Ha habido un ajuste en los precios de las acciones de jóvenes firmas tecnológicas. Un índice de valores que entraron a bolsa vía oferta pública inicial (OPI) en los últimos dos años, elaborado por el banco de inversión Renaissance Capital, se ha reducido en un tercio en los últimos doce meses. En los mercados no bursátiles, donde el capital de riesgo provee financiamiento a startups, el término usado para valorizaciones más mesuradas es “reseteo”, más amable que “ajuste” —que alude a castigo—.
En dichos círculos, los errores no son vergonzosos. Si una startup es un fracaso, se aprenden lecciones y se busca otra para respaldar. Pero hay señales de que el ajuste en el mercado bursátil está causando un replanteo en el no bursátil. Las OPI de firmas tecnológicas se están cancelando y se aconseja a los emprendedores a conservar efectivo.
También existe evidencia tentativa de que el capital de riesgo se está volviendo cauto. El sitio de noticias tecnológicas The Information reportó que Tiger Global Management, prominente financista de firmas en maduración, redujo sus ofrecimientos previos de capital a un puñado de startups. ¿Es el inicio de una tendencia?
No hay que estar tan seguros. Se ha levantado mucho capital de riesgo y alrededor de US$ 750,000 millones fueron comprometidos a fines del 2021. El respaldo financiero a las startups más brillantes podría seguir siendo tan fuerte como para notar algún cambio. Para el resto, cualquier recálculo que modere sus valorizaciones vendrá con retardo. Por ahora, el muro del dinero de riesgo sirve de contención contra un gran reseteo.
En los últimos diez o veinte años, el mundo del capital de riesgo ha cambiado mucho. Solía ser a pequeña escala y estaba basado alrededor de San Francisco, pero con el desplome de las tasas de interés, otros inversionistas se animaron a asumir ese riesgo para generarse retornos adecuados. Mientras más bajas sean las tasas de interés, a los inversionistas les preocupa menos si recibirán un dólar hoy o mañana. Es un clima ideal para financiar startups, cuyos frutos no son inmediatos.
Así, el sector a pequeña escala comenzó a enfrentar la competencia de fondos de capital de riesgo y de coberturas, en especial para el financiamiento de startups en su última fase de maduración. Estos “macroinversionistas” analizan portafolios de firmas que no han lanzado sus OPI de la misma manera que un portafolio de valores listados, señala Ajay Royan, gerente general de la firma de capital de riesgo Mithril. Su instinto actual es emitir cheques menos cuantiosos para startups, a fin de reflejar la acentuación de riesgos en la fijación de precios de las OPI.
Pero la competencia lo hace más complicado de lo que parece. Una firma de capital de riesgo que intente alinear una ronda de financiación con precios pagados en bolsa podría encontrarse con otra que venga con una mejor oferta. Los capitalistas de riesgo están atrapados entre dos fuerzas opuestas. Por un lado, la subida de las tasas de interés y la caída de los precios de acciones tecnológicas. Por el otro, una variedad de startups que también son atractivas para muchas otras rivales.
En ese sentido, las expectativas de los emprendedores importan. Muchos analizan los términos que sus pares han conseguido recientemente como una guía de su valor de mercado, indica Simon Levene, cofundador de la firma de capital de riesgo Mosaic Ventures. No es saludable que los fundadores de startups piensen que el capital seguirá llegando, pero es difícil hacer que lo entiendan. El exceso de optimismo es parte esencial de ser emprendedor; quienes están conscientes de los riesgos tienen empleos ordinarios.
Además, la memoria no se remonta al 2002, cuando el capital de riesgo escaseaba, pues los fundadores crecieron en un mundo de dinero casi gratuito, así que tomará tiempo para que se ajusten a un panorama distinto. Una caída más profunda en las acciones tecnológicas podría provocar ese ajuste, aunque tendría que ocurrir algo más para inducir un verdadero reseteo.
Si las firmas de capital de riesgo no pudiesen levantar capital para nuevos emprendimientos, se verían forzadas a ser menos generosas con los precios que pagan. Si una firma no puede levantar dinero y sabe que sus pares tampoco, se vuelve frugal, la disciplina se convierte en consigna y la valorización se hace más relevante.
Esto podría ocurrir, pero probablemente haga falta una mayor caída en la bolsa para que lo induzca. En ese caso, la proporción de portafolios asignados al capital de riesgo tendría que reducirse en línea con la disminución de tenencias de valores listados. Las suscripciones para nuevas financiaciones se agotarían.
No obstante, no hay muchas señales al respecto. Todavía se están levantando grandes financiamientos, incluso después del ajuste de precios de acciones tecnológicas listadas. El capital de riesgo no parece haber perdido su lustre con los fondos de pensiones, fideicomisos y family offices. Mientras el dinero fluya, el reseteo tendrá que esperar.
Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez
© The Economist Newspaper Ltd, London, 2022