Qué diferencia puede hacer tan solo una semana para los inversionistas en acciones y bonos.
El colapso de Silicon Valley Bank y la crisis que está experimentando Credit Suisse Group AG han echado por tierra los pilares que sostienen el discurso del mercado para 2023.
Repentinamente, ha vuelto a hablarse de un aterrizaje forzoso para la economía y los inversionistas están abandonando sus operaciones favoritas de tomar posiciones largas en bancos y otras acciones cíclicas. La volatilidad latente se ha disparado y las expectativas de nuevas alzas de tasas se están desvaneciendo.
“La crisis de Credit Suisse es un evento que se había pronosticado mucho, pero el momento en que ocurre no podría ser mucho peor”, dijo Hebe Chen, analista de IG Markets. “El daño que ha infligido al mercado es como echar sal en una herida, y el mercado necesitará más tiempo para recuperar la confianza”.
A continuación, ofrecemos cinco gráficos que ilustran la inestabilidad observada en los mercados durante la última semana:
Los operadores bursátiles habían encontrado consuelo en el discurso de que la inflación se desaceleraría gradualmente, que las tasas en Estados Unidos y Europa pronto alcanzarían sus niveles máximos y que podría evitarse una recesión. Las acciones, los sectores y los países cuyas riquezas están vinculadas al bienestar de la economía mundial habían repuntado este año. Ahora, esas operaciones se están deshaciendo rápidamente, y las populares acciones bancarias son las más afectadas.
La volatilidad se ha disparado, y el índice Cboe VIX registró un fuerte aumento, superando el nivel de 30 por primera vez desde septiembre de 2022. Las fluctuaciones de los precios del mercado de valores se han mantenido limitadas durante gran parte de este año; el indicador llegó a caer hasta el nivel de 17 puntos. Sobre la base de la experiencia del año pasado, ningún aumento importante en la volatilidad ha terminado antes de alcanzar los 35 puntos, lo que indica que el ascenso actual en el VIX está lejos de terminar.
Desde que comenzó 2023, las acciones y los bonos habían divergido, mostrando una desconexión entre cómo las clases de activos descontaban las perspectivas económicas. Pero los drásticos eventos de los últimos días han demostrado que el ajuste de la política monetaria y el aumento de las tasas de interés pasan factura a la economía con un rezago, y que es posible que la Reserva Federal haya elevado las tasas demasiado, y demasiado rápido.
En las sesiones recientes, esta dislocación se ha reducido desde ambas partes: los rendimientos de los bonos han retrocedido junto con las acciones, ya que los temores de una recesión han vuelvo a ocupar el primer lugar de las preocupaciones de los inversionistas.
Un drástico cambio en las expectativas de tasas a corto plazo del banco central ha sido el principal factor en el cierre de la brecha entre las acciones y los bonos. A medida que aumenten los riesgos de que las tasas más altas infligirán un mayor daño a la economía, es posible que los encargados de política monetaria duden sobre si mantener su rumbo en la lucha contra la inflación.
Las expectativas de los operadores en torno a la Fed han pasado desde más alzas a lo largo del año hasta recortes este verano, mientras que las apuestas implícitas sobre las tasas de política monetaria para fin de año se han derrumbado de cerca de 6% a poco menos de 4%.
La conmoción que rodea a Credit Suisse marca la primera vez desde la crisis financiera mundial que inversionistas temen un posible default por parte de un importante banco europeo. Los swaps de default corporativo a cinco años del banco –un contrato de derivados que asegura contra el riesgo de default de un bono– se dispararon esta semana a niveles sin precedentes para un banco importante, acercándose a los 1,000 puntos. Esto se acerca a los niveles que los bancos griegos alcanzaron –y luego superaron– cuando la solvencia del país estuvo en duda.
Aun así, a diferencia de lo ocurrido durante la crisis de la deuda soberana, la medida no tuvo mucho impacto en los seguros de impago de deuda (CDS, por sus siglas en inglés) de otros grandes bancos, una señal de que la mayoría de los participantes del mercado no prevén un contagio más amplio.