer 8 horas diarias en la misma postura. Según Rivela, no conviene permanecer sentado y en la misma posición más de dos horas. Transcurrido ese tiempo, recomienda levantarse durante 5-10 minutos. Como excusa para tener que hacerlo aconseja trucos como no tener la papelera en el lugar de trabajo, sino en otro espacio, o utilizar vaso en lugar de botella de agua para tener que levantarte cada x tiempo para rellenarla.
Para compaginar el trabajo el posición sentada con la postura de pie. Para ello recomienda trucos como disponer de algún elemento vertical, tipo pizarra donde hacer anotaciones, buscar una mesa o un espacio más alto -vale hasta la tabla para planchar-
Además de combatir el sedentarismo laboral entablar una conversación mientras se pasea activa también el cerebro. Tampoco es conveniente que la reunión se prolongue más de media hora. Lo mismo para las conversaciones telefónicas.
Además de disponer de una silla y una mesa de trabajo adecuados, puede ser interesante intercalarlo con otros recursos, como una pelota de pilates que obliga a mantener una postura correcta y a fortalecer los músculos de la espalda o la caja torácica.
Si te vas a enfrentar a una jornada de trabajo de 6-8 o más horas, es recomendable hacer unos ejercicios de estiramiento antes y después, de la misma manera que lo harías si te dispusieran a correr una maratón de horas.
Buenas prácticas para el nivel mental
Este es el que nos conduce a alcanzar el estado de flow, es decir, esos momentos en los que somos realmente productivos al alcanzar la concentración. En este plano, estas son algunas de las recomendaciones de Rivela:
Se refiere evitar la contaminación acústica o lumínica que alteran nuestro estado de concentración.
Para evitar distracciones, en estos momentos son preferibles los espacios cerrados o semicerrados, pero procurando la entrada de aire fresco y la luz natural.
Muchas veces improvisamos la oficina frente a una pared, de manera que trabajamos como si estuviésemos castigados. Lo aconsejable es trabajar frente a un ventanal que nos conecte con el mundo exterior pero sin descentrarnos. Esto nos permitirá, además, llevar a cabo otra de las recomendaciones de esta experta que consiste en levantar la mirada del ordenador cada 20 minutos y fijarla en el horizonte, en un punto lejano, para relajar la vista y concentrarlos mejor.
Es la ciencia que estudia la conexión del ser humano con la naturaleza. Esta ha demostrado que las personas, cuando nos encontramos frente al mar o rodeados de un espacio natural, tendemos a rebajar los niveles de estrés de forma natural. Obviamente, no siempre podemos trabajar en estos espacios pero sí introducir algunos de sus elementos como pueden ser las plantas, sonidos que emulen la naturaleza o luces que la simulen. De hecho, existen ya hasta lámparas que replican los movimientos de las hojas de los árboles.
Aunque algunos se desenvuelven en el caos como pez en el agua, la mayoría funcionamos mejor en espacios ordenador y limpios.
Conviene aclarar con el resto de la familia o compañeros de piso que hay determinadas horas a las que no se te puede molestar. Rivela recomienda también visibilizarlo recurriendo a algunos elementos que adviertan a los demás tipo una banderilla de un color determinado o un simple cartel como los que ponen en las puertas de los hoteles.
Los humanos nos regimos por lo que se conoce como ritmos circadianos, conforme a estos experimentamos cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo de 24 horas. Estos procesos naturales responden, principalmente, a la luz y la oscuridad, y afectan a la mayoría de seres vivos, incluidos los animales, las plantas y los microbios. En esta línea, existen luces, como la blanca o la azul, que tienden a sobreexcitarnos, mientras que las amarillas u otros tonos más ambientales contribuyen a la relajación y al descanso.
Fundamental aquí distinguir aquellas tareas que son urgentes e importantes de las que no lo son para no desperdiciar estos momentos de flow con tareas que puedes realizar en cualquier momento. Este es solo uno de los distintos ladrones de tiempo que frenan la productividad.
Buenas prácticas a nivel emocional
El objetivo de la inteligencia emocional no es reprimir las emociones sino aprender a gestionarlas y manejar las situaciones en las que aparecen emociones incontrolables, utilizando técnicas y estrategias que nos permitan reflexionar y pensar cuál es la mejor opción. Según una estudio de Capgemini, la productividad puede aumentar hasta un 20 % cuando los miembros de un equipo utilizan correctamente la inteligencia emocional.
A lo largo del día, cualquiera e nosotros podemos experimentar varias como son enfado, rabia, desconfianza, tristeza, soledad, euforia…Muchas de ellas se derivan nuestra relación con otras personas por lo que aquí, además las estrategias personales para alcanzar este bienestar, conviene también tener en cuenta las que adoptan desde la empresa para la que trabajamos.
Algunos de los consejos de Rivela en este terreno son:
Se trata de distinguir muy bien el espacio de trabajo con los de ocio o descanso. Es decir, que si decides que la cama es solo para dormir o relajarte, es recomendable no encender nunca el ordenador en ella ni mantener una llamada de trabajo laboral.
Esto también depende mucho del espacio disponible de cada uno. Si tienes una habitación acondicionada solo como estudio de trabajo, no hay problema, pero mucho son muchos los que trabajan sobre la mesa del salón, de la cocina o del dormitorio, lo conveniente es que, una fez finalizada la tarea, retires de la vista todas las herramientas de trabajo y las guardes en algún lugar hasta el día siguiente.
Ya se ha dicho que con el teletrabajo estamos perdiendo el contacto con los compañeros y el intercambio de conocimiento. A la larga, esto conduce a un desafecto de los trabajadores con la empresa y a una pérdida de compromiso. Interesa, pues, establecer dinámicas que propicien ese contacto, bien sea físico o virtual, para cohesionar a los equipos y que no todo sea producir.
Hechas todas estas indicaciones, corresponde luego a cada cual analizar su forma de trabajar y adoptar aquellas prácticas que les resulten más cómodas para que su rendimiento sea mayor pero sin fatigarse más, justo al revés de lo que está sucediendo. Es, como sostiene esta experta, un cambio de paradigma, “el salto al trabajador del conocimiento”.