El 18 de junio, la cotización de bitcoin cayó hasta US$ 17,600 —su primer revolcón por debajo de US$ 20,000 desde el 2020—, pero se recuperó al día siguiente. La venta masiva generó más de US$ 1,000 millones en liquidaciones, pues corredores bursátiles que se habían endeudado para hacer grandes apuestas no pudieron depositar colateral adicional.
Bitcoin está aproximadamente 70% debajo de su pico de noviembre pasado; ether, 80%. Con la caída de los precios, han aparecido fisuras en la infraestructura cripto. Babel Finance y Celsius, firmas de préstamo de criptomonedas, suspendieron los retiros de depósitos tras enfrentar problemas de liquidez; sus rivales han reducido sus tenencias de activos, lo que ha causado una contracción crediticia. El fondo de coberturas cripto Third Arrow no ha podido cubrir ajustes de márgenes, y la plataforma de intercambio cripto Hoo, ha detenido las transacciones.
El riesgo de una nueva espiral descendente permanece. Los corredores que no fueron barridos se las arreglaron para depositar más colateral con préstamos de firmas de finanzas descentralizadas (DeFi), con lo que el nivel de los ajustes de márgenes se redujo brevemente. Pero data de la app Parsec Finance indica que el umbral de los ajustes de márgenes se ha elevado de nuevo a cerca de US$ 900 por moneda para ether, desde US$ 700 el 20 de junio (la semana pasada, el precio de ether era US$ 1,100).
Los eventos recientes también han mostrado cómo las siguientes tres debilidades en la infraestructura cripto pueden amplificar las dificultades: valorizaciones confusas, relaciones incestuosas y la falta de un esquema de liquidez de respaldo.
Respecto de las valorizaciones, algunos de los tokens que se negocian más comúnmente son productos complejos como derivados y “tokens” emitidos por plataformas de DeFi, para los cuales no existen modelos de valorización. La falta de un ancla significa que la confianza en la fijación de precios pueda desvanecerse en un santiamén; el efecto se magnifica los fines de semana, cuando los volúmenes negociados son más pequeños. Y los problemas en partes del mercado cripto pueden repercutir en otras, sobre todo en bitcoin, que es el parámetro del universo entero.
Un segundo canal de contagio proviene del alto grado de interconexión entre plataformas de DeFi. En parte, es resultado de la intensificación de la competencia. La cantidad de dinero invertido en DeFi, tras un periodo de crecimiento explosivo, ha caído los últimos doce meses.
Dado que las firmas de préstamo cripto han estado compitiendo para atraer una decreciente masa de dólares, han prometido rendimientos cada vez más altos a los depositantes, lo que a su vez les ha obligado a invertir fondos de los usuarios en proyectos más riesgosos —típicamente, otras plataformas de préstamos o de generación de rendimientos—. Si el precio de un activo cae, los efectos se propagan por todo el sistema.
Un caso concreto es Celsius. En diciembre, afirmó tener bajo administración US$ 24,000 millones en activos cripto, los que había atraído al ofrecer a los depositantes rendimientos de hasta 18%. Para alcanzar esos retornos, otorgó préstamos a creadores de mercado, fondos de cobertura y proyectos DeFi. Sin embargo, cuando los precios de las criptomonedas se hundieron, también lo hizo el valor de tales activos.
Algunos, como los US$ 400 millones que Celsius mantenía en un derivado, resultaron ser ilíquidos. Ello la dejó incapaz de atender la creciente demanda por retiros de depósitos. Cuando Celsius congeló fondos el 14 de junio, bitcoin se hundió 25%, en parte debido a temores de contagio.
Estos eventos revelaron una tercera debilidad: la falta de liquidez de respaldo para evitar una caída libre en precios de activos. En las finanzas tradicionales, los reguladores proporcionan una red de protección, pero no existe ninguna institución que absorba activos cripto de relevancia (al menos para el sistema cripto) que estén en problemas, tales como criptomonedas estables, o que rescate firmas importantes. Los depósitos en prestamistas cripto no están asegurados.
En las finanzas convencionales, tales salvatajes reducen el riesgo de ventas por pánico cuando los precios se desploman. Si bitcoin cayese por debajo de US$ 15,000, las liquidaciones podrían acelerarse tanto que podría dificultarse el depósito de colaterales o el levantamiento de fondos para detener la caída, señalan Monsur Hussain y Alastair Sewell, directores senior de la agencia calificadora Fitch. Pero es probable que haga falta un detonante: una gran sorpresa económica o un hackeo masivo en una plataforma de intercambio cripto.
El tiempo parece estar del lado cripto. Las plataformas y los riesgos que toman con sus activos podrían estar pronto bajo escrutinio regulador. Y algunas criptomonedas estables intentan construir reservas más sólidas: Tether, el emisor de la mayor de ese tipo, planea reemplazar sus tenencias de papeles comerciales con bonos del Tesoro. Sin embargo, algunos causantes del lío se mantienen.
Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez
© The Economist Newspaper Ltd, London, 2020