A raíz de una invasión que provocó la condena internacional, funcionarios rusos se aterraron ante el riesgo de que sus activos denominados en dólares fuesen confiscados abruptamente, así que buscaron alternativas. Esa invasión ocurrió en 1956, cuando tanques soviéticos entraron en Hungría, evento que es considerado uno de los factores que dieron nacimiento al mercado del eurodólar –red de depósitos en dólares fuera de Estados Unidos y usualmente fuera del alcance de sus reguladores bancarios–.
Lo irónico es que el deseo de mantener dólares fuera de Estados Unidos reforzó el peso del billete verde. A setiembre del 2021, bancos basados fuera de ese país reportaron pasivos en dólares por US$ 17 millones de millones, el doble del equivalente en el resto de divisas. Aunque los depósitos en eurodólares están fuera de su control, el Tío Sam puede bloquear el acceso a transacciones con dólares, declarándolas ilegales, como lo ha hecho contra Rusia.
Este conflicto financiero ha planteado las preguntas de si el dominio del dólar ha sido empañado y si surgirá en su reemplazo un sistema de divisas multipolar con el yuan chino en un rol principal. Para entender cómo será el futuro, vale la pena tener en cuenta cómo el papel del dólar ha evolucionado las últimas dos décadas. Su supremacía no solo refleja el gran tamaño de la economía estadounidense y el poder de su Gobierno, sino también la liquidez, flexibilidad y confiabilidad de su sistema.
Los depósitos de eurodólares ilustran el rol del dólar como reserva de valor global. Pero su rol como unidad de cuenta, en la facturación de la mayor parte del comercio mundial, podría ser su más arrolladora área de dominio. Según un estudio del FMI del 2020, más de la mitad de las exportaciones fuera de Estados Unidos y la Unión Europea está en dólares. En los mercados emergentes de Asia y en América Latina, el porcentaje sube a 75% y casi 100%, respectivamente.
Otro pilar de su dominio es su rol en los pagos transfronterizos, pues la falta de liquidez natural de monedas pequeñas hace que con frecuencia actúe como divisa de intercambio. Hasta ahora, ha habido poco alejamiento: en febrero, solo una de cada cinco transacciones registradas por el sistema SWIFT no fue en dólares, cifra que apenas ha cambiado en los últimos cinco años. Pero un alejamiento no es imposible: monedas pequeñas podrían volverse más líquidas, lo que reduciría la necesidad de una intermediaria.
Eswar Prasad, de la Universidad Cornell, argumenta que redes de pagos alternativas, como el sistema interbancario transfronterizo de China, podrían debilitar el rol del billete verde. También señala que un mayor uso de divisas digitales terminará reduciendo la necesidad de dólares. En particular, las desarrolladas por bancos centrales podrían facilitar un enlace directo entre sistemas de pagos nacionales.
Quizás el mejor ejemplo de un área donde el dólar está perdiendo terreno son las reservas internacionales de los bancos centrales. Una investigación publicada en marzo por Barry Eichengreen, historiador económico de la Universidad de California en Berkeley, muestra que la presencia del dólar en dicho rubro ha caído de 71% en 1999 a 59% el 2021. El fenómeno es generalizado y no puede ser explicado por variaciones en los tipos de cambio. Además, revela algo interesante sobre sus nuevos competidores.
La participación perdida por el billete verde se ha traducido en una mayor participación de lo que Eichengreen llama divisas de reserva “no tradicionales”. El yuan solo representa el 25% de este grupo, comparado con el 43% de los dólares australiano y canadiense. Las divisas de Corea del Sur, Dinamarca, Noruega y Suecia representan otro 23%.
Es claro lo que une a estas monedas pequeñas: todas son flotantes, son emitidas por países con cuentas de capital relativa o completamente abiertas y tienen detrás sistemas políticos confiables. En cambio, el yuan no posee ninguna de esas características. “En la historia, toda divisa de reserva ha tenido detrás una democracia líder con controles y contrapesos”, afirma Eichengreen.
Aunque la discusión sobre si el dólar podría ser suplantado por el yuan captura la imaginación, la realidad es más prosaica. Los mercados de capitales en países con sistemas legales predecibles y divisas convertibles han evolucionado y muchos ofrecen mejores retornos que los bonos del Tesoro. Ello ha permitido que los administradores de reservas las diversifiquen sin comprometer los principios que las hacen fiables.
La investigación de Eichengreen también explica que el peso económico por sí solo no es suficiente para construir un sistema de divisas. Aunque el dominio del dólar parece estar mermando, el apetito por el yuan para que tome al menos una porción de ese lugar es limitado. Ya sea que el billete verde logre retener su rol fundamental en el sistema monetario internacional, o no, los tenedores y usuarios seguirán valorando la liquidez, la flexibilidad y la confiabilidad. No toda divisa puede proporcionarlas.
Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez
© The Economist Newspaper Ltd, London, 2022