Las divisas sudamericanas se debilitaron en junio debido a que los diferenciales de tasas de interés —que jugaron a su favor en los primeros cinco meses del año— empezaron a perder su atractivo entre los operadores de carry trade.
El peso chileno experimentó su peor mes en más de una década, mientras que el peso colombiano y el real brasileño registraron la mayor caída desde el inicio de la pandemia. Las tres monedas registraron los peores desempeños del mes entre las principales divisas del mundo, con una caída de al menos un 9% frente al dólar.
Después de que las monedas encabezaran las clasificaciones mundiales en los primeros meses del año, los inversionistas dieron un giro de 180 grados y comenzaron a deshacerse de ellas a medida que el aumento de las tasas en el mundo desarrollado reducía su atractivo de carry trade. Es una tendencia que puede continuar, ya que los bancos centrales de las principales economías apenas comienzan a intensificar su lucha contra la inflación desenfrenada, mientras que los banqueros centrales sudamericanos ya se encuentran en las últimas etapas de sus ciclos de ajuste.
Además de eso, Sudamérica está lidiando con sus propios problemas políticos y económicos. La elección de Gustavo Petro en Colombia, el primer presidente izquierdista de la nación, provocó una liquidación de activos locales y empujó al peso cerca de su mínimo histórico de 4,230 por dólar. Ni siquiera el nombramiento del conocido economista y excodirector del banco central José Antonio Ocampo como ministro de Hacienda esta semana pudo revertir la percepción negativa.
La moneda de Chile también se ha vuelto inmune a las buenas noticias. El peso ha alcanzado mínimos récord en repetidas ocasiones en los últimos días, aún cuando el Ministerio de Hacienda anunció que venderá US$ 5,000 millones en las próximas semanas. Una caída de los precios del cobre y las tensiones políticas no están ayudando. El 4 de septiembre, los chilenos realizarán un referéndum sobre una nueva Constitución que impulsa la protección ambiental, al mismo tiempo que alimenta la incertidumbre y dificulta la vida de las empresas mineras.
El real brasileño ha cedido la mayor parte de sus ganancias del año hasta la fecha, que alguna vez lo convirtieron en la moneda con mejor desempeño del mundo, ya que los intentos del Gobierno para aumentar el gasto alimentan la preocupación por el panorama fiscal. La moneda traspasó recientemente niveles de soporte clave y puso a prueba el promedio móvil de 200 días, que evitó más pérdidas en sesiones anteriores.
Las elecciones presidenciales de octubre están muy polarizadas y los inversionistas todavía tienen dudas sobre cuál sería el mejor resultado para los mercados. Si bien las métricas fiscales mejoraron, el presidente Jair Bolsonaro ahora está presionando para aumentar los gastos más allá del límite que ha servido como un ancla fiscal importante para los inversionistas. El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, mientras tanto, ya dijo que está en contra de tales límites y señaló que podría revertir los cambios estructurales favorables al mercado aprobados en los últimos años.