Por Tyler Cowen
Una de las críticas más comunes a las criptomonedas es que son tan solo una forma de eludir las reglas y regulaciones financieras. Esa crítica no es del todo incorrecta, pero con las criptomonedas, como con muchas otras innovaciones, el arbitraje regulatorio es una característica, no un problema.
Muy a menudo, el éxito del arbitraje regulatorio es mayor cuando la innovación mejora algunos aspectos de los métodos más antiguos. El arbitraje transmite el mensaje de que las viejas regulaciones deben cambiar.
Consideremos un ejemplo concreto. Muchas instituciones cripto emiten tokens, que para muchos reguladores tienen las propiedades de los valores y deberían ser regulados como tales. Pero no lo son, al menos no uniformemente. Entonces, si emite un token cripto, pero no tiene que registrarlo como un valor y pasar por el proceso de cumplir con las leyes de los valores, está participando en un arbitraje regulatorio.
Vale la pena analizar por qué algunas de las regulaciones “deberían” cambiar en este nuevo contexto. En el mundo previo a las criptomonedas, emitir un valor implicaba una gran cantidad de preparativos e inversiones institucionales y planificación legal, incluso aparte de las restricciones reglamentarias que debían cumplirse. La emisión de tokens cripto suele ser más fácil y rápida, e instituciones algo inexpertas lo han hecho.
El software y las cadenas de bloques hacen gran parte del trabajo que antes requería oficinas, personal y mucha gestión práctica.
Podría haber un software que emita tokens cripto automáticamente, con base en contratos inteligentes que especifiquen las condiciones para la emisión. Esta misma posibilidad es una señal de cuánto han cambiado las cosas.
La práctica regulatoria estándar de Estados Unidos generalmente se enfoca en regular las empresas origen e intermediarias, en lugar del software. Sin embargo, una vez que una cadena de bloques está en el proceso de verificación, almacenamiento y comunicación de la información, es difícil para los reguladores intervenir y marcar una diferencia significativa. Por lo tanto, el antiguo modelo regulatorio ya no se aplica a una parte importante de la experiencia cripto.
Además, los costos más bajos de la emisión de tokens significan que los intermediarios emisores pueden estar bajamente capitalizados. A menudo, no pueden o no están incentivados para cumplir con muchas regulaciones. Además, una institución puede participar plenamente en el criptoespacio sin tener su sede en EE.UU. ni estar vinculada a ningún Estado-nación específico.
Podemos criticar esas características del mercado. De todos modos, van a significar un conjunto radicalmente diferente de restricciones regulatorias. También significan que algunos tipos de valores (si es apropiado llamarlos así) pueden emitirse de una manera mucho más barata que antes.
Dada esta realidad, ¿no deberían cambiarse las regulaciones, y de manera sustancial? Esto puede incluir algunas áreas donde la regulación es aún más estricta, aunque es probable que las regulaciones generales se vuelvan más flexibles. Los reguladores tendrán que aprender a vivir con una estructura de mercado más descentralizada que tenga costos más bajos y sea más difícil de controlar. Es de sentido común que cuando el software puede sustituir grandes proyectos de inversiones de capital, las regulaciones deben cambiar, incluso si los observadores no están de acuerdo sobre cómo hacerlo.
Infortunadamente, el proceso regulatorio es estático y, por lo general, cambia lentamente. Las agencias reguladoras a menudo mantienen el status quo hasta que ya no es sostenible. Uno de los beneficios del arbitraje regulatorio es que obliga y genera un nuevo equilibrio.
Aunque crea que las regulaciones actuales son apropiadas, debe reconocer que también son producto de episodios anteriores de arbitraje regulatorio: en la década de 1980, por ejemplo, los bonos de grado especulativo ayudaron a eludir algunas regulaciones sobre acciones. El arbitraje regulatorio ha sido durante mucho tiempo un medio por el cual las regulaciones se mantienen al menos algo actualizadas.
Volviendo al ejemplo que nos ocupa: es cierto que muchos esquemas de tokens cripto se negocian con falsos pretextos o son parte de una estrategia conocida como “pump and dump” en la que se crea un frenesí de compras que infla el precio y luego se ejecuta una venta al precio inflado. Estos aspectos negativos del fenómeno de los tokens no deben cegarnos ante sus posibles beneficios como nuevo método de captación de fondos o de utilización de los mercados para valorar proyectos. El fraude también se infiltró en muchas innovaciones valiosas (me vienen a la mente los ferrocarriles y el internet) desde el principio.
El argumento no es, para ser claros, que el arbitraje regulatorio siempre sea bueno. Puede conducir a una sobrerreacción regulatoria o, por el contrario, a lagunas regulatorias que permanecen mucho tiempo y permiten un fraude persistente o un riesgo sistémico. El argumento es que, fundamentalmente, el arbitraje regulatorio es parte de un proceso que conduce a menores costos, mayor innovación y mejores reglas.
La gente a menudo me pregunta para qué sirve el universo cripto. Es bueno para muchas cosas, y sin problema mencionaría algunas, pero seguramente uno de sus beneficios menos apreciados es que es una forma de arbitraje regulatorio.