Por Jenny Paris
El ataque de Rusia a Ucrania se produjo pese a advertencias severas y una escalada en las sanciones económicas de líderes mundiales, incluidas medidas para presionar la deuda del país y el acceso a la financiación en los mercados internacionales. Si bien Estados Unidos y sus aliados pueden hacer más para aislar a Rusia del sistema financiero global, se demuestra una vez más que prevenir o librar una guerra a través de los mercados es como un arma sin filo.
Entre las medidas que anunció el presidente Joe Biden días antes del ataque a Ucrania figuraba una para sancionar la deuda soberana rusa. Los inversionistas estadounidenses, quienes ya tenían prohibido comprar bonos del Gobierno ruso en el mercado primario, ya no pueden negociar valores recién emitidos en el mercado secundario. Europa siguió sus pasos con una medida similar.
Como mis colegas de Bloomberg Opinion Marcus Ashworth y Brian Chappatta han dicho, cerrar el acceso a los mercados secundarios de bonos presionaría económicamente a Moscú mucho más que cualquier otro intento de sanción en el pasado. De hecho, alrededor de un tercio del valor de la deuda soberana del país se ha eliminado, y el comercio se está reduciendo en medio de un aumento en los rendimientos y llamadas de margen activadas por UBS Group AG al reducir a cero el valor de la deuda rusa mantenida como garantía.
Acciones más severas, incluida la expulsión de Rusia de la plataforma global de mensajería financiera SWIFT para pagos internacionales, paralizarían aún más la economía, las exportaciones y la posición del país en los mercados mundiales.
Lo que estas sanciones no han logrado, y probablemente no lograrán, es evitar la agresión rusa. Incluso cuando Biden anunció medidas el jueves dirigidas a bancos individuales, no llegó a expulsar a Rusia de SWIFT. Bloomberg News informa que dos factores clave están impidiendo que esto suceda: la negativa de países como Alemania e Italia por la seguridad energética y la preocupación de que pueda fortalecer los sistemas de mensajería rivales, incluido uno de China u otro que Rusia comenzó en el 2014 tras haber sido aislado por la anexión de Crimea.
De hecho, el riesgo de perjudicar a los inversionistas globales y otros observadores inocentes más de lo previsto es muy real. Los bancos, las empresas y los países europeos que dependen de SWIFT para las transacciones de combustible sentirían el impacto junto con los ciudadanos rusos comunes. Sacar a Rusia de un sistema global de cuentas y balances también corre el riesgo de acercarla a rincones menos controlados de las finanzas, como las criptomonedas.
Rusia se había preparado contra las represalias financieras mucho antes de la crisis de Ucrania. Desde la respuesta de Occidente a la anexión de Crimea en el 2014, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha estado acumulando reservas en oro y diversificando las reservas de divisas fuera del dólar.
Rusia también ha tomado medidas para desdolarizar su economía, realizando gran parte de sus exportaciones en euros y yuanes chinos mientras acumula un superávit que puede permitir al Gobierno no tener que acudir a los mercados extranjeros durante algún tiempo. El ministro de Finanzas de Rusia, Anton Siluanov, dijo el viernes que el Gobierno reducirá los préstamos en el 2022 y recurrirá al fondo de riqueza nacional del país para obtener efectivo según sea necesario.
Las restricciones anteriores que prohibían a los inversionistas estadounidenses comprar bonos del Gobierno ruso en el mercado primario también han reducido la proporción de deuda en manos de extranjeros. Como informa Bloomberg News, el banco central de Rusia ha recortado sus reservas de dólares a solo el 16% de sus tenencias desde el 40% hace solo cuatro años.
Como parte de los ingresos de exportación rusos, el dólar representaba un poco más del 50% en junio del 2021, frente al 69% en el 2016, según un estudio de la economista de UBS Anna Zadornova.
Durante el mismo período, la participación del euro se duplicó al 28%. Como mínimo, estos esfuerzos le darán tiempo a Putin para continuar con la operación militar en Ucrania. Para cuando se sienta el impacto en la economía rusa, puede que sea demasiado tarde.
La historia está llena de ejemplos de cómo las sanciones económicas no han logrado prevenir agresiones, desde Irán. hasta Corea del Norte, sin importar cuán efectivos puedan ser para perjudicar o aislar a una economía. Incluso en tiempos de paz o en guerras puramente económicas, la amenaza de las herramientas basadas en el mercado a menudo ha fallado en surtir el efecto deseado.
Consideremos que, a pesar de ser una amenaza perenne en tiempos de elevadas tensiones entre China y Estados Unidos, China no ha descargado sus tenencias de valores del Tesoro de Estados Unidos, y evitó hacerlo incluso en el punto álgido de la guerra comercial bajo la Administración Trump.
Del mismo modo, los intentos de Estados Unidos de etiquetar a China y otros Gobiernos como manipuladores de divisas han hecho poco para evitar las llamadas guerras de divisas u obligarlos a aflojar su control sobre las tasas de cambio de divisas en mercados estrechamente controlados.