La solicitud de China para unirse al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés) llegó al escritorio del ministro de Comercio Exterior de Nueva Zelanda, Damien O’Connor, el pasado 16 de setiembre.
El lugar de recepción del pedido fue apropiado, considerando la historia del acuerdo: en 1999, una reunión entre los ministros de Comercio Exterior de dos pequeñas potencias exportadoras, Nueva Zelanda y Singapur, marcó el inicio de lo que se convertiría en una de las mayores zonas de libre comercio del mundo.
Cuando esa alianza fue planteada por primera vez, China era un naciente país comercial y su peso económico era poco significativo. Su participación en las exportaciones globales de bienes era 3.4%. El año pasado, ese porcentaje llegó a 14.7%, haciendo de China el único país en el mundo con una participación de dos dígitos.
Estados Unidos, que se había comprometido a formar parte de un tratado precursor del CPTPP pero se echó atrás el 2017, intentaba retratar el bloque como una herramienta para evitar que China ejerciera influencia sobre las reglas del comercio internacional. Aún hoy sigue siendo difícil imaginar que la solicitud china sea aceptada en el corto plazo.
El CPTPP es un detallado acuerdo que exige una profunda integración económica y los nuevos miembros solo pueden ser admitidos por aprobación unánime. “China está sorprendentemente cerca de cumplir los requisitos del CPTPP en muchas áreas, pero en las que existen brechas, estas son enormes”, señala Jeff Schott, asociado senior del Instituto Peterson para la Economía Internacional (PIIE, por sus siglas en inglés), centro de investigación basado en Washington DC.
El especialista estima que ese país ha dado grandes pasos en años recientes en aspectos como propiedad intelectual y derechos de la inversión, pero el predominio de empresas estatales, débiles derechos laborales e inquietudes sobre privacidad de la data dejan mucho terreno en el que tiene que ponerse al día. El trato a las empresas estatales es una pesadilla perpetua para muchos socios comerciales de China.
Para convertirse en miembro del CPTPP, Vietnam en particular tuvo que aceptar imponer restricciones al patrocinio que brindaba a sus empresas estatales e incrementó la transparencia de sus operaciones y estructura organizacional, medidas que se esperaría que China también aplique. No obstante, China se está moviendo en la dirección contraria a la que sería necesaria para integrarse al bloque en el caso de gobernanza de la data.
Los países miembros del CPTPP se han comprometido a promover la transferencia de información transfronteriza. En cambio, China se ha convertido en el ejemplo global de localización de data: una ley de protección de data aprobada en agosto pasado hará más difícil que las empresas extranjeras trasladen data fuera del país.
Además, China no es el único país con una solicitud de membresía pendiente. El Gobierno de Taiwán presentó la suya menos de una semana después. El estatus diplomático de este país con respecto de China hace que su integración en cualquier tratado comercial sea tirante, pero desde el punto de vista estrictamente económico, Taiwán tendría menos obstáculos que superar.
Pero a pesar de las dificultades, algunos países miembros podrían ver con mucho interés los potenciales beneficios económicos de tener a China a bordo. Hasta hace unos años, se pensaba que Estados Unidos sería la potencia económica del bloque. Hoy, entre los ocho países que han ratificado el CPTPP y son miembros activos, solamente Canadá y México tienen más intercambio comercial con Estados Unidos que con China.
Un estudio del PIIE publicado el 2019 estimaba que el aumento del ingreso global generado por el CPTPP, tal como está conformado, sería de US$ 147,000 millones anuales. Pero con la inclusión de China, el monto aumentaría a US$ 632,000 millones anuales. Los beneficios para muchos miembros del bloque representarían más del 1% de su ingreso nacional.
China es la más grande participante de la Asociación Económica Integral Regional, un acuerdo comercial de mayor tamaño, pero menos conocido, suscrito el año pasado. Contiene menos condiciones de membresía, pero a diferencia del CPTPP, incluye a todas las grandes economías del Sudeste Asiático, además de Corea del Sur.
Si llegase a ocurrir que se integre a ambos bloques, China se convertiría en una formidable líder de la diplomacia comercial en Asia. No obstante, la mayoría de las apuestas apuntan a que su solicitud para unirse al CPTPP no será aceptada. Dicho esto, hace no mucho tiempo, pocos apostaban a que China mostraría mayor interés en una membresía que Estados Unidos.
Si esa solicitud de formar parte del bloque significa algo menos que eso, sigue siendo una clara ilustración de cuán rápidamente ha menguado la influencia comercial de Estados Unidos en Asia.
Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez
© The Economist Newspaper Ltd, London, 2021