Ante el avance del covid-19, muchos gobiernos aplicaron en sus economías el equivalente de un coma inducido. Para que volviesen rápidamente a la situación previa, se necesitaba preservar las conexiones entre trabajadores y empresas. Pero cada vez es más claro que no todo será igual cuando la enfermedad sea derrotada y es probable que habrá una sustancial reasignación de personas y recursos.
Las economías flexibles podrán reasignarlos diestramente, capearán shocks y aprovecharán los beneficios sobre la productividad de nuevos modelos de negocios y tecnologías. La pandemia indujo un shock económico violento y súbito: millones de trabajadores y máquinas dejaron de operar, pero la demanda por ciertas habilidades y productos se elevó. Mucho de esto será temporal, como el aumento de la producción de ventiladores mecánicos, pero otras tendencias persistirán.
En marzo y abril, Amazon contrató 175,000 personas para manejar un alza en compras online. Empresas de servicios para telemedicina y aprendizaje online también contrataron más empleados. Muchos de ellos seguirán trabajando, del mismo modo que muchos despidos causados por la pandemia serán permanentes.
Un estudio publicado en mayo, realizado por José María Barrero, del Instituto Tecnológico Autónomo de México, Nicholas Bloom, de la Universidad Stanford, y Steven Davis, de la Universidad de Chicago, analizó una encuesta mensual de incertidumbre empresarial que evalúa expectativas a un año de ventas, contratación e inversión. Hallaron, entre enero y abril, un aumento en la expectativa de reasignación de empleos, y concluyen que es probable que 42% de los despidos será permanente.
En los mercados de capitales también se vienen cambios duraderos. Otro estudio, realizado por Marco Pagano, de la Universidad Federico II de Nápoles, y Christian Wagner y Josef Zechner, de la Universidad de Economía de Viena, compara el de- sempeño bursátil de empresas “re-silientes a la pandemia” -como equipamiento informático y delivery de pizza- con el de las altamente vulnerables -como las mineras-.
El primer grupo tuvo un desempeño superior en 10% en el periodo febrero-marzo, que aumentó a 25% tras hacerse ajustes por riesgo y otros factores. La variación diferencial en precios de acciones es un indicador de las expectativas del mercado sobre las perspectivas empresariales. Así como un precio elevado facilita que las empresas levanten fondos, también representa un mecanismo por el cual el capital se traslada desde las amenazadas hacia las prósperas.
Los autores también observaron que el mejor desempeño de las menos vulnerables es previo a la pandemia. Detectaron que los retornos comenzaron a divergir el 2014 y que ese comportamiento se intensificó en la segunda mitad del 2019. Esto no implica que los mercados previeron la pandemia, sino que es parte de un boom de las acciones de empresas tecnológicas. Pero ayuda a ilustrar por qué es muy probable que mucha de la reasignación en marcha subsistirá -porque es una continuación de tendencias que ya fueron bendecidas por los mercados de capitales-.
Parece que los inversionistas se han vuelto más conscientes del riesgo de desastres. Los precios de las opciones implican que para los próximos dos años, los inversionistas requerirán un retorno esperado mucho más alto para aceptar exponerse a empresas vulnerables que a más resilientes a desastres. La prima ya estaba en alza, pero con el covid-19, se ha disparado, pues el shock de la pandemia reforzó la tendencia.
De manera similar, la reasignación que está ocurriendo en retail, salud y educación podría representar una aceleración de tendencias que ya estaban consolidándose antes del virus. Y si el covid-19 está, en efecto, urdiendo un cambio económico estructural, esto complica la difícil decisión de si mantener a flote, o no, empresas y empleos en problemas.
En comparación con el resto del mundo avanzado, Estados Unidos ha hecho menos para congelar su economía. El número de solicitudes de bancarrota en marzo y abril fue 22% superior al del mismo periodo del 2019, mientras que en Alemania casi no aumentó. A diferencia de otros países ricos, Estados Unidos ha priorizado el aumento temporal del subsidio al desempleo frente al uso de apoyo gubernamental para prevenir pérdidas de empleos. Como resultado, el desempleo ha crecido mucho más que en Europa.
Las decisiones a tomar serán complicadas. Barrero, Bloom y Davis advierten que las ayudas cuantiosas podrían ser contraproducentes ya que desincentivan que los trabajadores busquen empleo en sectores en expansión. Sin embargo, retirar los estímulos demasiado pronto podría mantener la economía en recesión, retardando el crecimiento de las actividades más productivas.
Hay que mantenerlos el tiempo suficiente, al tiempo de permitir que la pandemia destruya algunos empleos y empresas, para que otras más robustas y productivas ocupen sus lugares, lo que podría ser visto como algo fortuito en el futuro.
Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez
© The Economist Newspaper Ltd, London, 2020