Cada vez es más difícil convencer a los operadores de que los bancos centrales pueden seguir la línea dura de la que hablan a medida que se intensifican las preocupaciones en torno a la variante ómicron.
Los operadores, ya reacios a descontar la restrictiva trayectoria de las alzas de tasas trazadas por los encargados de política monetaria de la Reserva Federal la semana pasada, tenían más motivos para dudar el lunes, luego de que nuevas medidas de confinamiento en Europa ofrecieran un anticipo de lo que podría ocurrir en el resto del mundo a medida que se propaga la variante.
En Estados Unidos, las perspectivas de apoyo fiscal adicional se vieron frustradas cuando los planes de impuestos y gastos del presidente Joe Biden fueron arrojados por la borda.
En el Reino Unido, los mercados monetarios se alejaron de las apuestas de un aumento de tasas de un cuarto de punto porcentual para febrero. Eso contrasta con la semana pasada, cuando una sorpresiva alza del Banco de Inglaterra llevó a los operadores a aumentar las apuestas de ajustes.
“Vimos bancos centrales restrictivos la semana pasada, pero el crecimiento podría enfrentar mayores riesgos a la baja debido a ómicron”, dijo Geoffrey Yu, estratega sénior de mercados de EMEA de BNY Mellon. “Con la Fed en este momento, creo que la gente debe repensar si el lado fiscal va a ser tan abundante”.
Los bancos centrales habían enfatizado que los riesgos de inflación de la variante ómicron tenían de dos caras, lo que podría exacerbar las presiones sobre los precios. Pero el riesgo de que se produzca una desaceleración económica es suficiente para avivar los temores de los inversionistas, y una disminución de las operaciones durante el período de fiestas de fin de año podría amplificar los movimientos del mercado.
La sorpresiva noticia del rechazo por parte de Joe Manchin de la agenda económica del presidente Joe Biden también puso de relieve el riesgo de que el crecimiento se vea socavado por un menor impulso fiscal.