La ola de frío sigue acechando a varias regiones de Perú, y mientras se proyecta que las temperaturas bajen aún más durante este mes de julio -de acuerdo al Senamhi-, miles de peruanos corren a adquirir prendas abrigadoras, como chompas, chalecos y medias, que han tenido un importante incremento en su producción.
Durante los primeros cuatro meses de este año (enero-abril), temporada que las fábricas de confección aprovechan para abastecerse de insumos, la confección de prendas de invierno-otoño tuvo un crecimiento importante incluso en comparación del 2019, antes de la pandemia del COVID-19.
Un acaso especial son las chompas de tejidos y punto crochet, anota Antonio Castillo, gerente de Estudios Económicos de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI). La producción de esta prenda creció en 123.1% en relación al primer cuatrimestre del 2021, totalizando 44,150 unidades, más del doble de lo que se fabricó en el 2021 y 90.9% que en el 2019.
La confección de medias también creció en 75.2% respecto a los primeros cuatro meses del 2019. Los chalecos y poleras también registraron un crecimiento importante.
“La compra en el mercado interno de tela gamuza creció en más de 20% de enero a abril, la tela pique creció en un 85% y el algodón peinado en 32%; lo que significa que la industria nacional ha abastecido a los confeccionistas pequeños quienes, además, han visto que el precio de las materias primas han subido y han tenido dificultad de abastecimiento lo que ha impedido, hasta cierto punto, que las ventas no hayan aumentado más”, explicó Castillo a Gestión.pe.
La confección de prendas para la temporada de frío, que no solo se dirigieron al mercado local, ayudó a que la capacidad operativa de las 14 principales empresas de confecciones del país se mantenga por encima del 60%. No obstante, prendas que tuvieron éxito durante la pandemia, como las pijamas, empiezan a registrar niveles de producción similares a la prepandemia.
Pero lo que no calienta, a la fecha, son las medidas anunciadas por el gobierno de Pedro Castillo para ayudar al sector textil y confecciones. Ha pasado más de un mes desde el inicio de la declaratoria de emergencia a este sector productivo (20 de mayo) sin que se concrete, entre otros, la operatividad del FAE Texco.
Para este programa se destinó S/ 200 millones a fin de garantizar créditos para capital de trabajo, compra de deuda, a las micro y pequeñas empresas (mypes) del sector -sobre todo, aquellas ubicadas en el emporio comercial de confecciones de Gamarra-, pero aun no se aprueba su reglamento operativo.
EE.UU. mira al Perú
Hacia fuera, el sector textil-confecciones de Perú mantiene una buena racha de pedidos. Durante el primer cuatrimestre del 2022 totalizó envíos por US$ 585 millones, una cifra que sobrepasa el pico histórico que registró en el 2012.
Las exportaciones se dirigieron principalmente (85%) a Estados Unidos, país que no ha dejado de buscar nuevos proveedores tras vetar a algunas zonas productoras de China por presuntos casos de explotación laboral, por lo que ha puesto su mirada en América Latina.
Algunos de los países de la región en los que está interesado es México, por su cercanía; no obstante, el mercado mexicano no tendría experiencia en el rubro de las confecciones. Mientras que Colombia se ha especializado en tejidos planos y no de punto de calidad como sí lo tiene Perú.
“El actual contexto tiene nuevos elementos que considerar, el costo de suministros, la paralización de algunas ciudades en China por el COVID-19, y las tensiones entre Estados Unidos y China por Taiwán, están alentando a varias fábricas estadounidenses a trasladarse de China a países de América Latina. Creo que Perú podría captar esas inversiones pero necesitamos un marco legal promotor”, sostiene Castillo.
Una de las ventajas de Perú frente a China -refiere Castillo- es que se pueden instalar fábricas de fibras sintéticas, un material cuya demanda internacional creció este año en 12%; y que puede ingresar a Estados Unidos con arancel 0, mientras que el gigante asiático paga una tasa de 30%. Asimismo, el mercado chino incrementó su salario a US$ 6.6 la hora. Perú pagaría US$ 4.4. “Lo que falta son zonas francas”.
“Actualmente solo hay una empresa que abastece al mercado interno con fibra sintética, si llegan inversiones estadounidenses creo que elevaremos nuestra capacidad de producir prendas de material sintético que es un sustituto bastante competitivo; pero también mantendríamos nuestra producción de tejidos de algodón que va dirigida a nichos de altos ingresos, principalmente, y cuya capacidad adquisitiva no se ha visto perjudicada pese a la inflación en Estados Unidos”, menciona Castillo.
Al respecto, la SNI está promoviendo un proyecto de ley para reducir en 50% el pago del Impuesto a la Renta a favor del sector textil y confecciones, que incluye -además- un reparto “justo” de utilidades entre todos los trabajadores.