Bahamas se convirtió en un líder mundial del dinero electrónico el año pasado cuando lanzó una de las primeras monedas digitales del banco central del mundo, el “dólar de arena”, adelantándose seis meses al “renminbi digital” de China.
A diferencia de las criptomonedas, que están diseñadas para ser anónimas y libres de vínculos con las autoridades monetarias, las monedas digitales de bancos centrales, conocidas como CBDC por sus siglas en inglés, son monedas fiduciarias —o fíat— digitales, el dólar de arena es una extensión del dólar bahameño. Se comercializa en línea y a través de teléfonos móviles, y su objetivo es acelerar drásticamente las transacciones digitales en las Bahamas rompiendo las barreras entre las distintas plataformas de pago. Una moneda común respaldada por el Gobierno permitirá a las billeteras móviles rivales, que suelen utilizar sus propios token, realizar transacciones más fácilmente con sus competidores.
El hombre detrás del impulso digital es John Rolle, de 54 años, quien se ha desempeñado como gobernador del banco central del país desde el 2016. Nacido en la isla de Andros, Rolle comenzó trabajando en diversas funciones en el banco en 1990, pero viajó al extranjero para realizar estudios de posgrado en economía en la American University en Washington y la Carleton University en Ottawa. Además de su experiencia en banca central, pasó tres años como asesor principal del director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional para Canadá, Irlanda y el Caribe y tres años en el Ministerio de Finanzas de Bahamas. Rolle habló con Bloomberg Markets a principios de mayo sobre la experiencia de su país con el dólar de arena. La entrevista fue editada para mayor claridad y extensión.
JIM WYSS: ¿Cómo comenzó el proyecto del dólar de arena?
JOHN ROLLE: Estábamos en un largo proceso de modernización de nuestros sistemas de pago e identificamos la necesidad de nuevos proveedores de servicios de pago. Necesitábamos una plataforma de pagos en la que pudieran conectarse y comunicarse todos estos proveedores.
En una geografía insular es muy difícil proveer servicios financieros a través de un canal físico. Debido a los costos, los bancos, en algunos casos, se han negado a atender a algunas de nuestras “islas familiares” rurales. Estas comunidades con el tiempo podrán aprovechar esta infraestructura [digital] para comunicarse e interactuar con los proveedores de servicios financieros tradicionales. No es algo que veamos el primer día, pero la infraestructura está ahí, y la estructura reguladora también. Las instituciones financieras podrán ofrecer servicios con confianza a través de estos canales digitales, y ahora tenemos la seguridad de un mecanismo de liquidación, el dólar de arena.
JW: ¿Los huracanes y otros desastres naturales influyeron en el desarrollo del dólar de arena?
JR: Después de un desastre natural, si no tienes efectivo, el comercio no puede recuperarse rápidamente. Estás limitado a distribuir ayuda en forma de bienes. No es lo ideal cuando la gente no puede elegir legítimamente lo que realmente necesita.
Después del huracán Dorian [en 2019], los bancos tardaron más de un año en restablecer sus sucursales. Hay uno o dos bancos que todavía están en proceso de volver al estado en que estaban. El comercio en esas comunidades está un poco atascado. Si quisiéramos establecer rápidamente un sistema para que la gente pueda comerciar con créditos, o cualquier otra cosa por el estilo, contar con la plataforma inalámbrica nos permitiría hacerlo.
JW: ¿Cuántos dólares de arena hay en circulación?
JR: Una cantidad muy pequeña, más de 200.000. Creemos que es probable que aumente a un ritmo rápido en los próximos meses.
JW: Háblenos del papel del sector privado para hacer realidad el dólar de arena.
JR: Hoy tenemos siete instituciones no bancarias que han acelerado el desarrollo de productos para proporcionar billeteras digitales y billeteras de pago. Los bancos comerciales están entrando ahora en ese espacio. Así que gran parte de la energía, incluso desde que lanzamos el dólar de arena a nivel nacional en octubre, ha sido que esas instituciones completen la conexión técnica con la plataforma para que puedan aprovechar esta oportunidad. Ese es un hito que cruzamos en el primer trimestre de 2021. Estos proveedores ya son interoperables y pueden comercializar sus servicios con el atractivo adicional de tener el dólar de arena, que puede negociarse en diferentes plataformas.
JW: ¿Cuáles han sido los mayores obstáculos para la adopción?
JR: En medio de la pandemia, no tuvimos el nivel de interacción que queríamos con algunas de las comunidades. Eso es algo que vamos a abordar de frente cuando entremos en los meses de verano, porque todavía hay un elemento humano de contacto que creemos que es muy importante en la etapa de adopción temprana.
La otra parte del despliegue ha sido tener paciencia con el proceso. La demanda de dólares de arena es mucho mayor que la cantidad de personas que tienen acceso a ellos. Ese acceso depende de que los proveedores de pagos acepten a los clientes interesados. Hemos dado a las instituciones financieras el espacio necesario para completar el desarrollo de sus productos y resolver todos los problemas de interoperabilidad. Ahora pueden empezar a crecer y atraer a esos clientes interesados.
Para una gran parte de la población de las Bahamas, no es que no tengan un teléfono móvil o un teléfono inteligente. En muchos casos, es necesario que la gente entienda la seguridad, que una transacción digital puede ser superior al efectivo en términos de seguimiento de auditoría y su capacidad para recuperar los pagos si hay fraude o pérdida de algún tipo. La educación es muy importante, en muchos aspectos incluso más que dar a la gente acceso a los dispositivos.
JW: El Banco Central del Caribe Oriental lanzó su propia moneda digital pocas semanas después del dólar de arena. Algunos de sus vecinos están planeando sus propias CBDC. ¿Se han puesto en contacto?
JR: Las Bahamas y el Caribe Oriental estaban casi a la par en nuestros procesos. Decidimos que también compartiríamos experiencias y aprenderíamos unos de otros. Hay otros países del Caribe que están siguiendo el camino de las CBDC. Creo que parte del entusiasmo de la región es la posibilidad de explorar la cooperación técnica que eventualmente conducirá a plataformas de pago regionales. Hay algunas limitaciones, porque depende del nivel de comercio interregional, y normalmente comerciamos mucho en dólares estadounidenses. Pero una vez que se supere eso, hay cierto margen para un mecanismo interregional.
JW: ¿Cuál es el futuro del dólar de arena? ¿Cómo será dentro de 10 años?
JR: Lo que queremos es que quien hoy realiza un pago con un cheque o tiene que retirar efectivo, pueda hacer lo mismo a través de este nuevo canal de pago.
Una de las limitaciones de ser un archipiélago insular es que, aunque tengas un banco, dependiendo de dónde vivas, probablemente tengas que hacer un viaje a Nassau e ir al banco. Algunas personas lo hacen, por ridículo que parezca. Si vives en algunas de las comunidades más remotas, llegar al banco supone medio día o un día entero.
JW: ¿Hay un elemento de orgullo nacional al superar a las economías más grandes del mundo en el despliegue de una CBDC?
JR: Es bueno ser el primero, pero ya se ha hecho tanto trabajo que, en muchos casos, se está adoptando la tecnología y adquiriendo el conocimiento que se ha acumulado.
A nosotros, nos ha dado la oportunidad de dar un salto, porque hasta el 2017-18 aún no teníamos el marco legal para que las entidades no bancarias pudieran ofrecer servicios de pago. Proporcionamos el dólar de arena al mismo tiempo que admitíamos nuevos actores en el espacio para proporcionar servicios de pago móvil. La infraestructura casi venía con la función [CBDC] habilitada. No tuvimos que entrar en la infraestructura existente e intentar conectarla. Y eso es lo que hizo que fuera mucho más fácil “parecer” que estábamos tan adelantados al resto.
En Estados Unidos, se habla de acelerar el proceso de liquidación en el ámbito de los pagos. En muchas partes de África, la preocupación es conectar todas las plataformas juntas. Les tomará más tiempo que a nosotros, porque comenzamos desde cero.