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derrotas

| La semana pasada fue pésima. No puedo contarte qué fue lo que pasó; sólo te diré que perdí una batalla muy larga que significaba mucho para mí. Fue un fracaso tan fuerte que sentí que el Universo me estaba mandando una señal. He tenido grandes tropiezos antes, pero en esta ocasión pensé que iba a ganar. No pude estar más equivocado.

Ahora lo que menos quiero es venderte ideas de cómo sentirte bien en los momentos de fracaso. El único beneficio real de perder es aprender lo que se hizo mal para no repetirlo en el futuro.

De hecho, encontré varias lecciones que de alguna manera ya conocía, pero que gracias al contexto desventurado de mi derrota se volvieron más relevantes. Las hemos escuchado miles de veces y tal vez no les ponemos atención aun cuando deberíamos. Esta vez hicieron toda la diferencia para mí.

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