La agencia calificadora de riesgo crediticio Standard & Poor’s (S&P) confirmó las calificaciones de Perú de largo plazo en moneda extranjera de ‘BBB+ y en moneda nacional en A-’ y la perspectiva la mantuvo estable para ambas.
“Esperamos que el nombramiento de Francisco Sagasti como presidente interino de Perú estabilice el panorama político hasta las elecciones de abril del 2021”, señaló en un comunicado.
Explicó que las métricas fiscales y de deuda se deteriorarán en medio de una fuerte contracción económica este año, aunque los sólidos fundamentos macroeconómicos y la recuperación a partir del 2021 deberían respaldar la calidad crediticia de Perú.
“Por lo tanto, afirmamos nuestras calificaciones crediticias soberanas en moneda extranjera de ‘BBB + / A-’ de Perú”, agregó.
También confirmó sus calificaciones de corto plazo en moneda local y extranjera de ‘A-2’ de Perú. La evaluación de riesgo de transferencia y convertibilidad (T&C) de Perú se mantiene en ‘A’.
Señaló que la perspectiva estable refleja la opinión de S&P que, a pesar de la reciente agitación política, el sólido marco macroeconómico de Perú se mantiene y mitigará los riesgos macroeconómicos derivados de la pandemia de COVID-19 y la actual incertidumbre política.
S&P señaló que la perspectiva estable refleja su opinión de que la baja deuda pública de Perú, la disponibilidad de activos líquidos, las sólidas reservas internacionales y el acceso a diferentes fuentes de financiamiento mitigarán los riesgos macroeconómicos derivados de la pandemia de COVID-19 y de la incertidumbre política.
“Suponemos que los déficits fiscales disminuirán gradualmente después de expandirse en el 2020 y volverán a estar por debajo de 2% del PBI para el 2023. También esperamos una amplia continuidad en las políticas económicas y fiscales antes y después de las elecciones generales de abril del 2021”, indicó.
Escenario a la baja
La agencia advierte que podría bajar sus calificaciones de Perú durante los próximos dos años si la inestabilidad política prolongada reduce la previsibilidad, erosiona la confianza de los inversionistas y dificulta la consolidación fiscal después de la pandemia.
También podría bajar las calificaciones si la recuperación económica es mucho más débil de lo que esperan después de que se disipe el shock de COVID-19, lo que tensiona la posición presupuestaria del soberano. La combinación de perspectivas de crecimiento económico más débiles y mayores déficits fiscales en el mediano plazo podría llevarlos a bajar las calificaciones soberanas.
Escenario al alza
“Aunque es poco probable en los próximos dos años, podríamos subir las calificaciones si vemos una mayor previsibilidad de la formulación de políticas y la capacidad del gobierno para ejecutar el gasto de capital e implementar reformas que resulten en una mejora sostenida en las perspectivas de crecimiento de Perú”, indicó.
Razón fundamental
Explicó que el nombramiento de Sagasti, un tecnócrata centrista, como presidente interino el 16 de noviembre debería traer cierta estabilidad luego de una semana de agitación política en la que el ex presidente Martín Vizcarra fue depuesto y el presidente del Congreso, Manuel Merino, asumió el cargo y posteriormente renunció por protestas a lo largo de todo el país.
“Desde las últimas elecciones presidenciales del 2016, el entorno político ha estado marcado por fricciones entre el gobierno y el fragmentado Congreso. Hasta ahora, la volatilidad política no ha debilitado materialmente los fundamentos económicos del país, en nuestra opinión”, indicó.
Además subrayó que sus calificaciones crediticias soberanas de Perú reflejan la continuidad de las políticas entre administraciones que han favorecido un marco macroeconómico predecible y pragmático. Sin embargo, la extrema fragmentación del Congreso ha erosionado la estabilidad política en los últimos años.
El país tiene estrechos desequilibrios fiscales y externos y una baja carga de la deuda que colocó a su economía en una base más sólida para hacer frente a las perturbaciones económicas.
“Sopesamos estas fortalezas con un PBI per cápita bajo y una diversificación económica más limitada que muchos de los pares más desarrollados del país. Tras una década de rápidos avances en el PBI per cápita, los indicadores socioeconómicos de Perú han mejorado sustancialmente, pero la escasez de infraestructura y la informalidad siguen siendo desafíos económicos y sociales”, agregó.