Presidente de la Asociación Peruana de Empresas de Seguros - Apeseg
La pandemia de la covid-19 dejará en el Perú un poco más de 200,000 personas fallecidas, afectando principalmente a los adultos mayores. Si consideramos que más de la mitad de los fallecidos fueron mayores de 65 años y solo 1,100 eran menores de edad, entonces la pandemia impactó en cerca de 100 mil familias, quienes perdieron a quien se encargaba de proveer los ingresos para el hogar. Ese es el riesgo más devastador para la salud financiera de las familias.
Ahora cabe preguntarse qué tan amplio fue el paraguas financiero que las compañías de seguros ofrecieron a las familias durante la pandemia. Esta pregunta en realidad engloba dos riesgos principales que han sido cubiertos durante la pandemia. El primero está referido exclusivamente a los gastos médicos para aquellos que contrajeron el virus y tuvieron distintos niveles de afectación, desde el tratamiento más sencillo hasta semanas o meses en una cama de cuidados intensivos. Para ello, las compañías levantaron las exclusiones que existían en los contratos respecto a pandemias que típicamente están excluidos en cualquier parte del mundo dado que es un problema de salud pública y no de salud individual.
Pero el segundo riesgo que fue cubierto durante estos durísimos veinte meses de pandemia fue el riesgo de fallecimiento. En ese caso, hay distintos tipos de seguros de vida que se activaron. Algunas personas tenían seguros de vida individual, otras personas habían tomado seguros de vida con ahorro para asegurarse un fondo que financie los estudios universitarios de sus hijos en el futuro, otros estaban pagando sus créditos hipotecarios o vehiculares y por ello un seguro de desgravamen los estaba acompañando. En otros casos, al ser trabajadores en una planilla formal se les había hecho beneficiarios de la protección social que estableció el seguro de vida ley, el cual se universalizó a toda la fuerza laboral formal pocos días previo al inicio de la pandemia. Finalmente, algunos otros solo tenían un seguro de sepelio básico que les permitía a su familia dar un digno adiós a su ser querido.
Cada una de esas 100,000 familias que perdieron un familiar tiene una historia diferente. Algunos posiblemente tenían más de un seguro de vida, algunos tenían seguros de vida con coberturas muy grandes y otras coberturas más modestas. En todos los casos, esas indemnizaciones han permitido darles un enorme alivio financiero. Haciendo cálculos hoy podemos afirmar que las compañías de seguros pudieron proteger financieramente a la mitad de esas 100,000 familias con alguno de los productos mencionados.
Proteger la mitad sin duda es insuficiente, y por ello es bueno preguntarse por qué eso es así. El Estado ha hecho algunas cosas para ampliar esta protección como lo fue la universalización del seguro de vida ley, pero eso solo alcanza a quienes tienen un trabajo formal y más aún solo a trabajadores estatales contratados bajo régimen de actividad privada; es decir, aún hay espacio para aumentar la protección.
En el Perú, desde hace 30 años no se paga IGV al adquirir cualquiera de estos seguros de vida o como bien podrían llamarse paraguas financieros. Eso ha permitido que las familias tengan acceso a seguros de vida más baratos. Esto ha incentivado la combinación óptima que sugiere la teoría económica: ahorro para emergencias, pero seguros para eventos catastróficos. Los hay de todos los precios porque lo importante es comprar el que siempre puedas pagar y así no perder la protección cuando más lo necesites. La industria de seguros desde hace años viene ofreciendo productos para familias de menores ingresos que han permitido contar con más de 1.5 millones de asegurados con pólizas de vida clasificadas como microseguros por la SBS.
El MEF acaba de sugerir que es una buena idea dejar sin efecto esta inafectación al IGV, por lo que vale la pena recordarle que dos tercios de los seguros de vida que se compran en el Perú los compran familias de NSE B y C, aquellos que hemos llamado de manera muy optimista la nueva clase media; y no necesariamente las familias muy acomodadas, quienes pueden acceder a un seguro en el extranjero u optar por otra forma de protección, que además perjudica al fisco al dejar de recaudar lo que pretende.
Retirar la inafectación hará más caro alcanzar dicha protección dejando en desamparo a más familias ante el siguiente evento catastrófico. Ahora es cuando deberíamos pensar en fórmulas para fomentar que más familias estén protegidas y no dejar que un evento catastrófico las lleve a la pobreza.