¿Está la economía estadounidense atascada con una inflación tan alta que hará falta una recesión para sacarla adelante? ¿O los precios están a punto de desplomarse y dejar a la Reserva Federal con una carga de estrés financiera, crecimiento ralentizado y tasas de interés más elevadas de lo necesario?
Ante el impacto persistente de la pandemia del COVID-19, que se suma a la posibilidad de que se utilice un arma nuclear táctica o se produzca una nueva crisis energética en Europa, no es difícil imaginar un aumento prolongado de los precios.
Los datos que se publicarán el viernes mostrarán probablemente que la lectura de inflación preferida por la Fed siguió siendo el mes pasado cerca de tres veces mayor que el objetivo anual del banco central del 2%.
Economistas encuestados por Reuters esperan que el índice de gastos de consumo personal, sin incluir los volátiles costos de los alimentos y la energía, haya subido un 5.2% interanual en setiembre.
Pero incluso las autoridades de la Fed más estrictas opinan que, a falta de algún evento externo que reavive las presiones, la inflación caerá en los próximos meses porque el impacto de las subidas de tasas recortará la demanda, intensificará la competencia del mercado y cederán las presiones sobre la cadena de suministro.
Además, el paso del tiempo, que pone distancia entre los datos actuales y las rápidas alzas de precios del 2021 en productos como coches usados, debería ayudar con las cifras.
En términos generales, el agresivo ritmo de endurecimiento monetario de la Fed no ha servido para aplacar la inflación.
La Fed ha elevado la tasa de fondos federales en 3 puntos porcentuales desde marzo, incluyendo tres subidas consecutivas de tres cuartos de punto porcentual. Se espera que se produzca otro aumento de esa magnitud al final de su reunión de política monetaria del 1 al 2 de noviembre.
Sin embargo, la postura de las autoridades de la Fed puede estar cambiando hacia un ritmo más lento de los aumentos de tasas y una eventual pausa para dejar que la economía recupere el aliento.
Oferta, demanda y competencia
Ha habido una fuerte retórica sobre los altos beneficios empresariales que impulsan la inflación, y de hecho empresas como las concesionarias de autos disfrutaron de grandes márgenes durante la pandemia.
Pero no todos los saltos en los márgenes son iguales. Algunos ejecutivos de tiendas de comestibles, por ejemplo, han observado que el cambio en las marcas ha permitido a los consumidores ahorrar dinero, al mismo tiempo que ha ayudado a los resultados de las firmas. Es un área que la Fed observa, y en la que espera obtener apoyo.
La vicepresidenta de la Fed, Lael Brainard, ha sido la autoridad más destacada en señalar los elevados márgenes vistos durante la pandemia en algunos sectores de la economía, y la probabilidad de un descenso. El jefe de la Fed de Saint Louis, James Bullard, argumentó que, a medida que la demanda cede, las empresas recortarán los precios.
La Fed y otros expertos han buscado formas de captar lo que ocurre en tiempo real, y han descubierto que los datos sobre las rentas de casas, como el Índice de Alquileres Observados de Zillow, son un indicador anticipados de las tendencias futuras del componente de vivienda del IPC.
Basándose en estos y otros parámetros, la inflación de la vivienda puede estar ya disminuyendo, aunque los datos del gobierno no lo muestren todavía.
Dólar
La apreciación interanual del dólar de cerca un 18% contra una cesta de monedas pares implica que los productos importados cuestan menos para los estadounidenses.
En combinación con la disminución de los precios del petróleo y de otras materias primas, junto con el desenredo de las cadenas de suministro y el descenso de los costos de envíos, los precios de las importaciones pueden convertirse en un poderoso lastre para la inflación estadounidense.
En un reciente análisis en el que se predice una próxima “baja de la inflación”, economistas de JP Morgan afirmaron que los precios de las importaciones “no sólo están a punto de ralentizarse significativamente, sino que podrían contraerse a un ritmo del -2.5% a finales de este año”.
Entre los datos mencionados por el presidente de la Fed, Jerome Powell, el número de vacantes de empleo en relación con el número de personas que buscan trabajo es uno de los que considera indicativo de la batalla por la inflación.
Las empresas han subido los salarios para competir por los trabajadores. Y aunque esto no sea el origen de la inflación, las autoridades de la Fed creen que resulta crucial un mayor equilibrio entre la oferta y la demanda de mano de obra.
Aun así, el economista de Goldman Sachs, Joseph Briggs, dijo en un análisis que las semillas de un “aterrizaje suave”, en el que la Fed domina la inflación sin una recesión, pueden estar echando raíces: En algunos sectores clave, los desequilibrios laborales están mejorando, sobre todo por la disminución de las vacantes, más que por la pérdida de puestos de trabajo.
“Este patrón apoya nuestra opinión de que el crecimiento de los salarios y la inflación de los precios se moderarán sin una recesión”, escribió Briggs.